- Un cliente entraba en un Galerías de Madrid a las dos de la tarde de un día de agosto y pedía a un dependiente un paraguas, y el dependiente, con cara de sorpresa le decía sin mirarle: “Mire usted en Oportunidades a ver si encuentra lo que busca, porque un paraguas en agosto…” Se iba al Corte Inglés, pedía lo mismo a un dependiente que con la mejor de sus sonrisas le llevaba al departamento donde le mostraba paraguas perfectamente alineados por categorías: de hombre, de mujer, plegables, estampados, lisos con todo el colorido posible, empuñaduras de diseño, de madera o de plástico… ¿Quiere que le abra algunos…? todavía preguntaba el dependiente, indudablemente motivado, mientras el “nuestro” daba la impresión de esperar solo el fin de la jornada y el del mes para cobrar la nómina.
La anécdota, que bien podría haber servido para marcar el comienzo del final de Galerías Preciados, la ponía yo recientemente en relación con lo que publicaba la web El Confidencial (uno de los grandes de la red), dando cuenta de un incidente en El Corte Inglés de Castellana, la joya de la corona del en otro tiempo gigante de los grandes almacenes: una empleada se había encarado con Francisco Álvarez Cascos con el que coincidía en una cafetería del centro comercial acusándole, “como parte de la casta, de la crisis, de los bajos salarios, de que en plantilla cada vez seamos menos y trabajemos más en sábados, en domingos, en agosto, en diciembre…”
La anécdota, que bien podría haber servido para marcar el comienzo del final de Galerías Preciados, la ponía yo recientemente en relación con lo que publicaba la web El Confidencial (uno de los grandes de la red), dando cuenta de un incidente en El Corte Inglés de Castellana, la joya de la corona del en otro tiempo gigante de los grandes almacenes: una empleada se había encarado con Francisco Álvarez Cascos con el que coincidía en una cafetería del centro comercial acusándole, “como parte de la casta, de la crisis, de los bajos salarios, de que en plantilla cada vez seamos menos y trabajemos más en sábados, en domingos, en agosto, en diciembre…”
Y probablemente la empleada, homologable al vendedor de paraguas del
final de Galerías Preciados, desconociera el motivo de la presencia allí de
Álvarez Cascos, cuya esposa, María Porto, marchante de arte, tiene un espacio
en El Corte Inglés de Castellana. Como también desconocerá la generosa
aportación que El Corte Inglés hizo en publicidad exterior –y desconozco si
seguirá haciendo- al complejo Hípica Almenara S.L. situado en las afueras de
Toledo, propiedad del ex ministro de Defensa y ex presidente del Congreso José
Bono y sus cuatro hijos, uno de ellos jinete. Algún día habrá que contar otro
tipo de puertas giratorias que El
Corte Inglés abre a la política con más generosidad que a los empleados que se
encaran con Álvarez Cascos, al que no por casualidad llamaban en sus tiempos de
secretario general del PP el general
secretario.
Se me dirá que el incidente es una anécdota dentro de una empresa que
da trabajo directo a cerca de 100.000 personas, pero en el en otro tiempo
gigante no hay nada anecdótico y mucho menos que salte a titulares en los que
cada vez aparece El Corte Inglés más zarandeado porque, como dice el “Triángulo
de las Bermudas”, la voz sindical libre de sus trabajadores, Internet es un
refugio de libertad digamos que menos controlable.
No sabemos si en la Junta General Anual (será el domingo, último de agosto,
como es tradición) se abordará la salida a Bolsa de un porcentaje de El Corte
Inglés que aconseja Manuel Pizarro, el nuevo asesor del presidente Isidoro
Álvarez, como también propuso profesionalizar la gestión del gigante empeñado
en su autodestrucción. Pero en la pasada semana, como preámbulo de la Junta de
El Corte Inglés, se han hecho públicos los beneficios de Pontegadea
Inmobiliaria, la sociedad en la que Amancio Ortega (Inditex, Zara…) invierte en
edificios y comercios y que el año pasado ganó un 32% más que en 2012.
¡Qué cosas…! Cuando Isidoro presidía el gigante creyéndolo imbatible,
le ponía de los nervios ver un Zara en las proximidades de los centros de El
Corte Inglés. Ahora, Isidoro, que echó el resto en el horror de la torre que
sustituyó a Windsor, se encuentra con que como incómodo vecino e inversor
inmobiliario de éxito tiene a Amancio Ortega, creador de Zara y propietario de
la Torre Picasso, obra del japonés Minoru Yamasaki (Torres Gemelas de Nueva York,entre otros muchos emblemáticos edificios de universidades, aeropuertos, banca, etcétera, en Estados Unidos)) que mira esbelta y desafiante
desde hace más de 30 años y desde sus 157 metros a todo el complejo Azca,
incluyendo los que desde esa perspectiva parecen casi ridículos 111 metros de
altura de la “nueva Windsor” (de los ignotos Muñoz y Vilala).
Lo que es la vida: 25 años después de la muerte de don Ramón, Amancio
Ortega tiene a sus pies la joya de la
corona de El Corte Inglés, los bancos tienen como garantía de un crédito de
cinco mil millones los edificios más valiosos de El Corte Inglés y el Santander
se ha hecho con el 51% de su financiera. No sé si alguien pedirá cuentas este
domingo.
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NOTA DEL EDITOR. Este blog se ha dirigido a la dirección de
Comunicación de El Corte Inglés ofreciendo su espacio para recoger cualquier
información sobre lo aquí publicado e incluso entrevistar al directivo que
decidan “para publicar sus respuestas”,
es decir, con luz y taquígrafos, o si
se prefiere grabadora, porque esta página se limita a recoger, comentar y
publicar informaciones, pero no las negocia.