Poco
antes de que ayer, martes, llegara al restaurante donde nos reuníamos un puñado
de periodistas para celebrar que hace cincuenta años terminamos la carrera,
apunté una muesca más en ese imaginario de los logros que te da la experiencia,
unida a un honrado desempeño del oficio para el que nunca dejé de prepararme: En la investigación por el supuesto fraude en cursos de formación,
la policía había detenido a Alfonso Tezanos, presidente de una curiosa
Federación de empresarios madrileños (Fedecam). Esgrimí una mueca de satisfacción y telefoneé a la entusiasta editora de
“Noticias Madrid Norte”, una web en la que colaboro cada miércoles: “Te lo
anticipé, ya han detenido a Alfonso Tezanos”.
Cincuenta
años en este bendito oficio dan también para conocer a muchas gentes, y conforme
avanzan los lustros incluso dan para adivinar en muchos casos lo que se esconde
tras sus fachadas. Alfonso Tezanos y el que antes era su valedor y ahora es su
enterrador –permítaseme la expresión-, Arturo Fernández, son viejos conocidos
míos.
Hace tiempo, un editor me encargó hacer una revista que se llamaba Fedecam. Conservo en mi despacho los 18 números de la revista y hasta la lujosa Memoria de Fedecam correspondiente al año 2010. Se caracterizan por su excepcional diseño y maquetación, en los que yo no tengo nada que ver, y por incluir casi más fotos de Tezanos que páginas. Curiosamente, su experiencia fotográfica no le ha servido para variar de “posados” y en todas las fotos aparece igual: sonrisa y manos cruzadas a la altura del estómago o sonrisa mientras estrecha la mano de otra persona, pero siempre mirando a la cámara. Hay una excepción: cuando recogió en el Colegio de Abogados el diploma que acreditan sus veinticinco años como colegiado, foto en la que –menos mal- mira a la persona que le entrega el diploma y no a la cámara.
Hace tiempo, un editor me encargó hacer una revista que se llamaba Fedecam. Conservo en mi despacho los 18 números de la revista y hasta la lujosa Memoria de Fedecam correspondiente al año 2010. Se caracterizan por su excepcional diseño y maquetación, en los que yo no tengo nada que ver, y por incluir casi más fotos de Tezanos que páginas. Curiosamente, su experiencia fotográfica no le ha servido para variar de “posados” y en todas las fotos aparece igual: sonrisa y manos cruzadas a la altura del estómago o sonrisa mientras estrecha la mano de otra persona, pero siempre mirando a la cámara. Hay una excepción: cuando recogió en el Colegio de Abogados el diploma que acreditan sus veinticinco años como colegiado, foto en la que –menos mal- mira a la persona que le entrega el diploma y no a la cámara.
Siempre
me sorprendió su reiteración fotográfica, su seguridad al hablar y su capacidad
de maniobra para estar junto al poder en la Cámara de Comercio de Madrid y en la patronal Ceim. Poco a poco fui descubriendo las razones por las que era tan bien visto en ambas instituciones. Fedecam agrupa a casi un centenar de asociaciones de
modestos empresarios y comerciantes que
nunca tuvieron voz, pero siempre tuvieron voto para elegir al presidente de la Cámara de Comercio y al de
Ceim, y Alfonso Tezanos hacía valer su capacidad para cosechar esos votos,
hasta el punto de anticipar en los procesos electorales el nombre del ganador.
Lo que yo desconocía es que con la captación de asociaciones también tenía
Tezanos como objeto o como objetivo los famosos cursos de formación cuyo fraude
investiga ahora la policía y que le han llevado a la cárcel.
Escribí
que tengo en mi despacho los 18 números que hice de la revista Fedecam. En el
último se anuncian nada menos que ¡11! cursos de formación en once medias
páginas de publicidad de las 74 que tiene la revista. Y hay una página entera
ofreciendo también Cursos Gratuitos de Formación “de cualquier sector de
actividad”, reza el título. ¿Sabéis dónde remitía el anuncio? A la calle
Arroyo de la Elipa ,
12…, sede de Fedecam, una pequeña oficina en la que, por cierto, también Alfonso
Tezanos tiene una gestoría en la que cuenta como clientes a afiliados de las
asociaciones que agrupa en Fedecam. Todo queda en casa. Y aún una de las once medias páginas
también remite a la misma dirección. ¡Hasta cursos de inglés empresarial básico
y avanzado se ofrecían, pasando por Office Excel, por “Internet y correo
electrónico” (¿) o Factura Plus.! Ah, y además había cursos “presenciales” y
cursos en “teleformación”.
Y
todo esto lo sabía el presidente de la
Ceim , Arturo Fernández, al que yo llamo “Arturito de nuestro
tormento”, al que también conozco hace tiempo, que preside desde hace siete
años la patronal madrileña y que hace tres, con la complicidad de Esperanza
Aguirre, ocupó la presidencia de la
Cámara de Comercio de la que defenestraron entre los dos al
bueno de Salvador Santos Campano, que hace unos días, cuando Tezanos estaba aún
en libertad, me contó cómo andaba llamando a gentes pidiéndoles que si la
policía les preguntaban si habían hecho los cursos de formación dijeran que sí.
