viernes, 20 de diciembre de 2013

Pornografía política

Si la Real Academia define la palabra pornografía como carácter obsceno de obras literarias o artísticas, se me permitirá que califique de pornografía lo que está aflorando de la política que, al fin y a la postre y según una de sus definiciones clásicas, es el arte de lo posible. Casi coincidiendo con el registro judicial de la sede del Partido Popular durante la pasada noche y madrugada en busca de la documentación de lo que es un clamor (su financiación irregular, sus pagos en negro, las donaciones millonarias de empresas y empresarios a cambio de concesiones de toda índole…) siguen publicándose los correos recibidos y enviados por Miguel Blesa durante su época de dueño y señor (a la vista de sus actividades era algo más que presidente) de Cajamadrid a la que, por cierto, condujo a la ruina que… hemos pagado todos los españoles. Pura pornografía política.


¿Cómo a partir de ahora y a la vista de los correos que se vienen publicando podrá presumir Esperanza Aguirre de liberal, condición de la que, por cierto, yo siempre he dudado y así lo he expresado por escrito en más de una ocasión? Ya, liberal, y no sabe usted con quién está hablando. Ya, liberal, pero colóqueme a estos cuantos amiguetes en consejos de administración. Ya, liberal, pero le hemos quitado un puesto a ese hijoputa (sic) recogido por un indiscreto micrófono cuando la lideresa liberal repartía mamandurrias a amigotes a costa de Cajamadrid y otras empresas dependientes de esta entidad. Ya, liberal, pero tienes que financiar, Miguel (Blesa), las retransmisiones de los partidos del Real Madrid a Telemadrid, esa televisión pública independiente en la que coloco a quien me da la gana, en la que la lideresa manipula telediarios y hasta los anuncios y donde se carga al periodista que se atreva a hacerle una pregunta incómoda… Ya, liberal, pero si Rajoy no interviene a tiempo, Ignacio González, el delfín de la lideresa, hubiera llegado a la presidencia de Cajamadrid, que el listón para ese cargo lo fueron bajando a la medida del recomendado de turno.

Y hablando del delfín, ¿qué me cuentan del episodio todavía no cerrado del ático en la Costa del Sol con alquiler a precio de vivienda social y comprado con un dinero cuya procedencia trata de establecer una jueza que, de momento, ha imputado a la santa del presidente madrileño?

¿Y qué me dicen de la santa del presidente madrileño, la imputada por lo del ático de Marbella, nombrada por Arturito Fernández, el presidente de la Ceim, su mano derecha en la patronal madrileña y que paguen los empresarios, porque la señora tiene sueldo acorde con el relumbrón de su cargo y… de su ático de la Costa del Sol, mientras a Arturito el deudas, le quitan la concesión de los bares y restaurantes de Ifema y del Congreso de los Diputados, que habría que ver cómo se las dieron, pero sigue siendo conocido como ministro sin cartera del gobierno de Ignacio González de tanto como manda ahí (estoy dispuesto yo a nombrarle incluso presidente de mi casa en cuanto contrate a mi santa por la mitad de lo que los empresarios –que no él- paga a la del delfín de Esperanzita).

¿Y qué me cuentande ese gran estadista, José María Aznar, que firmaba partes de guerra entre abdominal y abdominal mientras nos sacaba del desván de la historia, y aún tenía tiempo de multiplicar panes y peces aunque luego estalló la burbuja y se quedó el país, la banca, las viviendas, las hipotecas y hasta el gran estadista literalmente en pelotas y panes y peces oliendo a podrido? ¿No es el mismo que quiso colocarle a Cajamadrid una colección de supuesto arte de un amigo suyo a cambio de tropecientos millones, aunque la obra que más valía se hubiera abierto paso con dificultad en cualquier feriarte? ¿Y qué decir der niño Asnar, de lenguaje aquí estoy yo y te vas a enterar, Miguel Blesa, por no haber hecho lo que mi padre te ha dicho que hagas?

¿Y el registrador de la propiedad de Benidorm, que nos administra el hambre mientras dobla el espinazo hasta los pies ante la cancilleresa. Tanto dobla el espinazo que los vigilantes del europarlamento le pidieron la acreditación porque le confundieron con el mayordomo, mientras su delegación –la del registrador, que no la del vigilante-, gritaba ¡He is the president of Spain!, ¡He is… etcétera…”

Del ex alcalde de Madrid que hace bolos por Justicia ni escribo… ¿Para qué…? ¡Menudo jurista nos ha salido el mozo…!, al que le gusta recordar que es el fiscal más joven de la historia de España, que en esto de las oposiciones éstos son unos monstruos…, como Fraga, pero nadie les ha convencido (Fraga se murió sin aceptarlo) que a la política y mucho menos a la presidencia del gobierno no se llega por oposición, y parece que, de momento, tampoco por decencia…

¿Y ese peaso de demócrata del ministro de Interior y del Opus Dei…? ¡Toma defensa de las libertades…! y que vuelva el botijo, como llamábamos a la tanqueta con chorro de agua a presión allá por los sesenta en la Complutense… Por si se les ha olvidado, una sugerencia: que los chorros de agua de la tanqueta sean cada día de un color, y así identifican los maderos más fácilmente a los belicosos estudiantes, que hay que ver las cosas que reclaman. Sí, hombre, eso de libertad, libertad, libertad, y por ahí se empieza. Por cierto, ¿por qué no vuelven los grises, con aquella gorra de plato con la correa ajustada por debajo de la barbilla y porra en mano…?


Pura pornografía… pero hay una solución… Puesta al aire ya todas las vergüenzas de los políticos como cualquier pornografía que se precie, rescatemos el “márchese…” que en aquellos tiempos venía acompañado de “señor Gonzàlez”. Salgamos a la calle, rodeemos Congreso, Senado, La Moncloa, la Real Casa de Correos y hasta la Ceim y gritemos que se marchen todos… Y a lo mejor así vuelve la decencia a este país. 

sábado, 23 de noviembre de 2013

La "doctrina Bandrés"

En medio del griterío de la brunete mediática, que se lava la conciencia a base de eructos contra el fallo del Tribunal de Estrasburgo declarando ilegal la doctrina Parot, hemos asistido a la que me van a permitir que llame “doctrina Bandrés”, la expresada por ese tan buen vasco como buen jurista y buen demócrata (en la foto, bajo estas líneas), que hace muchos años, cuando el silencio de las pistolas de los asesinos de ETA era una quimera, dijo aquello de “llegará un día en que la sociedad tendrá que ser muy generosa para encontrarse en la calle con el asesino de su padre o de su marido o de su hijo…”


