Como vengo escribiendo desde el inicio del juicio oral, el
principal problema de Bretón es la debilidad de su relato y, en consecuencia,
la facilidad para rebatir prácticamente todo su contenido. Así se está viendo
en la Audiencia
de Córdoba día tras día, testimonio tras testimonio, empezando por el propio
interrogatorio al procesado.
Es verdad que los testigos de parte lo son porque, sin perjuicio de poder sostener que no tienen interés en el
procedimiento y de responder de forma
objetiva a lo que se les pregunte, comparecen a partir de la certeza en quien los
propone de que su conocimiento de los hechos se ajustará a la posición
sostenida en el pleito. De manera que no puede ser una sorpresa que las
declaraciones de Juan David López, primo político de Ruth, que ha comparecido
hoy, sea uno de los dos grandes testimonios de cargo entre todos cuantos se han
escuchado desde que comenzó el juicio oral. Porque Juan David López ha
declarado que Bretón le dijo que los niños estaban muertos, cuando fue a
visitarle a la prisión fingiendo estar de su parte y en contra de Ruth. Lo
mismo que el testimonio de uno de los presos de apoyo del acusado, encargado
precisamente de su vigilancia por si tuviera la intención de suicidarse, que ha
declarado que éste le dijo que tenía que haber hecho lo que le sugirió su
hermana Catalina Bretón: “Matar a Ruth en vez de a los niños”, lo que, más allá
del derecho que asiste a los familiares en primer grado de un procesado de no
declarar en el juicio, nos daría otra de las claves de por qué no lo hicieron
los hermanos y los padres de Bretón, que seguramente piensan, o saben, lo que pensamos
todos.
Ni que decir tiene que Bretón negó
durante la instrucción del sumario estos testimonios acusatorios, e incluso el
juez instructor celebró un careo entre el acusado y el primo de su esposa. Pero
no parece difícil que el jurado popular se incline por dar veracidad a los
testimonios de primo y recluso por mucho que lo niegue éste. Y es que la
debilidad del relato de Bretón contamina su credibilidad en la misma medida que
fortalece la de los testigos, aunque sean de las partes acusadoras.