lunes, 26 de mayo de 2014

Sí, Marhuenda, ¡podemos...!

Le gusta decir a la derecha casposa que tan bien representa Francisco Marhuenda, tertuliano en programas de radio y televisión y portavoz oficioso de Mariano Rajoy, que quienes protestan contra el gobierno y defienden un sistema alejado de la corrupción, del nepotismo y del clientelismo, lo que tienen que hacer es presentarse a las elecciones como si el paso por las urnas fuera una especie de patente de corso que permite, pongamos por caso, convertir un programa electoral –que uno siempre creyó que era una especie de contrato/compromiso con el elector- en simple papel mojado; o peor, como si el ciudadano fuera un sujeto pasivo con el único derecho a votar cada cuatro años o cada cinco, como es el caso de las elecciones europeas. Pero la derecha casposa, que tiene el ADN de jugador de ventaja, dice esto segura de que en el sistema de partidos que tenemos resulta prácticamente imposible que cristalicen formaciones políticas ex novo. La experiencia así lo ha venido demostrando desde aquel Partido Reformista de Roca Junyent (centenares de millones de pesetas de deuda a los bancos y ni un solo escaño, con menos de 200.000 votos) o desde el Centro Democrático y Social de Adolfo Suárez que jamás obtuvo en votos el reconocimiento que su fundador ha tenido a la hora de su muerte, pasando por otras iniciativas cuyo presencia duraba apenas el tiempo que media desde unas semanas antes del inicio de la campaña electoral hasta el escrutinio, en el que el porcentaje de los votos cosechados había que contarlo en centésimas.


Pero las elecciones europeas de este domingo en España han supuesto que, al fin, haya sido posible la irrupción como cuarta fuerza más votada y la tercera en varias regiones una iniciativa que ha venido denunciado el corrupto sistema político actual, que ha puesto negro sobre blanco las contradicciones de un sistema que beneficia a los poderosos y perjudica a los débiles, y que le ha dicho al ciudadano que es posible otra política y otra Europa en un lenguaje llano, tan alejado del Ibex 35 como de la jerga de Bruselas.
Ahí tiene la derecha casposa y su egregio representante Marhuenda la respuesta a sus inquietudes (¿) democráticas. ¿Qué querían…? ¿El paso por las urnas de quienes denuncian los planes de pensiones de los europarlamentarios o sus viajes en bussiness o sus salarios tan alejados de la realidad de la mayoría de los ciudadanos de cuyos impuestos se nutren, de quienes vienen diciendo que hay que desalojar del poder este bipartidismo que permite la alternancia sin solución de continuidad de gentes que tienen la política como medio de vida y no como medio de servicio a la sociedad y mucho menos como su auténtico "leit motiv", el de mejorar esa sociedad? Pues ahí tenéis a Podemos, ahí tienes, Marhuenda, a Pablo Iglesias, que, como en tus peores sueños, a partir de ahora se te aparecerá con 1.245.948 votos en las tertulias en las que te dedicas a descalificarlo con la soberbia de quien se cree superior.
Se empieza a criticar la utilización que Pablo Iglesias ha hecho de su presencia en las tertulias en radios y televisiones. ¿Y qué pensabais: que solo el bipartidismo tiene derecho a ocupar esas tertulias, porque no les basta con la descarada manipulación que hace de los canales de televisión, apropiándose, entre otros, de los autonómicos, entregados sus dirigentes a la permanente alabanza y agasajo del que manda en la región, atentos y fieles cumplidores de sus consignas? Vuestra soberbia os ha llevado al extremo de no considerar a gentes que, como Pablo Iglesias, con solo 35 años, es licenciado en Derecho y Ciencias Políticas, en la que fue premio extraordinario, Máster en Humanidades por la Universidad Carlos III y Master of Arts in Communication por el European Graduate School de Suiza. Y han sido sus conocimientos de la comunicación los que le han permitido enviar un mensaje nítido a la sociedad de que es posible el fin de este insoportable bipartidismo. Y, por cierto, sin pedir un céntimo a los bancos y sin utilizar los sistemas tradicionales y ya obsoletos de comunicación, que requieren tanto gasto como corrupción han traído.
A finales del pasado siglo ya escuchaba yo decir al recientemente desaparecido profesor y ex presidente del Tribunal Constitucional Manuel Jiménez de Parga, que la transformación de las comunicaciones requiere inventar una nueva forma de democracia, una nueva forma de hacer política. Con aquella voz grave pero casi musical siempre con el acento andaluz de su Granada natal, ponía el profesor Jiménez de Parga el ejemplo de los mítines, “a los que van apenas unos miles de convencidos del partido que lo convoca, mientras un debate en televisión es visto por millones de espectadores”. Pablo Iglesias y su Podemos lo han entendido así, y buena prueba de ello son los miles de seguidores que tienen en las redes sociales, en alguna de las cuales ha sido trending topic en determinados momentos de la campaña de unas elecciones en las que han sido los grandes triunfadores.