Si Juan Mari Bandrés viviera, seguro que hubiera tenido un hueco en dos actos celebrados en las últimas horas en Euskadi: por un lado, el abrazo de la viuda del sargento de la Ertzaintza Joseba Goikoetxea, asesinado por ETA hace veinte años, con dos etarras arrepentidos de la llamada vía Nanclares, Carmen Gisasola y Andoni Altza, este último detenido en su día precisamente por Goikoetxea, y puestos ambos en libertad antes de la decisión del Tribunal de Estrasburgo; por otro lado, el acto celebrado en Vitoria por la “Fundación Buesa”, que unió en la misma mesa a Iñaki Arrizabalaga, hijo de otra víctima de ETA; el periodista Gorka Landaburu, que sufrió graves lesiones en un mano con un paquete bomba remitido por la banda terrorista, y el arrepentido Iñaki Rekarte, autor, entre otros, de la colocación de un coche bomba en Santander, que produjo tres muertos y decenas de heridos, y que acaba de salir de prisión gracias al fallo del Tribunal de Estrasburgo. Reveladoras sus palabras de descalificación de quienes se niegan a pedir perdón por los crímenes cometidos: “¿Matas a alguien y te cuesta pedir perdón? Es hora de olvidar la política y hacer las cosas de ser humano a ser humano”.

En el acto celebrado en el aniversario del asesinato del sargento, en la Plaza de la Convivencia, de Bilbao, también estuvieron presentes, entre otros, la hija del doctor Brouard, militante de Herri Batasuna asesinado por los GAL, y una hermana de José Ignacio Zabala, uno de los dos etarras secuestrados, torturados y enterrados con cal por cuyos hechos fue procesado y condenado el general de la Guardia Civil Enrique Rodríguez Galindo. Y también acudieron familiares del diputado abertzale Josu Muguruza, asesinado por disparos de la extrema derecha en un hotel de la madrileña calle Alcalá, que estaban codo con codo con los familiares de Francisco Javier Gómez Elósegui, psicólogo de la prisión de Martutene, asesinado por ETA; la viuda de otro ertzaina víctima igualmente de la banda terrorista y un hermano del etarra Txiki Paredes Manot, uno de los cinco últimos fusilados en nuestro país apenas dos meses antes de la muerte del dictador, aquél maldito 27 de septiembre de 1975, que Luis Eduardo Aute narra en su inolvidable “Al Alba…”.

Escribí al comienzo que con su griterío la brunete mediática lava su conciencia, incapaz de reconocer que la llamada Doctrina Parot violaba un principio inamovible de la justicia, el de la no retroactividad de las leyes, e incapaz también de explicar que los sucesivos gobiernos y mayorías parlamentarias no modificaron el Código Penal para que, a partir de su aprobación, los autores de crímenes tan horribles como los de los etarras –estén o no arrepentidos- cumplieran la totalidad de los 40 años de prisión. Su griterío, en fin, les incapacita incluso para transmitir el mensaje inequívoco de que, sin la doctrina Parot, los etarras condenados hubieran salido de prisión uno a uno y no todos a la vez, como está ocurriendo ahora, con la consiguiente alarma social creada no solo por ellos, sino también por el griterío de la brunete mediática, que no puede entender (o acaso no les convenga hacerlo) que, al final, Juan Mari Bandrés llevaba razón al anticipar lo que yo llamo su doctrina. Porque, efectivamente, la sociedad representada ayer en la Plaza de la Convivencia de Bilbao y en la Fundación Buesa de Vitoria mostró una gran generosidad.

jueves, 21 de noviembre de 2013

Los abuelos de Asunta, en la memoria


¿Cuál es el móvil del tremendo crimen de Asunta…?  ¿Qué gravísimo asunto es capaz de promover un acuerdo entre padre y madre para asesinar a su hija? ¿Qué desencadenante es capaz de sostener sólidamente durante más de tres meses hasta terminar ejecutándolo, nada menos que un plan premeditado para asesinar a una niña que todavía no ha cumplido 13 años? ¿Qué gigantesco beneficio obtendrían realmente Rosario Porto y Alfonso Basterra matando a su hija sin que durante los tres meses de premeditación del crimen surgiera en ninguno de ellos el más mínimo arrepentimiento que les hiciera desandar lo andado en el “iter criminis” cuando éste aún no se había consumado? ¿Qué se interpone en el idílico panorama de una pareja con una hija adoptada de gran inteligencia, viviendo en una pequeña ciudad en la que disfruta la familia de una posición económica y social privilegiada, con un patrimonio que les garantiza el futuro de los tres?

Es más que probable que ni la investigación judicial ni el juicio oral den respuesta a ésta y otras muchas preguntas que surgen alrededor del hasta ahora inexplicable -por explicado que esté- asesinato de Asunta Basterra Porto. La respuesta la tienen solamente los dos únicos encarcelados y procesados que hasta ahora vienen negando su autoría por más que indicios y pruebas les señalen como autores del crimen en el grado que los tribunales decidan. Así que la única posibilidad que cabe es una fisura en esa aparente solidez de los dos, porque los dos saben la respuesta.Un destello de sinceridad, de arrepentimiento, de reparación moral de un daño irreparable, que empuje a alguno de los dos a contarlo todo.

Desde algunos foros se dice que en la nueva situación de Rosario y Alfonso, separados hace varios meses, “Asunta les molestaba”. El argumento es tan débil como el de la supuesta superioridad intelectual de la niña que podía haber desencadenado serios enfrentamientos sobre todo con su madre. ¿Hasta el extremo de decidir su asesinato y convencer a su marido de que era lo más “conveniente”? El móvil del terrible crimen tiene que ser mucho más importante, descartado también un trastorno mental –ni transitorio (a ver, psiquiatras: ¿es que hay trastorno transitorio de tres meses?) ni permanente-, que además tendría que haber afectado al mismo tiempo a madre y padre, a los que el auto de procesamiento señala como autora (Rosario Porto) y cooperador necesario (Alfonso Basterra).

Dicho de otra manera y acudiendo al clásico: De las tres incógnitas de todo crimen, la instrucción y el procesamiento de Rosario Porto y Alfonso Basterra solo despejan una, la de la ocasión. Pero hay dos aún sin responder: lo que movió al siniestro acuerdo entre madre y padre, es decir, el móvil, y el beneficio –que no siempre tiene que ser económico- que con el tremendo crimen pensaban obtener (¿o acaso han obtenido ya?) el matrimonio.


