sábado, 18 de julio de 2015

Los almacenes Harrods "toman" El Corte Inglés

Mientras en sectores empresariales hay gran inquietud ante la toma de un 10% del capital de El Corte Inglés por el inversor qatarí Hamad Bin Jassim Bin Jaber Al Thani,  los medios españoles, que deben continuar bien engrasados por la empresa que es uno de los primeros anunciantes de nuestro país, saludan la operación como un enorme éxito. Hay una excepción, la del digital Hispanidad, cuyo director, Eulogio López, la ha descrito con tanta precisión como crudeza. Y hay que empezar por decir que, lejos de suponer para El Corte Inglés una extraordinaria venta (el qatarí habría pagado 1.000 millones por el 10% del capital), se trata en realidad de la suscripción de una emisión de bonos convertibles a tres años con interés del 6,7%, determinadas garantías entre las que figura la de que en ese plazo El Corte Inglés tiene que estar en Bolsa (todavía no cumple las condiciones para ello) y que en caso de ser incumplidas, tendrá un tipo marginal de penalización. Además, si el inversor quiere realizar la conversión recibirá su 10% en acciones de la autocartera que fueron adquiridas en su momento a un precio un 37% más alto que lo que pagaría el inversor. En román paladino, El Corte Inglés ha obtenido un crédito de mil millones enmascarado con una supuesta inversión cuando se trata de una típica operación de fondos de capital riesgo para empresas en apuros. Es decir, como señala en su cruda información Eulogio López, “emitir deuda para solventar un problema de deuda, y en esas condiciones tan favorables para los qataríes, no parece una buena idea”. Porque no se olvide que este crédito (llamemos a las cosas por su nombre) se suma al sindicado de casi cinco mil millones obtenido hace un año, lo que puede llevar a la sospecha de que, a lo peor, los bancos han cerrado el grifo al que otro tiempo fuera poderoso El Corte Inglés.
Necesitada la famosa marca España de noticias positivas, los medios, como he escrito al comienzo de estas líneas, han saludado con entusiasmo lo que se ha presentado como una gran inversión de un multimillonario qatarí. Y alguno se pasa de entusiasmo y escribe incluso que, aprovechando la supuesta inyección de los mil millones, El Corte Inglés se dispone a iniciar una expansión a México y Perú y a rescatar el antiguo proyecto de implantarse en Italia, más concretamente en la capital lombarda, Milán. Pero se adivina detrás de la información a algún portavoz de la empresa, que hace tiempo viene modificando la gestión de las relaciones externas e institucionales y cuya primera consecuencia ha sido el desmantelamiento de la imagen y reputación de El Corte Inglés construidas durante casi medio siglo. El más elemental resumen de prensa de los dos últimos años hablaría por sí solo porque sería difícil encontrar alguna referencia o noticia positivas de El Corte Inglés, cuando a lo largo de la historia ha sido justamente al revés. Y no se entienda esta afirmación como una simple impresión, porque según el Monitor Empresarial de Reputación Corporativa los grandes almacenes ocupan el segundo lugar en el ranking histórico, pero han descendido hasta el ¡vigésimo puesto! en el de este año 2015.  Y el Monitor Empresarial se elabora con un enorme rigor, lo que convierte sus datos en una referencia indiscutible (por cierto, el primer lugar de reputación corporativa es para Inditex/Zara, la bestia negra de Isidoro Álvarez, anterior presidente de El Corte Inglés, desaparecido hace algo menos de un año). Para hacerse una idea de este rigor, en quince años desde su creación, el Monitor Empresarial se ha convertido en uno de los monitores de referencia de todo el mundo y el único cuya metodología “multistakeholder” está compuesta por cinco evaluaciones y doce fuentes de información. Más concretamente, la clasificación en la que El Corte Inglés ha sufrido el mayor varapalo de su historia en la materia fue elaborada con la participación de 1.260 miembros del comité de dirección, 949 expertos, más de 4.000 ciudadanos, 10.134 trabajadores, 806 estudiantes universitarios, 867 alumnos de escuelas de negocio, 101 responsables de Relaciones Humanas y 91 headhunters.
