jueves, 27 de junio de 2013

Los testigos de parte, más creíbles que Bretón

Como vengo escribiendo desde el inicio del juicio oral, el principal problema de Bretón es la debilidad de su relato y, en consecuencia, la facilidad para rebatir prácticamente todo su contenido. Así se está viendo en la Audiencia de Córdoba día tras día, testimonio tras testimonio, empezando por el propio interrogatorio al procesado.

Es verdad que los testigos de parte lo son porque, sin perjuicio de poder sostener que no tienen interés en el procedimiento  y de responder de forma objetiva a lo que se les pregunte, comparecen a partir de la certeza en quien los propone de que su conocimiento de los hechos se ajustará a la posición sostenida en el pleito. De manera que no puede ser una sorpresa que las declaraciones de Juan David López, primo político de Ruth, que ha comparecido hoy, sea uno de los dos grandes testimonios de cargo entre todos cuantos se han escuchado desde que comenzó el juicio oral. Porque Juan David López ha declarado que Bretón le dijo que los niños estaban muertos, cuando fue a visitarle a la prisión fingiendo estar de su parte y en contra de Ruth. Lo mismo que el testimonio de uno de los presos de apoyo del acusado, encargado precisamente de su vigilancia por si tuviera la intención de suicidarse, que ha declarado que éste le dijo que tenía que haber hecho lo que le sugirió su hermana Catalina Bretón: “Matar a Ruth en vez de a los niños”, lo que, más allá del derecho que asiste a los familiares en primer grado de un procesado de no declarar en el juicio, nos daría otra de las claves de por qué no lo hicieron los hermanos y los padres de Bretón, que seguramente piensan, o saben, lo que pensamos todos.


Ni que decir tiene que Bretón negó durante la instrucción del sumario estos testimonios acusatorios, e incluso el juez instructor celebró un careo entre el acusado y el primo de su esposa. Pero no parece difícil que el jurado popular se incline por dar veracidad a los testimonios de primo y recluso por mucho que lo niegue éste. Y es que la debilidad del relato de Bretón contamina su credibilidad en la misma medida que fortalece la de los testigos, aunque sean de las partes acusadoras.

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