Probablemente, los abuelos maternos de Asunta podrían explicarlo mejor…, tan apegada que estaba Asunta a ellos. Pero murieron los dos repentinamente, mientras dormían, con menos de un año de diferencia (diciembre de 2011, la abuela; junio de 2012, el abuelo), y ambos cuerpos fueron incinerados, con lo que el único rastro que queda de ellos es la memoria… ¡Lástima…! ¡Con lo que podrían contar…!

miércoles, 6 de noviembre de 2013

Apartad vuestras manos del periodismo

El anunciado cierre de la televisión pública valenciana hoy, como el salvaje expediente de regulación de empleo en Telemadrid al comienzo de este año no son el fracaso de unos magníficos profesionales, sino el del modelo de gestión de unos políticos empeñados en controlar también la información. Son gentes sin escrúpulos, más próximos al totalitarismo que solo condenan con la boca pequeña que al sistema de libertades del que se les llena la boca en nombre de no sé qué liberalismos (¡que entenderán ellos por liberalismo!). Que ahora el presidente valenciano Fabra diga que no cerraré un colegio o un hospital por una televisión inasumible como que antes su colega madrileño (por cierto, ninguno de los dos están legitimados por las urnas, curiosa coincidencia) amenazara con el cierre de Telemadrid si el Supremo ratifica la sentencia que también cuestiona el Ere que puso en la calle a casi mil profesionales, no son más que estrategias dialécticas en las que estos políticos tienen tan poca eficacia como en gestionar la sanidad o la enseñanza públicas. ¿O quiere Fabra que le recordemos las televisiones públicas que se pueden pagar con la Copa América de Vela, el derroche de la visita de un Papa (y ahí está también la "gürtel"), la Fórmula 1 o, peor, el aeropuerto sin aviones de Castellón?


El modelo de gestión de los entes públicos en Valencia y en Madrid -y me temo que igual ocurre en el resto de los medios públicos en las Autonomías que los tienen- es una indecente copia de la Prensa y Radio del Movimiento del franquismo (una cadena de radio, decenas de periódicos locales y regionales y hasta una agencia de prensa), que las comunidades valencianas y madrileñas y sus principales ayuntamientos completan con unos departamentos de comunicación (prensa y propaganda, se suelen llamar en las dictaduras) refugio de decenas de amigos, familiares y agradecimientos por servicios prestados, en los que el culto al líder (ya sea presidente, consejero, director general o simplemente carguito) es de obligado cumplimiento cada mañana o, mejor, a todas horas.

Con ese modelo de gestión, la audiencia, que no es idiota, cae hasta los extremos que han caído en la televisión y radio públicas de la Comuindad Valenciana y de la Comunidad de Madrid. Y cuando cae la audiencia cae la publicidad. Y si encima llega la crisis económica, los dedos se les hacen huéspedes a los políticos para los que, por otra parte, esos medios públicos han dejado de ser rentables porque nadie los ven ni escuchan o quienes los ven y escuchan son militantes de la causa. Y además, Eres como los de Telemadrid y la RTV valenciana se llevan por delante a esos rojos de mierda que cuestionan  la información que ordenan los sacrificados jefes a los que los políticos se han preocupado de elegir y colocar escrupulosa y estratégicamente con un rico pesebre. ¿O no llama la atención del observador neutral que las reducciones de plantilla nunca afecten a los directivos cuyos sueldos serían insostenibles para cualquier empresa privada con muchas menos pérdidas que las que acumulan los medios públicos de comunicación?

Bastante se ha tratado de confundir a la opinión pública desde la creación de la televisión pública valenciana y desde la llegada de Esperanza Aguirre a la presidencia de la Comunidad de Madrid como para continuar ahora con el engaño. El fracaso de ambas televisiones públicas es el fracaso de sus gestores y el resultado de las manos de los políticos en el delicado material que es el periodismo, que se alimenta de veracidad y objetividad o, si lo preferís, de neutralidad.

El ejemplo más claro, y también el más zafio, lo ha dado Telemadrid, que fue tan insistente en el ataque sistemático a Rodríguez Zapatero durante la presidencia del gobierno de éste, como en la adulación hasta la náusea de Esperanza Aguirre y su gobierno. Cuando la lideresa relevó al director general del Ente, que había sido su director de comunicación en el largo recorrido político de Esperanza Aguirre, lo dejó como presidente, y puso al frente de la dirección general a una ignota licenciada en Derecho. La mujer, que aprovechando su puesto hizo numerosos viajes por la geografía de las televisiones tanto dentro como fuera de España, siempre en clase bussiness, fue relevada a los cuatro años convencida, como a su llegada (la verdad es que la experiencia ni siquiera le dio para aprender algo), que una crónica es una enferma incurable. Pero se fue no sin antes, entre otras lindezas, pretender retransmitir por radio los informativos que emitía Telemadrid, en un intento de uniformar la pluralidad (?) que salía por la televisión pública madrileña, cumpliendo así el mandato recibido de los políticos. Y no sin antes, también, haberse apuntado como enviada especial a los Premios Príncipe de Asturias, no para hacer una enferma incurable, es decir, una crónica, sino para pasear su palmito por el Hotel Reconquista y el Teatro Campoamor de Oviedo. Su relevo le impidió ver in situ uno de los efectos de su eficaz gestión, el Ere que a principios de este año puso en la calle a casi un millar de trabajadores y que ella dejó convenientemente preparado, incluyendo la negativa al diálogo de la dirección con los representantes de los trabajadores para no tener que escuchar así las alternativas que planteaban, bastante menos traumáticas que el despido masivo.

Las audiencias caen, he escrito líneas arriba, lo que convierte a los medios públicos de información en insostenibles o, en todo caso, no justifican los contratos programa que requieren, eufemismo del dinero que las administraciones públicas tienen que aportar para subsanar los déficits de explotación. Y quede constancia de que los millonarios déficits de explotación son fruto de la gestión de los políticos y no del trabajo de los profesionales. ¿O son capaces esos mismos políticos de contar la verdad sobre sus relaciones -y no sé si también comisiones- con productoras y sobre contrataciones no solo de personas, sino de programas o series?