lunes, 12 de mayo de 2014

Otra Sanidad es posible

Una conversación con el doctor Francisco Kovacs es una especie de lección magistral sobre otra sanidad bien diferente de la que tenemos. No se trata de su privatización, cuyo intento le costó el puesto al Consejero del gobierno regional de Madrid, sino de su transformación, como mejor instrumento para su defensa. Hijo de médico, presidente de la Fundación que lleva su apellido en memoria y homenaje a su padre (también médico y pionero de la auriculomedicina en España), niño, adolescente, joven, estudiante y médico, todo ello con el añadido “prodigio”, porque a los 19 años ya era médico y a los 23 su currículo merecíó una amplia referencia en las columnas del diario El País en una información firmada por Inmaculada de la Fuente, en la que podía leerse que, además de finalizar sus estudios de Medicina a edad tan temprana, Kovacs “había estudiado a la vez piano, órgano y composición, y a los siete años dio su primer recital”. Hoy, 17 años después, acaba de presentar en la sede de la Organización Médica Colegial (OMC) de Madrid, con asistencia, entre otros, del presidente del Consejo General de Colegios Oficiales de Médicos de España, un estudio científico español refrendado por “Spine Journal”, principal revista científica internacional en el campo de las dolencias de la espalda.


El estudio analiza los resultados de la intervención neurorreflejoterápica (NRT) realizada a los primeros 9.000 pacientes de la sanidad pública en las Comunidades de Madrid, Cataluña, Baleares, Asturias y Murcia. Entre los autores y firmantes del estudio están los responsables del seguimiento de esa tecnología en esos Servicios de Salud públicos, y el equipo de estadísticos independientes del Hospital Ramón y Cajal que han analizado los datos con métodos especialmente sofisticados.

Los resultados del estudio permiten llevar la medicina individualizada al campo de las dolencias de la espalda e identifican los 36 factores que influyen en el pronóstico de cada paciente y la manera y la magnitud en la que lo hacen. Basándose en estos resultados, se ha desarrollado una aplicación informática de uso libre y gratuito, que permite que cualquier paciente o su médico introduzcan los datos concretos del paciente y calcula la probabilidad que tiene, en su caso individual y específico de mejorar sometiéndose a una intervención NRT. Eso facilita que el propio paciente o su médico valoren esas perspectivas de mejoría individualizada a su caso concreto, con los efectos secundarios y costes que conlleva ese tipo de intervención. El pronóstico basándose en ese estudio calcula el programa informático ha demostrado  ser muy preciso y válido.

Y si este estudio demuestra que ha sido posible calcular el pronóstico para este tratamiento concreto (mediante la aplicación de un mecanismo riguroso de seguimiento y captación de los datos), lo mismo podría hacerse para el resto de las tecnologías que se aplican en el Sistema Nacional de Salud, aunque hasta ahora ninguna lo ha hecho.

