jueves, 23 de octubre de 2014

Amarillismo por amarillismo...

Me revuelvo esta mañana inquieto ante la pantalla del ordenador que recoge la información con la que abre, como decimos en nuestro argot, la web El Confidencial Digital bajo el título “Moncloa convocó a directores de medios para acusarles de “amarillismo” en la crisis del ébola” (http://www.elconfidencialdigital.com/politica/Moncloa-convoco-directores-acusarles-amarillismo_0_2367963212.html). En ella se cuenta con bastante detalle el encuentro “totalmente off the record” –explica-, a cargo de la secretaria de Estado, Carmen Martínez Castro, a la que conozco de los tiempos de Antena 3 de Radio y con la que me reencontré luego en la Onda Cero de José Luis Orosa y Javier González Ferrari, todavía en manos de Telefónica.
Confieso que mi inquietud se tradujo en indignación cuando leí que la secretaria de Estado habló de la “alarma social” que estaban creando las informaciones periodísticas sobre el contagio del virus sufrido por una auxiliar de enfermería que atendió a los dos misioneros enfermos de ébola repatriados por decisión del gobierno de Mariano Rajoy.
Amarillismo por amarillismo prefiero la información publicada por mis colegas al despliegue facilitado por los servicios de Moncloa para recoger con todo tipo de imágenes la llegada de los misioneros a Torrejón de Ardoz, el desembarco de la espectacular camilla de los aviones en que viajaron y hasta las caravanas hacia el Hospital Carlos III donde fueron ingresados y donde fallecieron.
Amarillismo por amarillismo prefiero la información publicada por mis colegas a la lamentable rueda de prensa a cargo de la ministra de la cosa a las pocas horas de conocerse el contagio de Teresa Romero.
Amarillismo por amarillismo prefiero la información publicada por mis colegas a las despreciables declaraciones del Consejero de Sanidad de Madrid, Comunidad gobernada por el mismo Partido Popular que gobierna España, en las que poco menos que culpó a la auxiliar de enfermería del contagio sufrido. Consejero que, por cierto, continúa en su puesto con grandes aplausos cosechados en una intervención sobre el asunto en la Asamblea de Madrid y que le dedicó el grupo popular de la Cámara.
Amarillismo por amarillismo prefiero la información publicada por mis colegas a la miserable capitalización del éxito personal de la afectada y de los médicos que la atienden (reitero: de la afectada y de los médicos que la atienden) que hizo el presidente madrileño, Ignacio González, incluso antes de conocerse el resultado del análisis definitivo que revelaba que Teresa Romero había vencido al ébola.
Para alarma social, la creada por Luis Bárcenas, que algo tiene que ver con el Partido Popular y con su presidente Mariano Rajoy, al que Carmen Martínez Castro sirvió diligentemente durante su particular travesía del desierto hacia la tierra prometida de Moncloa. Y los sobresueldos de la caja B y ahora lo de Acebes, que mandó comprar acciones de un medio de información con el que el PP se sentía muy identificado, y que fue secretario general del Partido Popular con la presidencia de Rajoy.
Para alarma social, la de la Gürtel, en la que también tiene mucho que ver el PP.
Para alarma social la de las tarjetas opacas de Cajamadrid y Bankia... Y lo que consumieron con ellas Rato y unos cuantos destacados miembros del Partido Popular que formaron parte de los consejos de las entidades.
Para alarma social la que crea Mariano Rajoy con sus permanentes silencios o incluso fugas para no responder a los periodistas sobre asuntos que nos interesan más que los que previamente fija la secretaria de Estado.
Para alarma social las ruedas de prensa sin preguntas, modalidad de comunicación (?) más habitual en Presidencia del Gobierno. 
En Noticias Madrid Norte, una web creada por una emprendedora inconformista, he calificado a este gobierno de “tecnócratas de la corrupción”. Y es esa tecnocracia, cada vez más próxima a la tangentópolis italiana de los años noventa del pasado siglo, la que crea alarma social, no la información sobre el contagio del ébola a una auxiliar de enfermería.
Y por cierto, a mí tampoco me gustó la foto literalmente robada de Teresa Romero en su habitación de la Carlos III que algunos medios publicaron. Pero con la que está cayendo a niveles de ética política, la secretaria de Estado es la menos indicada para reprochárselo a los medios.