Sin embargo, unos medios públicos de información sin la intervención, las consignas y la manipulación de los políticos sí son posibles. Porque los rojos de mierda que se vieron en la calle a centenares a comienzos de año en Madrid, el millar largo a los que les ocurrió lo mismo en Valencia y los que ahora se sumarán con el drástico cierre de la radiotelevisión valenciana son profesionales como la copa de un pino que saben hacer información en radio y televisión sin necesidad de que la longa manu de los políticos intervenga a través de los comisarios (llámense directores, redactores jefes, jefes de sección o presentadores) convertidos en mercenarios del poder y que seguirán teniendo trabajo y una buena soldada al abrigo de estos políticos tan liberales ellos, que deben de una vez apartar sus manos del periodismo.

martes, 5 de noviembre de 2013

La cara dura de Wert


Todos los gobiernos tienen su muñeco de pim-pam-pum, y en el primer Ejecutivo de Mariano Rajoy le ha tocado a José Ignacio Wert ese papelón... Por méritos propios, desde luego. Este licenciado en Derecho y sociólogo entró en el ministerio como un elefante en una cacharrería, procedente de una tertulia de radio y de una empresa de sondeos. Su Ley de Educación pasará a la historia como el mayor acuerdo que ha habido nunca entre enseñantes, alumnos, padres de alumnos y el resto de la entera sociedad... para oponerse a la misma. La subida del IVA a la Cultura ha hundido aún más en la crisis al cine y al teatro, entre otras manifestaciones culturales. Su incontinencia verbal le ha llevado a situaciones surreralistas. Le dan la espalda y la niegan la mano los premios extraordinarios, que visten camisetas verdes reivindicativas de una mínima igualdad en la enseñanza. En el Teatro Real, y a pesar de la solemnidad del homenaje a nuestra mezzosoprano Teresa Berganza, con asistencia de los Príncipes de Asturias, el ministro fue recibido con una pitada. Aunque las competencias de Educación están transferidas a las Autonomías, será difícil olvidar que durante su etapa como titular del ministerio, las tasas universitarias subieron hasta límites intolerables. Las becas han sido reducidas al mínimo, y la amenaza de que estudien solo los que puedan pagárselo ha dejado de ser un fantasma, convertido en realidad. Es frecuente escuchar en emisoras de radio a estudiantes que se han matriculado en algunas asignaturas, porque  no pueden hacer frente a las tasas de todas las que componen el curso y a quienes se han ido al extranjero a cuidar niños o a limpiar servicios para tener dinero con que hacer frente al coste de sus propios estudios. Paso un tupido velo de discreción con otros asuntos del ministerio y su titular que andan más cerca de la crónica rosa que de la tragedia que es hoy la Educación en nuestro país (aprovecho, por cierto, la ocasión para escribir que hace muchos años que aprendí que la intimidad es lo que hay de cintura para abajo y de piel hacia dentro). Su última metedura de pata ha llegado hasta la Comisión Europea, que le ha reprochado al ministro español de Educación el recorte en pleno curso de las becas  Erasmus, uno de los programas educativos europeos más exitosos y que está permitiendo que miles de universitarios españoles realicen cursos de sus estudios en universidades de cualquiera de los países de la Unión Europea, con lo que tiene de maravillosa experiencia. Y ante el escándalo producido también en nuestro propio país, no ha tenido más remedio que rectificar, imagino que ante la orden de Mariano Rajoy y su vicetoda, Soraya Saenz de Santamaría que, sin duda, antes habían aprobado el recorte del escándalo. Y tiene el ministro Wert la caradura de decir que es una iniciativa suya, después de haber justificado hoy mismo la reducción de la beca.

Si tuviera un mínimo de decencia política, José Ignacio Wert hace tiempo que hubiera dimitido. Pero en nuestro país se cuentan con los dedos de una mano los ministros que dimitieron...


miércoles, 23 de octubre de 2013

Rajoy, bajo la lluvia

Lo oigo reiteradamente y no doy crédito. Cuando los periodistas abordaron ayer a Mariano Rajoy para preguntarle su opinión sobre la sentencia del Tribunal de Derechos Humanos, el presidente del gobierno español se limitó a decir: “Está lloviendo mucho, gracias”.

Le doy a Mariano Rajoy siete alternativas (y hay muchas más) a su florido verbo:

1. “Antes de hacer cualquier valoración sobre la sentencia, permítanme una vez más solidarizarme con las víctimas del terrorismo, a las que se dirige mi primer pensamiento al conocer que esa sentencia va a suponer la puesta en libertad de muchos asesinos”.

2. “Antes de hacer cualquier valoración sobre la sentencia, permítanme una vez más solidarizarme con las víctimas del terrorismo, a las que se dirige mi primer pensamiento. Y después no tengo por menos que lamentar que desde 1978 hasta 1995, años en parte de los cuales yo fui diputado de la Nación, no propusiéramos una modificación del Código Penal para que los terroristas cumplieran la integridad de las penas a que fueran condenados con la limitación de 40 años”.

3. “Antes de hacer cualquier valoración sobre la sentencia, permítanme una vez más solidarizarme con las víctimas del terrorismo, a las que se dirige mi primer pensamiento. Como heredero que soy de los anteriores gobiernos asumo mi parte de responsabilidad, porque no cabe duda de que había otras fórmulas bien diferentes de la doctrina Parot, que ahora Estrasburgo echa abajo, para impedir el dolor añadido que para las víctimas supone ver cómo salen en libertad los asesinos de sus hijos, madres, padres, hermanos, amigos, etcétera”.

4. “Antes de hacer cualquier valoración sobre la sentencia, permítanme una vez más solidarizarme con las víctimas del terrorismo, a las que se dirige mi primer pensamiento. Por otra parte, quisiera enviar a la opinión pública el mensaje de que el Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo forma parte de nuestro ordenamiento jurídico y, por tanto, debemos respetar sus decisiones, por más que yo desde luego no la comparto. Ahora no es al gobierno al que corresponde ejecutar esa sentencia, sino a los tribunales juzgadores de los delitos por los que está encarcelada la etarra que recurrió la aplicación de la llamada doctrina Parot y de los delitos de cuantos terroristas u otros delincuentes a quienes se les haya aplicado”.

5. “Antes de hacer cualquier valoración sobre la sentencia, permítanme una vez más solidarizarme con las víctimas del terrorismo, a las que se dirige mi primer pensamiento. Ya he telefoneado al jefe de la oposición, el señor Pérez Rubalcaba, para que juntos hagamos una declaración pública sobre el tema. Ya saben ustedes que el terrorismo es una cuestión de Estado y, como tal, cualquiera de sus aspectos tiene siempre el acuerdo de los dos grandes partidos de la Nación”.

