Leed bien lo que entrecomillo, que luego os cuento:
“Con el
mismo nombre tuve dos presidentes. Ambos transformaron España. Uno utilizó en
la clandestinidad el nombre del obispo sevillano, quizás por su origen. Lo
abandonó pronto para convertirse en Felipe González, presidente socialista del
Gobierno de España.
El otro ha
sido Isidoro Álvarez, presidente de El Corte Inglés. Mi admirado jefe ya
descansa para siempre…”
“…Combatió
sin desmayo esta crisis, que parece enquistarse sin dejar ver luminosidad de la
salida prevista, y mantuvo pese a los rigores y a los dictámenes llenos de
obviedades, una plantilla de casi cien mil trabajadores. Fue un empeño personal
de Isidoro Álvarez….”
“…Siento
sinceramente su pérdida, la pérdida de un hombre que supo apostar… por el valor
sagrado de la cultura, Isidoro sabía que la cultura hace a los pueblos grandes,
libres y poderosos, y que nunca es solo un gasto, sino una inversión…”
“…Hoy hay ya
un nuevo presidente en El Corte Inglés. Sigue la estela de quienes le
precedieron desde los vínculos familiares que han hecho de Dimas Gimeno la
cuarta generación al frente de El Corte Inglés. Llega con ese aire fresco que
entra por las ventanas de su generación…”
“…Siento muy
sinceramente la pérdida de Isidoro Álvarez. Mi presidente.”
Imagino a Isidoro removiéndose en su tumba de la iglesia de
San Ginés al ver su nombre unido al de Felipe González, lo que solo se le
puede ocurrir a un necio, a un succionaciruelos,
que escribiría Pérez Reverte, o a un estómago agradecido, como lo calificaría
José María García que también podría tacharle de lametraserillos. Y es que el autor del ¿artículo?, que ha publicado en La Voz de Galicia bajo el título Isidoro
(faltaría más) y que leído en su totalidad da aún más vergüenza ajena que las
frases que reproduzco, es, como él mismo reconoce, un empleado de El Corte
Inglés. Y yo añado que se trata de un privilegiado empleado de El Corte Inglés,
al que accedió no después de entregar su currículo en el departamento de personal ni seleccionado por cazadores de cerebros sino desde la dirección
comercial de una de las grandes editoriales de nuestro país y no sin que antes ésta
se rindiera a la petición de El Corte
Inglés de destruir los 20.000 ejemplares de la edición del libro Biografía de El Corte Inglés, una obra
de investigación del periodista Javier Cuartas que, como escribo siempre que
tengo ocasión, sería libro de texto obligado en cualquier escuela de negocios.
Ni que decir tiene que el director comercial formó parte del “comando
Torquemada” en el que estaba también uno de los actuales consejeros de El Corte
Inglés, que primero lo incluyó en la nómina de su pesebre y que se supone que después fue quien le abrió la puerta
giratoria para ponerle al frente de un “Espacio Cultural” en el que hay que
pensar que sigue apostando por el valor sagrado de la cultura, una de las apuestas
de Isidoro que descubre su ocasional hagiógrafo, para el que no exactamente la
cultura sino la destrucción de la cultura ha sido una auténtica inversión.
Coincide mi lecturas del ¿artículo? de este Torquemada con
la del economista Juan Ramón Rallo en su blog Laissez Faire, que publica en la
web capitalbolsa.com, en el que cuenta cómo El Corte Inglés, al que tilda de espejo
de España, ha tenido que prescindir durante la crisis de más de 14.000
empleos y reducir a casi la nada sus beneficios. Pero para el autor del
¿artículo? de los dos Isidoros (ya se sabe, Felipe González e Isidoro Álvarez),
su jefe, al que para que no haya dudas llama “mi presidente”, mantuvo, “pese
a los rigores y a los dictámenes llenos de obviedades una plantilla de casi
cien mil trabajadores. Fue un empeño personal de Isidoro Álvarez….” (fin de
la cita, que diría Mariano Rajoy).
Y metidos ya en hagiografía, recibamos como se merece al
sucesor de Isidoro, que llega con ese aire
fresco que entra por las ventanas de su generación. Y es que el futuro, el
de este torquemada, está también en juego, y quiere seguir sacando rendimiento
a la inversión.