Precisamente por todo ello tampoco se explica que, coincidiendo con la ceremonia de la entrega de los premios Merco, el actual dircom de El Corte Inglés hiciera la siguiente declaración, publicada por el diario en el que se celebró el acto: Son sobre todo los clientes los que respaldan el modelo reputacional y la trayectoria de las empresas” , lo que es rigurosamente cierto, pero solo lo puede decir el responsable de comunicación de una empresa que del segundo lugar ha descendido al vigésimo si la afirmación va acompañada de su dimisión o si en el minuto siguiente recibe la carta de despido. Si no fuera por la gravedad de la situación, la explicación del dircom de El Corte Inglés podría incluso ser tachada de frivolidad; lo mismo que calificar de gran operación  la compra en subasta por 136 millones del solar de Adif que ocupa actualmente un aparcamiento frente a los grandes almacenes de Castellana, con una puja por el doble de lo ofertado por la segunda propuesta “para impedir –se empeñó alguien en difundir- que fuera adjudicado a Zara”, cuando al parecer Inditex ni siquiera acudió a la subasta. Como escribí con aquella ocasión, Amancio Ortega, creador de Inditex y empresario de indiscutible éxito sin operaciones de crédito ni dircom imprudentes (por cierto, el actual de El Corte Inglés trabajó alguna vez en Inditex), prefiere ver la caída del gigante desde lo más alto de la Torre Picasso, que es una de las inversiones del propietario de Zara a través de su sociedad inmobiliaria Pontegadea. Y quién sabe si alguno de los brillantes estrategas comerciales que tiene Inditex filtró oportunamente el supuesto interés por el solar de Adif para levantar una tienda frente a El Corte Inglés de Castellana, y alguien picó el anzuelo en la empresa que hoy preside Dimas Gimeno.
Habrá que estar atentos al estudio encargado al despacho multinacional de abogados Baker & McKenzie, donde trabajó Manuel Pizarro hasta que fue contratado como asesor del presidente de El Corte Inglés y nombrado consejero. El estudio ha de contemplar el cambio en los estatutos de la Compañía y en el reglamento del Consejo, con su ampliación a quince miembros, todo lo cual supone también una profunda transformación del gobierno corporativo de El Corte Inglés y lógicamente de toda la estructura de la dirección y de su modus operandi. Si hasta hoy el nuevo presidente, sobrino de Isidoro Álvarez, al que sucedió a la muerte de éste el pasado septiembre, ha intentado imponer su estilo personal a una empresa anquilosada y que durante los últimos años cometió tremendos errores estratégicos, parece que definitivamente se ha dado cuenta de que con ese modelo de gestión la compañía, su imagen y su reputación son insostenibles, y todavía habrá que ver en qué términos se sostiene a partir de poner en práctica el estudio que elabora Baker & McKenzie. Pero no es posible seguir leyendo en la incontrolable Red cosas como la expresión “eres más antiguo que El Corte Inglés” ni tampoco continuar la práctica de puertas giratorias (y para colmo en ocasiones a través de la Fundación Ramón Areces y sus actividades) o ver publicado en los periódicos cómo uno de los beneficiados por el sistema de puerta giratoria continúa en la dirección de la compañía después de haberse aprovechado de las “black” de Cajamadrid (bien es cierto que utilizándola en gran porcentaje en el mismo Corte Inglés, lo cual desde luego no es atenuante) o, en fin, cómo uno de los grandes espacios culturales que El Corte Inglés tiene es dirigido por un individuo que llegó ahí después de la destrucción de una edición completa de un libro sobre la historia de los grandes almacenes y procedente de… la editorial que lo había editado y que lo destruyó antes de ponerlo a la venta, con lo que se ganó el título de “torquemada”…, aunque es verdad que entre sus actividades literarias figura un edulcorado artículo escrito con ocasión de la muerte de Isidoro Álvarez, en el que confiesa que con el mismo nombre tuvo dos presidentes, “y ambos transformaron España” (sic): Felipe González, que utilizaba ese alias durante su época de clandestinidad en los años finales de la dictadura, y, claro, Isidoro Álvarez.
Pero estómagos agradecidos y puertas giratorias al margen, volviendo a la noticia que tanto inquieta en sectores empresariales de nuestro país, no deja de ser paradójico que, de momento, el 10% del capital de uno de los grandes arietes de la marca España haya caído en manos del inversor qatarí propietario también de los londinenses y míticos Harrods (“de un alfiler a un elefante”). Y escribo bien el calificativo de paradójico, porque una de las leyendas sobre El Corte Inglés que escuché en varias ocasiones es que, en tiempos de Don Ramón Areces (todos los empleados, directivos y consejeros  le ponen el “don” delante al citar su nombre, al contrario de lo que sucede con Isidoro Álvarez), una delegación de Harrods visitó la empresa, varios de sus centros comerciales, su centro logístico en la Comunidad de Madrid y los talleres Induyco (hoy desaparecidos con ventajosas condiciones para su personal y sin el menor ruido, al contrario de lo que ocurre ahora). Al parecer, los almacenes londinenses tenían la intención de instalarse en España y querían comprobar la competencia que les esperaba. Cuando vieron el modelo de producción, distribución y gestión, le dijeron a sus anfitriones: “Son ustedes la mejor empresa de distribución que hemos conocido en el mundo. La competencia se nos antoja imposible”. Si levantara la cabeza don Ramón y viera al dueño de Harrods sentado en el Consejo de El Corte Inglés…