6. “Antes de hacer cualquier valoración sobre la sentencia, permítanme una vez más solidarizarme con las víctimas del terrorismo, a las que se dirige mi primer pensamiento. Por otra parte, lamentando los inevitables efectos que tendrá la sentencia de la puesta en libertad de asesinos que fueron condenados a miles de años de cárcel, quisiera enviar a los terroristas el mensaje de que desde el gobierno y desde el parlamento, donde estoy seguro de que encontraré la unanimidad de todos los grupos, actuaremos con contundencia y denunciando los hechos en los órganos judiciales correspondientes cualquier acto que, con motivo de la puesta en libertad de esos asesinos, suponga la exaltación del terrorismo o cualquier otro delito o infracción incluso administrativa”.

7. “Antes de hacer cualquier valoración sobre la sentencia, permítanme una vez más solidarizarme con las víctimas del terrorismo, a las que se dirige mi primer pensamiento. Y permítanme también decirle a la banda terrorista que la decisión de Estrasburgo no mitiga ni un ápice la derrota que los demócratas hemos infligido a ETA después de tanto dolor como han generado en su más de medio siglo de actividad asesina”.

Cualquier cosa, presidente, menos el ridículo del “está lloviendo mucho, gracias”. Cualquier cosa, presidente, que no resulte tan miserable como lo que dijo usted ayer… Son demasiados crímenes, demasiados años de cárcel, demasiados asesinos, demasiado dolor como para que el presidente del gobierno español lo despache con la lluvia que, a buen seguro, tampoco moja a Mariano Rajoy.




Gloria Risco y Noticias Madrid Norte

Conocí a Gloria Risco en Onda Madrid, cuando la redacción de la emisora autonómica intentaba mantener una independencia amenazada constantemente por el intervencionismo de Esperanza Aguirre y por el ejemplo (¿) de Telemadrid, que hacía las delicias del gobierno regional, al que el canal de televisión autonómico estaba entregado con un entusiasmo digno de aquellas adhesiones inquebrantables de infausto recuerdo.


Gloria Risco había llegado a la emisora como colaborada a tanto la pieza, es decir desde abajo, porque a buen seguro concibe nuestro oficio tan alejado del poder como próximo al resto de la sociedad. Para comprender lo que supone el a tanto la pieza, bastaría con revelar que en mis comienzos profesionales a ese tipo de colaborador, que siempre ha existido, se le llamaba la pelagra, una enfermedad provocada por la carencia de vitamina B3 y que, entre otros efectos, tiene el de ansiedad, depresión, insomnio y hasta alteraciones estomacales. No os asustéis, porque el a tanto la pieza no lleva a esos extremos a los periodistas, aunque hambre sí que pasan, ya que el tanto es siempre bastante menos que la pieza. Pero Gloria Risco se sacudía el hambre –si realmente la pasaba- con esa permanente sonrisa y contagiosa alegría que le hacía aceptar siempre de buen grado cualquier encargo informativo que recibiera, incluso el mensaje a García (en las viejas escuelas de periodismo se utilizaba ese concepto para explicar las excelencias de un reportero, si con la única referencia del apellido era capaz de encontrar el García al que realmente iba dirigido el mensaje en un país donde los garcía se cuentan por millones).

La transformación de Gloria Risco ante el micrófono ya entonces era espectacular. Igual daba el tema que tratara en sus crónicas, siempre impecables en su construcción, porque todas ellas transmitían frescura y credibilidad. Para Gloria nunca había comienzo o fin de jornada… Entendía el periodismo como una causa a la que hay que entregarse las veinticuatro horas del día… Y, claro, en cuanto había el hueco de una sustitución en aquella redacción de la Ciudad de la Imagen, siempre se pensaba en Gloria Risco como la primera candidata a ocupar el puesto. Y así fue creciendo profesionalmente, por cierto sin pisar a nadie ni abrirse paso a codazos, sino extrayendo lecciones de cada noticia, de cada testimonio, empapándose de cada tema que tocaba o que se tocaba en el boletín o el informativo en el que trabajaba. Luego, terminada la suplencia, volvía a la pelagra con el mismo entusiasmo que había puesto en su trabajo en la redacción de la Ciudad de la Imagen.

El norte de Madrid era su escenario natural… Lo conoce como la palma de su mano… Los ayuntamientos de las ciudades, pero también los de los pueblos carecen de secretos para ella… No le son ajenos ni una sola de sus instituciones ni cualquier espacio susceptible de albergar una noticia… Las notas de prensa no son para ella un argumento sino una herramienta más –y ya decidirá si fundamental o auxiliar- para configurar una crónica.

Un buen día acarició el sueño de hacer algo más. No es Gloria Risco amiga de ensoñaciones, así que se puso manos a la obra. Y nació Noticias Madrid Norte (http://www.noticiasmadridnorte.com/), una web que recoge cuanto de noticia hay en la zona norte de esta Comunidad Autónoma y en la que, curiosamente, no aparece el nombre de Gloria Risco, porque entre sus virtudes están también la de sumar y jamás restar, la de integrar y nunca separar, condiciones sine qua non para crear y para dirigir equipos, que es el camino en el que ahora mismo se encuentra.

Me asomo a Noticias Madrid Norte cada día; escribo desinteresadamente en Noticias Madrid Norte todas las semanas, aunque sería más acertado decir que escribo con el interés de formar parte de un equipo y de un proyecto que acabará liderando la información de esa zona fundamental de la región madrileña; y por días y por semanas veo cómo la web de Gloria Risco crece en interés, en información, en diseño y en anunciantes, que son quienes hacen viables los proyectos informativos. Y cada semana busco en cualquier rincón de mi memoria o en el fondo de mi retina el recuerdo más oportuno o la imagen más reciente para comentarlos en Noticias Madrid Norte en 400 palabras, en 400 golpes que quiero sumar a esa maravillosa opera prima de aquella Gloria Risco a la que conocí en sus comienzos entre los micrófonos de Onda Madrid. Y lo hago con la misma ilusión que escribía las crónicas en mis tiempos de pelagra, con la misma que Gloria Risco pone en todo cuanto hace en este maravilloso oficio que tanto amamos. 

martes, 22 de octubre de 2013

Infamia consumada

José Antonio Zarzalejos ex director de El Correo y de ABC, extraordinario jurista y mejor articulista si cabe, ha puesto hoy el dedo en la llaga en su notebook de El Confidencial (http://blogs.elconfidencial.com/espana/notebook/2013-10-22/el-desolador-fracaso-del-estado-summa-ley-summa-iniuria_44253/): La sentencia del Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo evidencia el desolador fracaso del Estado español.