Esta
mañana escuché la entrevista de siete minutos que le hizo Pepa Bueno a Arturo
Fernández en la SER. Cada
respuesta me indignaba más… ¿Cómo se puede negar que Alfonso Tezanos era su
hombre fuerte en Cámara y Ceim, si era quien le aportaba los votos y al que él
situó en todo cuanto tenía que ver con los Cursos de Formación? Pero no me
extraña. Cuando empezaron a salir a la luz pública los primeros problemas de Gerardo Díaz Ferrán, presidente de la
Ceoe , Arturo, que presumía de ser su cuñado –eso decía- se erigió en su gran defensor: “Es un ejemplo
de lo mal que lo estamos pasando los empresarios”, era el mantra de Arturo…
Pero cuando se descubrió que el ejemplar empresario había levantado sus bienes, que iban desde fincas de caza hasta el más lujoso yate
anclado en las Baleares, pasando por apartamentos de lujo hasta en el Waldorf de
Nueva York para no tener que a pagar a sus empleados, que no habían cobrado las últimas nóminas y
mucho menos la correspondiente indemnización, Arturito negó más de tres veces
al gran líder de la patronal, del que fue concuñado, y repetía otro mantra:
“Nunca ha sido mi cuñado… Tuve una relación familiar lejana. Fuimos
concuñados”.
Pero
cuando Arturo Fernández exhibió su peor cara –es decir la cara dura- en la entrevista de esta mañana fue cuando, en
respuesta a la pregunta sobre si el fraude de los cursos de formación podría
afectar al proceso electoral de la
Ceim , que elige presidente en las próximas semanas, dijo:
“Perjudica tanto a Hilario Alfaro como a mí, claro, porque los dos estamos
juntos pidiendo que se aclare todo esto de los cursos de formación”.
El
problema, Arturo, te afecta a ti, y no a tu adversario en las elecciones, un
empresario sin mácula, por cierto. Es a ti a quien afecta el problema de los
cursos de formación como el de tu imputación en el caso Bankia, ya que fuiste
consejero de Cajamadrid. Y es que, Arturo, los empresarios madrileños no se
merecen un presidente que apoya a un presidente de la patronal española… hasta
que éste tiene que dimitir antes de que el juez lo envíe a la cárcel por
levantamiento de bienes con la mayor fianza de la historia. Ni un presidente
que después de presumir de ser cuñado de su colega nacional, cuando éste
ingresa en prisión dice que fue concuñado lejano. Ni un presidente en connivencia con el gobierno
de la Comunidad
hasta el punto de que es conocido como el consejero sin cartera del gobierno
regional. Ni un presidente que contrata a la esposa del presidente de la Comunidad de Madrid como
vicepresidenta primera y con un sueldo de 100.000 euros, y que ha tenido que
dimitir después de ser imputada por el caso del duplex de lujo de la Costa del Sol, cuya
propiedad comparte con su marido. Ni un presidente que tiene deudas con Hacienda
y con la Seguridad Social
por impagos de impuestos y cuotas, respectivamente. Ni un presidente al que sus trabajadores acusan de pagarles las horas extraordinarias en negro. Ni un presidente al que no
le renuevan concesiones de bares y restaurantes por deficiente servicio o por
faltas de pago. Ni un presidente que pretende que la Cámara de Comercio compre
Ifema sin un minucioso estudio previo de la rentabilidad de esa inversión. Ni un
presidente con votos conseguidos por un dirigente que ha sido detenido por una
presunta estafa en cursos de formación y al que agradeció los servicios
prestados dándole un puesto en la patronal.
Y
si hace falta, Arturito, te recuerdo tus repetidas asistencias a cuantas convocatorias
hacía Fedecam, la organización de Tezanos. Tengo hasta las fotos. ¿O no recuerdas
tu discurso en la Asamblea
de 2011 de Fedecam, cuando dijiste textualmente –y así está recogido en la
revista- que “necesitamos vuestra ayuda, como la de asociaciones que preside
Alfonso Tezanos…”? Y luego, Arturo, te sentaste a comer en la mesa del lobo al que
habías puesto a cuidar del gallinero mientas tú te pavoneabas como presidente
de los empresarios madrileños y de la
Cámara de Comercio.
“..los
objetivos que alcanzamos como pieza fundamental en instituciones tan imprescindibles para el devenir empresarial como Ceim y Cámara de Comercio. Los hemos cumplido
con ocasión del proceso electoral de 2010, que ha llevado a Arturo Fernández a
la cúpula de las dos instituciones”. ¿Sabes, Arturo, de dónde he tomado este
párrafo entrecomillado? Del mensaje del presidente de Fedecam, Alfonso Tezanos
Echevarría, que abre la lujosa Memoria 2010 de esa Federación. Y tú te la
llevaste a casa. ¡Vamos, que si Tezanos es un garbanzo negro, como le has contado
tú esta mañana a Pepa Bueno deberías cuidarte mucho, Arturo, porque está en tu cocido.