Hay que imaginar a Dimas
Gimeno, el presidente de El Corte Inglés desde la muerte de Isidoro Álvarez el
verano pasado, estudiando a qué frente acudir o qué incendio apagar en la
crisis que sufre el que en otro tiempo fuera gigante de la distribución
española. Son tantos y de tanta magnitud que dejan casi en anécdota la
intolerable y también insostenible permanencia en la empresa y en la planta
noble de sus oficinas centrales de Estanislao Rodríguez Ponga, secretario de
Estado de Hacienda en un gobierno de Aznar, beneficiario de las tarjetas “black” de Cajamadrid, al que el juez que
instruye esa causa le ha señalado una fianza de los más de 250.000 euros que
gastó con la tarjeta (curiosamente, buena parte de ellos en El Corte Inglés), y
al que Isidoro Álvarez le puso despacho después de recibir una llamada de
Rodrigo Rato tras la derrota electoral del 14 de marzo de 2004. A pesar de que con
una estricta aplicación de las normas europeas en lo que respecta a la responsabilidad
corporativa, Rodríguez Ponga debería estar ya en la calle, sigue refugiado en
la planta noble de Hermosilla diciendo “sí, señor…”, haciendo así bueno el alias
con el que es conocido.
Una anécdota al fin y al cabo, ante la cantidad y gravedad de los problemas que acucian a El Corte Inglés. Por ejemplo, sigue sin resolverse la presidencia de la Fundación Ramón Areces, decisivaporque es propietaria del 40% de El Corte Inglés; y mucho más
decisiva ahora, porque el 7,5% que poseen Dimas Gimeno y su familia es
insuficiente para alcanzar la mayoría que le daría el poder absoluto, como lo
tuvieron sus antecesores, Ramón Areces e Isidoro Álvarez, que sí sumaban con la Fundación esa mayoría.
Ahora la única que puede alcanzar con la Fundación más del 50% de la compañía es María
José Guil, la viuda de Isidoro Álvarez, que tiene el 15 por 100 de El Corte
Inglés y que ya ha colocado a sus dos
hijas en el Consejo de la compañía.
Al hilo de lo que vamos a
llamar poder accionarial, se ha
desencadenado una tremenda batalla por la presidencia de la Fundación , en la que
Florencio Lasaga hace valer su veteranía (tiene casi 80 años) y su papel de
albacea testamentario de Isidoro Álvarez, alineado por tanto al lado de las
hijas adoptivas del presidente desaparecido, Cristina y Marta, y en la que Juan
Hermoso, consejero como Lasaga, se postula también para presidir la Fundación , y en busca de
ello está entregado a Dimas Gimeno, que lo tiene acogido en su seno. Sorprende la elección del presidente, aun aceptando la
capacidad de maniobra demostrada por Hermoso a lo largo de su trayectoria en la
empresa, aunque también están demostrados sus enormes errores en la
contratación de ejecutivos pescados en
los caladeros de Inditex y Carrefour, entre los que se encuentra el
director de Relaciones Externas cuyo trabajo más parece de demolición de una
marca convertida en modelo a estudiar en las mejores escuelas, de cuyo
deterioro son una buena muestra los resultados de cualquier buscador
al escribir El Corte Inglés, porque es difícil encontrar entre ellos alguna noticia
positiva.
Además y como es obvio, el
nuevo presidente tiene que hacer frente a la realidad que le dejó su tío, consecuencia de los errores estratégicos y sobre todo de expansión cometidos
especialmente durante los últimos años, coincidiendo, por tanto, con los de la
tremenda crisis económica. Y lo peor es que todo apunta a que se pretende corregir errores con nuevos errores. Ahí está, sin ir más lejos, la
reconversión del centro de Ademuz, en Valencia, que jamás fue rentable y que es
una muestra de los errores estratégicos a los que he hecho referencia. Pero,
fiel a la cultura aprendida de su tío, Dimas Gimeno se resiste a cerrar un
centro y ha decidido convertir este valenciano en un outlet, para ofertar lo que no se vende en temporada e intentar que
no vuelva al almacén central de Valdemoro. ¿Se conseguirá amortizar siquiera el
coste de la reconversión? ¿Y qué piensa hacer Dimas Gimeno también con Nuevo
Centro, igualmente en Valencia, que tampoco ha sido nunca rentable? O qué decir
de El Bercial, en Getafe, en el que, según aseguran los propios empleados,
desde su inauguración no entra ni el viento. ¿Y el centro de El Tiro, en
Murcia? ¿Y Marinaleda, en La
Coruña …? ¿Acabarán siendo outlets
ante su falta de rentabilidad y, lo que es peor, la imposibilidad de alcanzarla algún día?
Ahora leemos la noticia de
que Viajes El Corte Inglés ha dejado de ser la proveedora de los viajes de los
diputados de las Cortes españolas (como he escrito líneas arriba, difícilmente
se encuentra en los medios una noticia positiva de El Corte Inglés), concesión que tenía desde
los tiempos en que José Bono presidía el Congreso de los Diputados. Por ella
nos hemos enterado de que, en principio, había un par de cláusulas en el pliego
de condiciones que solo podían ser cumplidas por El Corte Inglés; varias
agencias lo denunciaron a la Mesa
del Congreso, que se vio obligada a retirar esas cláusulas, sin las que El
Corte Inglés ha sido derrotado por Viajes Barceló.
Y mientras ocurre todo esto
en el en otro tiempo gigante español de la distribución, Mercadona e Inditex
avanzan posiciones. El Corte Inglés negocia créditos y reconversiones, pierde
concesiones, es escenario de más o menos soterrados duelos de poder familiares o
mediopensionistas y se ve obligado a maquillar su cuenta de resultados, como ha
venido haciendo en los últimos ejercicios, pero Mercadona, por ejemplo, vive una semana espectacular, con una cuenta de resultados que eleva a la
empresa de Roig hasta el segundo lugar de las españolas por ventas,
inmediatamente detrás de Repsol, y con un 5% de aumento en los beneficios (549
millones) sobre los obtenidos el año anterior, con una inversión de 655
millones en las 60 tiendas que ha abierto en 2014, sin deudas con los bancos y
con unas reservas líquidas de 2.883 millones solamente superada por Inditex
(Zara) cuya división inmobiliaria (Pontegadea) continúa haciendo inversiones de
gran rentabilidad, como la del edifico Prisa, de la
Gran Vía madrileña.
Merece la pena leer hoy el artículo de Jesús Cacho titulado “El otoño de El Corte Inglés y el dilema de
Don Isidoro”, publicado en agosto de 2013 en vozpópuli (http://vozpopuli.com/economia-y-finanzas/30477-el-otono-de-el-corte-ingles-y-el-dilema-de-don-isidoro). Año y medio después las cosas siguen igual, aunque es invierno en los grandes
almacenes y a Don Isidoro, fallecido el pasado verano, le ha sucedido su
sobrino Dimas Gimeno. Pero, como escribía Cacho en su diario en la red
reproduciendo una maldad publicada
por Rehting Marketing, en la que comparaba a El Corte Inglés y