Negro sobre blanco: Desde 1973 hasta 1995 no se le ocurrió a nadie –ni a los gobiernos ni a los sucesivos parlamentos- una modificación del Código Penal para que los terroristas cumplieran la integridad de las penas a las que fueran condenados sin posibilidad alguna de redención, con el límite de 40 años. Para colmo, esos 22 años arrancan prácticamente con el asesinato del almirante Carrero Blanco, presidente del gobierno todavía en la dictadura del general Franco, y se extienden durante el período preconstitucional o la transición y desde 1978 en plena democracia. Y esos fueron –como recuerda Zarzalejos en su artículo-  los años de los más terribles crímenes de la banda terrorista: Hipercor, cuartel de La Jota de Zaragoza (los primeros ataúdes blancos), Plaza de la República Dominicana de Madrid, calle Juan Bravo, también de Madrid, y así hasta cientos de tremendos crímenes protagonizados por los dos comandos más mortíferos de ETA: el Comando Madrid y el itinerante, dirigido éste por Henry Parot, que acabó dando nombre a la doctrina del Supremo ahora revocada por el Tribunal de Estrasburgo.


La salida de prisión de la sanguinaria etarra Inés del Río (en la foto)  es, simplemente, la consecuencia de lo que Zarzalejos llama desolador fracaso. Porque, a mi juicio, no se puede analizar la situación a la que nos ha abocado la sentencia de Estrasburgo desde esta excarcelación, como tampoco desde las que vendrán muy pronto, con un adelanto de nueve años sobre lo que suponía la aplicación de la “doctrina Parot”, terrorista que, por cierto, va a seguir en la cárcel porque sobre él pesa otra condena ya con el nuevo Código Penal y el cumplimiento íntegro de las penas.

Los crímenes cometidos por Inés y los demás etarras merecerían la cadena perpetua, una pena que no está prevista en nuestro Código Penal. Y por debajo de esa pena, todas me parecen especialmente escasas después de ver, como he visto, buena parte de los peores atentados de ETA: Desde el del guardia Pardines Arcay y que supuso la carta de presentación de la banda, aunque ocho años antes, en 1960, había matado a la niña de 22 meses Begoña Arroz cuando un comando hizo estallar una bomba en la consigna de la estación ferroviaria de Amara, en San Sebastián. Al entierro de aquel guardia civil asistí como enviado especial del diario Pueblo, y luego tuve que cubrir informativamente el asesinato del comisario de Irún, Melitón Manzanas; y el primer secuestro, el del cónsul honorario de Alemania en San Sebastián, Eugene Beihl, y el de Felipe Huarte, y la mayor parte de los tremendos asesinatos de ETA, incluyendo el de la Operación Ogro, que acabó con la vida del almirante Carrero Blanco, en las postrimerías del franquismo.

Quiero decir que habiendo visto todo esto y hasta el atentado de junio de 1993 en la Glorieta López de Hoyos de Madrid, muy cerca de los estudios de Antena 3, en la calle Oquendo, y cuya onda expansiva destrozó buena parte del control del estudio en el que yo entrevistaba por teléfono al entonces secretario general del PP, Álvarez Cascos, el debate no debería estar en si nueve años más o nueve años menos, sino en qué fue lo que tendría que haberse hecho y no se hizo para que los etarras cumplieran la integridad de sus condenas.

Porque la evidencia es que, más tarde o más temprano, saldrán a la calle. Y se necesitará una gran dosis de generosidad por parte de la sociedad para cruzarte por la calle con el asesino de tu padre o de tu marido o de tu hijo o de tu vecino o de tu amigo o de cualquiera de los trabajadores del orden público que te protegen a ti y a los tuyos. Esa misma frase, la de la generosidad, fue pronunciada por ese gran demócrata y extraordinario vasco que fue Juan Mari Bandrés en un coloquio celebrado sobre el final del terrorismo –creo recordar que en plenas negociaciones de Argel, que fue una de las grandes y frustradas esperanzas del final de ETA- en Madrid, en el Centro Cultural de la Villa (lo que hoy es el teatro Fernán Gómez) y en el que por primera y única vez participaron representantes de todo el arco parlamentario de entonces, incluyendo a Herri Batasuna.

No llegó entonces el final de ETA, que ha sido derrotada por el Estado de Derecho y que ha dejado de matar hace tres años. Pero no deja de ser paradójico que una de sus más sanguinarias terroristas salga de prisión antes que sus compañeros entreguen las armas a causa de lo que Zarzalejos califica de desolador fracaso del Estado. Consumada la última infamia, solo falta que se permita que el relato etarra sea épico, como pretende la banda, y no criminal, como demanda la historia, que son también palabras de José Antonio Zarzalejos. Escrito de otra manera, que nadie nos arrebate el verdadero relato de la historia, porque solo nosotros, los demócratas, tenemos la legitimidad y también mucho dolor para contarla.

viernes, 18 de octubre de 2013

La imparcialidad del jurado

            El juicio a José Bretón por la muerte de sus dos hijos en Córdoba fue una verdadera lección práctica sobre el Tribunal del Jurado y la mejor prueba de su eficacia, en cumplimiento, por otra parte, de la Constitución de 1978 y, más concretamente de su artículo 125: “Los ciudadanos podrán ejercer la acción popular y participar en la Administración de Justicia mediante la institución del Jurado, en la forma y con respecto a aquellos procesos penales que la ley determine…”  Y un Tribunal del Jurado va a ser quien juzgue a los padres de Asunta, acusados del asesinato de su hija el pasado mes de septiembre en Santiago de Compostela.

De acuerdo precisamente a la Ley Orgánica 5/1995 del Tribunal del Jurado, que lo regula, el magistrado instructor ha comunicado hoy a las partes esa decisión, fundamentada en el apartado 1.a) del Artículo 1 (Competencia del Tribunal del Jurado): “…tendrá competencia para el enjuiciamiento de los delitos atribuidos a su conocimiento y fallo por esta u otra Ley respecto de los contenidos en las siguientes rúibricas:

a) Delitos contra la vida humana...”

Y en el apartado 2 del mismo artículo 1, especifica que “el Tribunal del Jurado será competente para el conocimiento y fallo de las causas por los delitos tipificados en los siguientes preceptos del Código Penal:

a) Artículos 405 a 410 , ambos inclusive (homicidios e infanticidios)…”

Como es sabido, el asesinato es un homicidio con algunas de las circunstancias contempladas en el Código Penal y que agravan la responsabilidad criminal, que en el caso de Asunta son alevosía (imposibilidad de defensa de la víctima) y parentesco (los acusados son sus padres), sin perjuicio –imagino- de que se les puede atribuir también la premeditación.