Kovacs ilustra la conversación con un torrente de datos que va lanzando al ritmo justo que su interlocutor precisa no ya para anotarlos, sino para comprenderlos. Tiene en la cabeza el gasto sanitario público y privado en nuestro país, “un 9,5 % del PIB, y le puedo asegurar que el 30 por 100 de los tratamientos son inútiles o, como poco, no indicados”. Cuantifica lo que la Sanidad se lleva en esos tratamientos inútiles “o en tratamiento eficaces pero no adecuados”. Sostiene el presidente de la Fundación Kovacs que con determinadas correcciones de muchas prácticas, por cada euro se ahorra cuatro. “Por ejemplo, en España se ha demostrado que se dilapida hasta el 30 por 100 de los recursos destinados a pagar resonancias magnéticas por dolor lumbar, y el 60 por 100 de los que cubren los tratamientos rehabilitadores por dolencias de cuello, hombro o lumbares”.

Sin ir más lejos, “el año pasado –me cuenta- hicimos públicos los resultados del primer contrato de riesgo compartido realizado para aplicar una tecnología sanitaria comprobadamente efectiva y eficiente (la “intervención neurorreflejoterápica”). Estuvo pilotado en el Servicio de Salud de Baleares desde el 1 de enero de 2011, y hasta el 31 de diciembre de 2012 generó un ahorro neto de más de 11 millones de euros al erario público. Y eso demuestra que este tipo de contrato es viable en la sanidad pública española, resulta beneficioso para los pacientes y asegura la rentabilidad de los recursos públicos”.

Es inevitable recordar la lucha mantenida en Madrid y el lema de “la Sanidad no se vende, se defiende”, convertido en grito de guerra, en pancarta y hasta en bandera (en muchos balcones de profesionales de la Medicina aparecía el cartel escrito en paños a modo de colgadura) de la protesta contra la privatización. Le digo a Kovacs que, ante el panorama de la Sanidad en España y la presión de los laboratorios, es un tipo sospechoso en cualquier hospital. Pero el doctor no quiere dar cuartel ni siquiera a la ironía… Te explica que el Contrato de Riesgo Compartido consiste conceptualmente en pagar la aplicación de una tecnología sanitaria en la medida en la que los resultados clínicos y económicos que obtiene en la práctica alcanzan los objetivos fijados.  

Y si le pides que lo precise aún más, añade que “en el ámbito sanitario, un contrato de riesgo compartido es aquel en el que la cuantía de los pagos por la aplicación de una tecnología depende de los resultados que obtiene en la práctica; es decir, si estos resultados no alcanzan los objetivos mínimos establecidos, el sistema sanitario deja de pagar parte o todos los costes de aplicación. Cuando, como en el caso de la intervención neurorreflejoterápica que aplicamos en Baleares a 3.802 pacientes, esos objetivos mínimos incluyen aspectos económicos (como reducción del uso de fármacos o cirugía), también sirve para asegurar que los recursos públicos destinados a pagar la aplicación de esa tecnología resultan rentables, pues sólo se abonan si han generado previamente un ahorro mayor que su coste”.

Cuando en su camino uno se encuentra con personalidades como la del doctor Kovacs, que apoya cada una de sus afirmaciones con la contundencia de un dato comprobable; cuando frente a la verborrea al uso exhibe la tozudez de las cifras y frente a la filosofía de “puchero” de tanto politicastro pone sobre la mesa el empirismo de su propia trayectoria jalonada por publicaciones científicas como el “Spine Journal” o por la “BioMedCentral Health Services Research”; o, en fin, cuando ante tanto anuncio de tratamientos milagrosos te encuentras con el proyecto de la “Fundación Kovacs” (http://www.kovacs.org/) cuyo patronato tiene al Rey Juan Carlos como presidente de honor, con una veintena de personalidades de la política, la ciencia, las finanzas o la propia Sanidad  y con personas que pertenecieron a la misma hasta su muerte, como Sabino Fernández Campo o la Condesa de Fenosa, tienes la tentación de imaginarte esa "otra Sanidad" alejada de "visitadores médicos" (¿no se llaman así los agentes de los laboratorios farmacéuticos?), de la obsesión por el ahorro (¿ahorrar para quién?, cabe preguntarse) y de la eficacia a base de recortes que acaban siendo recortes de la salud. Y hasta te permites dar rienda suelta al sueño de que quizás algún día por fin se permitirá a Kovacs, a sus colaboradores y a sus discípulos transformar la sanidad de este país como mejor defensa de la misma.