viernes, 13 de marzo de 2015

La eterna crisis de El Corte Inglés de Dimas

Hay que imaginar a Dimas Gimeno, el presidente de El Corte Inglés desde la muerte de Isidoro Álvarez el verano pasado, estudiando a qué frente acudir o qué incendio apagar en la crisis que sufre el que en otro tiempo fuera gigante de la distribución española. Son tantos y de tanta magnitud que dejan casi en anécdota la intolerable y también insostenible permanencia en la empresa y en la planta noble de sus oficinas centrales de Estanislao Rodríguez Ponga, secretario de Estado de Hacienda en un gobierno de Aznar, beneficiario de las tarjetas “black” de Cajamadrid, al que el juez que instruye esa causa le ha señalado una fianza de los más de 250.000 euros que gastó con la tarjeta (curiosamente, buena parte de ellos en El Corte Inglés), y al que Isidoro Álvarez le puso despacho después de recibir una llamada de Rodrigo Rato tras la derrota electoral del 14 de marzo de 2004. A pesar de que con una estricta aplicación de las normas europeas en lo que respecta a la responsabilidad corporativa, Rodríguez Ponga debería estar ya en la calle, sigue refugiado en la planta noble de Hermosilla diciendo “sí, señor…”, haciendo así bueno el alias con el que es conocido.
Una anécdota al fin y al cabo, ante la cantidad y gravedad de los problemas que acucian a El Corte Inglés. Por ejemplo, sigue sin resolverse la presidencia de la Fundación Ramón Areces, decisivaporque es propietaria del 40% de El Corte Inglés; y mucho más decisiva ahora, porque el 7,5% que poseen Dimas Gimeno y su familia es insuficiente para alcanzar la mayoría que le daría el poder absoluto, como lo tuvieron sus antecesores, Ramón Areces e Isidoro Álvarez, que sí sumaban con la Fundación esa mayoría. Ahora la única que puede alcanzar con la Fundación más del 50% de la compañía es María José Guil, la viuda de Isidoro Álvarez, que tiene el 15 por 100 de El Corte Inglés y que ya ha colocado a sus dos hijas en el Consejo de la compañía.
Al hilo de lo que vamos a llamar poder accionarial, se ha desencadenado una tremenda batalla por la presidencia de la Fundación, en la que Florencio Lasaga hace valer su veteranía (tiene casi 80 años) y su papel de albacea testamentario de Isidoro Álvarez, alineado por tanto al lado de las hijas adoptivas del presidente desaparecido, Cristina y Marta, y en la que Juan Hermoso, consejero como Lasaga, se postula también para presidir la Fundación, y en busca de ello está entregado a Dimas Gimeno, que lo tiene acogido en su seno. Sorprende la elección del presidente, aun aceptando la capacidad de maniobra demostrada por Hermoso a lo largo de su trayectoria en la empresa, aunque también están demostrados sus enormes errores en la contratación de ejecutivos pescados en los caladeros de Inditex y Carrefour, entre los que se encuentra el director de Relaciones Externas cuyo trabajo más parece de demolición de una marca convertida en modelo a estudiar en las mejores escuelas, de cuyo deterioro son una buena muestra los resultados de cualquier buscador al escribir El Corte Inglés, porque es difícil encontrar entre ellos alguna noticia positiva.
Además y como es obvio, el nuevo presidente tiene que hacer frente a la realidad que le dejó su tío, consecuencia de los errores estratégicos y sobre todo de expansión cometidos especialmente durante los últimos años, coincidiendo, por tanto, con los de la tremenda crisis económica. Y lo peor es que todo apunta a que se pretende corregir errores con nuevos errores. Ahí está, sin ir más lejos, la reconversión del centro de Ademuz, en Valencia, que jamás fue rentable y que es una muestra de los errores estratégicos a los que he hecho referencia. Pero, fiel a la cultura aprendida de su tío, Dimas Gimeno se resiste a cerrar un centro y ha decidido convertir este valenciano en un outlet, para ofertar lo que no se vende en temporada e intentar que no vuelva al almacén central de Valdemoro. ¿Se conseguirá amortizar siquiera el coste de la reconversión? ¿Y qué piensa hacer Dimas Gimeno también con Nuevo Centro, igualmente en Valencia, que tampoco ha sido nunca rentable? O qué decir de El Bercial, en Getafe, en el que, según aseguran los propios empleados, desde su inauguración no entra ni el viento. ¿Y el centro de El Tiro, en Murcia? ¿Y Marinaleda, en La Coruña…? ¿Acabarán siendo outlets ante su falta de rentabilidad y, lo que es peor, la imposibilidad de alcanzarla algún día?
Ahora leemos la noticia de que Viajes El Corte Inglés ha dejado de ser la proveedora de los viajes de los diputados de las Cortes españolas (como he escrito líneas arriba, difícilmente se encuentra en los medios una noticia positiva de El Corte Inglés), concesión que tenía desde los tiempos en que José Bono presidía el Congreso de los Diputados. Por ella nos hemos enterado de que, en principio, había un par de cláusulas en el pliego de condiciones que solo podían ser cumplidas por El Corte Inglés; varias agencias lo denunciaron a la Mesa del Congreso, que se vio obligada a retirar esas cláusulas, sin las que El Corte Inglés ha sido derrotado por Viajes Barceló.
Y mientras ocurre todo esto en el en otro tiempo gigante español de la distribución, Mercadona e Inditex avanzan posiciones. El Corte Inglés negocia créditos y reconversiones, pierde concesiones, es escenario de más o menos soterrados duelos de poder familiares o mediopensionistas y se ve obligado a maquillar su cuenta de resultados, como ha venido haciendo en los últimos ejercicios, pero Mercadona, por ejemplo, vive una semana espectacular, con una cuenta de resultados que eleva a la empresa de Roig hasta el segundo lugar de las españolas por ventas, inmediatamente detrás de Repsol, y con un 5% de aumento en los beneficios (549 millones) sobre los obtenidos el año anterior, con una inversión de 655 millones en las 60 tiendas que ha abierto en 2014, sin deudas con los bancos y con unas reservas líquidas de 2.883 millones solamente superada por Inditex (Zara) cuya división inmobiliaria (Pontegadea) continúa haciendo inversiones de gran rentabilidad, como la del edifico Prisa, de la Gran Vía madrileña.
Merece la pena leer hoy el artículo de Jesús Cacho titulado “El otoño de El Corte Inglés y el dilema de Don Isidoro”, publicado en agosto de 2013 en vozpópuli (http://vozpopuli.com/economia-y-finanzas/30477-el-otono-de-el-corte-ingles-y-el-dilema-de-don-isidoro). Año y medio después las cosas siguen igual, aunque es invierno en los grandes almacenes y a Don Isidoro, fallecido el pasado verano, le ha sucedido su sobrino Dimas Gimeno. Pero, como escribía Cacho en su diario en la red reproduciendo una maldad publicada por Rehting Marketing, en la que comparaba a El Corte Inglés y la Iglesia católica, “las nuevas generaciones ni compran en El Corte Inglés ni acuden a Misa los domingos”.