El abogado de Rosario Porto –así se llama la madre de Asunta, que aparece en la foto junto a una agente de la Guardia Civil-, que desde que se hizo cargo de su defensa recurre contra todo lo que se mueve (permítaseme la expresión, con  absoluto respecto al sagrado deber de la defensa), ha dicho que el jurado no será imparcial. Confieso que soy beligerante defensor del Tribunal del Jurado y como tal fui distinguido en su día por la Asociación Pro-Jurado, cuando en España se discutía aún si debía o no aprobarse una Ley que, por otra parte, había estado vigente en nuestro país desde 1888 hasta 1936 en que la Junta de Defensa Nacional se la llevó por delante, como tantas otras cosas que mucho tenían que ver con las libertades. Pero es cierto que en muchos casos, como el de la muerte de los hijos de José Bretón a manos de su padre, se ha discutido hasta la saciedad sobre la imparcialidad del jurado, con el argumento de que ha recibido durante meses información de todo tipo sobre los gravísimos hechos que han de juzgar, información que algunos se empeñan en calificar de “juicio paralelo”. Se ha llegado a escribir que sería conveniente que los jurados no conocieran los hechos antes de su enjuiciamiento, cosa que es imposible hoy, cuando los canales de información llegan hasta los transportes públicos.

Insisto en que el juicio a José Bretón fue una magistral lección práctica que demostró que el procesado tiene incluso más garantías con la decisión de nueve personas (los nueve jurados) que con la de tres (los magistrados que forman los tribunales profesionales). Y todavía hay un elemento corrector que supone una garantía más para el procesado: mientras las decisiones exculpatorias y el veredicto de inocencia solo requieren una mayoría simple de los jurados (es decir, cinco votos) las inculpatorias y el veredicto de culpabilidad requieren la mayoría cualificada de siete de los nueve jurados. Escrito de otra manera: los enemigos del Tribunal del Jurado pueden guardarse para las charlas de café su frase de que “si soy inocente, que me juzgue un tribunal profesional; pero si soy culpable, mejor que me juzgue un jurado”, atribuyendo así sibilinamente la posibilidad de un mayor margen de error al jurado que al tribunal profesional.

Reitero mi respeto al sagrado deber de la defensa, pero no tengo más remedio que escribir que si el letrado de Rosario Porto, al dudar de la imparcialidad del jurado, se refiere a que sus componentes, por no ser profesionales del Derecho, se van a ver influenciados a la hora de emitir su veredicto por lo que llamamos ahora presión mediática, yo le preguntaría si tres magistrados no estarían también influenciados por la misma presión mediática, consistente –no se olvide- en contar cómo unos padres asesinaron a su hija adoptiva días antes de cumplir los 13 años.

Me resisto a decirle al abogado defensor de Rosario Porto que es cierto que en la Exposición de Motivos de la Ley del Jurado se cita en siete ocasiones la palabras imparcialidad, pero solo una de ellas en referencia a los componentes del jurado, mientras que las otras se refieren al juez instructor que, obviamente, es un profesional. El legislador, en esta exposición de motivos, ya se preocupó de la imparcialidad del jurado al explicar que “…la Ley prevé la posible recusación por las partes presentes en el inicio de las sesiones. El fundamento de la recusación admitida, incluso sin alegación de causa por el recusante, no es otro que el de lograr, no ya la imparcialidad de los llamados a juzgar, sino que tal imparcialidad se presente como real ante los que acuden a instar la Justicia. Pero tal ideal, que exigiría la inexistencia de límites en la recusación, ha de conciliarse con las exigencias de que la Institución no se vea frustrada en su funcionamiento efectivo.”

Y ya en el texto propiamente de la Ley, la única referencia a la imparcialidad del jurado es en el enunciado del juramento que deben prestar sus componentes y que dice textualmente así:

«¿Juran o prometen desempeñar bien y fielmente la función del jurado, con imparcialidad, sin odio ni afecto, examinando la acusación, apreciando las pruebas y resolviendo si son culpables o no culpables de los delitos objeto del procedimiento los acusados..., así como guardar secreto de las deliberaciones?»

El problema que tienen los abogados de los padres de Asunta es cómo neutralizar los evidentes indicios de criminalidad de sus patrocinados que han llevado al magistrado instructor, con la conformidad del fiscal (no se olvide) a acusar a ambos del asesinato de su hija, y de los que, dado el secreto de las actuaciones, que hoy ha prorrogado el juez otros 30 días, solo conocemos algunos: La falsedad de la madre al presentar la denuncia de la supuesta desaparición de su hija, afirmando que se había quedado en casa haciendo los deberes, lo que desmintieron las grabaciones de cámaras de seguridad en el recorrido que ella y la niña hicieron a esa misma hora en el coche de la ahora procesada; la alta concentración de medicamento encontrado en el cuerpo de la víctima, que coincide con el que toma su madre; y, en fin, la cuerda con la que fue atada de pies y manos la niña, cuyo color y composición coincide con el de un bobina encontrada en la casa de campo de la madre, situada a cinco minutos del lugar en el que fue hallado el cadáver de Asunta.

Y escrito todo ello con absoluta imparcialidad.


domingo, 13 de octubre de 2013

Carta abierta a Cruz Morcillo

Me ha vuelto a conmover, Cruz, tu último post en ese magnífico blog (magnífico hasta en su título, Crimen y Testigo). No me conmueve, Cruz, tu generosa referencia (escribes mi nombre con el “don” delante), ni tampoco la que haces de mi hijo Manu, ¡qué va, Cruz…!. Me conmueve volver a encontrarme con reporteros como tú, con la sensibilidad que destilan tus crónicas, tus entradas en el blog, tus intervenciones en el programa de Ana Rosa, lo que Manu me cuenta de ti. Me conmueve comprobar que todavía existen -¡existís, Cruz, existís!- reporteros que no miráis el reloj, que no pedís días libres, que, en efecto, colega, en efecto, ejercéis el sacerdocio del “reporterismo de sucesos”.

Porque fui y sigo siendo un reportero, pero por otras muchas razones que estoy seguro de que también conoces, he sentido ante la tremenda muerte de Asunta lo mismo que tú, y me he hecho las mismas preguntas… Como me las hacía cuando era un “sucesero”, como decís ahora… ¿Qué extraños mecanismos entran en funcionamiento en la mente humana a la hora de matar? ¿O cuál fue el último pensamiento de esos jóvenes guardias civiles en ese microbús que al paso por la calle Juan Bravo es reventado por una bomba cuya poder calorífico es capaz de derretir cristales blindados? ¿Y estaban dormidos esos niños cuando en mitad de la noche saltaron por los aires en un cuartel de la Guardia Civil en Zaragoza…? Me las hice siempre. ¿Y sabes, Cruz…? Bueno, ¡qué tontería! Parezco un periodista político haciendo preguntas retóricas. Claro que sabes lo que te voy a decir: nunca te acostumbras…

Pero te haces eco en tu blog, Cruz, de lo que yo llamo abiertamente la última “caza de brujas” de muchos colegas (¿?) que nos acusan de sordidez, de actuar como jueces, de alimentar no sé qué circos, de revelar secretos… Aunque solo sea para devolverte tantos regalos como me haces reivindicando y ejerciendo el periodismo –sin apellidos-, nada menos que el periodismo, te voy a hacer una confidencia:

Era subdirector ejecutivo del Diario Pueblo y, en consecuencia, había abandonado la calle, como decimos en nuestro argot. Fue la madrugada del domingo 28 de noviembre de 1983. Había salido al cine, porque el sábado no se trabajaba en la Redacción ya que, como periódico de tarde, Pueblo no se publicaba los domingos. A mi vuelta a casa, Manu, mi primogénito, estaba despierto y me saludó con un “¿te has enterado del accidente de avión?”. Y me explicó que un jumbo de la comapañía colombiana Avianca se había estrellado en la aproximación hacia Barajas, en Mejorada del Campo. Tenía mi hijo entonces 17 años y quiso acompañarme, auinque ni decir tiene que llamé a mi hermano Miguel Garrote, fotógrafo del periódico, y me fui con ellos al escenario del accidente aéreo. Por cierto, escrito quede entre paréntesis: En alguna ocasión he oído contar a mi hijo que aquella experiencia de una noche invernal rodeado de cuerpos sin vida, restos del avión, ulular de sirenas, luces que acentuaban el aspecto fantasmagórico del escenario, fue lo que le decidió a estudiar periodismo y a elegir la especialidad de sucesos. Aquella crónica fue probablemente la última que hice para el periódico, porque pocos meses después se puso fin al mismo, insostenible como era un diario que procedía de los sindicatos verticales del franquismo, por más que su gran impulsor y mi primer maestro, Emilio Romero, nos permitiera durante los muchos años que fue director unas cotas de libertad inimaginables en esos tiempos.

Y aquella crónica la escribí con la misma intensidad que la primera, con el mismo realismo, procurando trasladar lo que vi, lo que vimos aquella noche en Mejorada del Campo... Y en contra de lo que dicen ahora esos colegas políticamente correctísimos pero periodísticamente como mínimo dudosos, lo hice sin truculencias ni sordidez, sin alimentar no sé qué extraño circo.… Conté, Cruz, lo que ví… Tomo el espejo del  “Rojo y Negro” de Stendhal para escribir que nosotros contamos lo que el espejo refleja sin culpar al espejo; es decir, contamos, en todo caso, la crónica del ser humano, que desgraciadamente tiene sus miserias, y no hay más que acudir a las crónicas de la política que, por cierto, escriben esos colegas (¿?) tan políticamente correctos y tan sospechosos periodísticamente.

Estar allí y contarlo… ¿Sabrán estos mccarthystas de vía estrecha lo que significa esa frase? Más fácil, colega: ¿es que lo suceseros no tenemos derecho a responder a los qué, quién, cuándo, cómo, dónde, porqué y para qué? ¿Y ellos sí….? ¿Ellos tienen derecho a llenarnos la comida o la cena de las miserias de los bárcenas, camachos, rubalcabas, eres fraudulentos, pujoles, corrupciones varias…? ¿Sabes, Cruz? También estoy de acuerdo contigo en que al final de lo que nos acusan en realidad es de hacer un trabajo que ellos son incapaces de realizar. 

Desconocen estos cronistas de la nada que la sordidez también se mueve entre los manteles de hilo que cubren las mesas de los restaurantes de lujo en los que les hacen filtraciones interesadas (¡y luego lo califican de exclusivas!)  los psicópatas de la política para seguir alimentando el hemicirco ese (¡menudo circo, Cruz!) en el que, al parecer, tenemos depositada todos nosotros la soberanía popular.

Quiero terminar esta carta abierta, Cruz, con otra confidencia y, si me permites la presunción, in bellezza, que dicen los italianos. Mi hija, Zhou li Marie, adoptada en China hace 10 años, y que hoy tiene 14, y que estudia en el Liceo Francés, presenta mañana en su clase de Literatura una “pequeña redacción” que la profesora les ha pedido a todos los alumnos como un ejercicio dentro del estudio de Georges Perec, el abanderado del Nouveau Roman francés. La profesora quiere que narren tres recuerdos de la escuela, estructurado en tres párrafos que empiecen con el calificativo “el más…”. El último que narra Zhou li es, como le ha pedido su profesora, el “aparentemente más original”, y yo te lo traduzco, Cruz:


“El tercero es aparentemente el más original. Estaba en clase de CM2 y un día, durante el recreo, en el patio, mi profesora de “moyenne section” (N. del T.: En el sistema francés es el primer tramo de primaria) me pide ir  a cantar una canción en chino para sus alumnos, porque están trabajando sobre el tema de China. Y le dije que sí. Estaba un poco nerviosa, pero muy contenta a la vez. Volvía a la primera clase que conocí en el Liceo Francés cuando llegué de China. Al volver, sentí el mismo ambiente de ternura que viví con esta profesora a lo largo de toda mi “moyenne section”. Había escogido una canción de “Año Nuevo”. Comencé a cantar intentando no temblar ante tantos niños atentos, curiosos y contentos. Por momentos, yo me veía sentada en su sitio, cantando y aprendiendo la lengua que es ahora la mía. Al final, todos me aplaudieron. Y yo tengo una foto que mi profesora Françoise me dio algún tiempo después para que tuviera ese recuerdo”.

Por mi parte, ilustro esta líneas con esa foto y te dijo algo más, Cruz: ¡Claro que pienso en Asunta,…! ¡Y no sabes cuánto…! ¡Con qué cercanía, con cuánta empatía, con qué afinidad…!

Un beso.

Manuel.


martes, 24 de septiembre de 2013

El Rey, "desviado" a la sanidad privada

Se afanan los unos en sostener que el Rey debería haber acudido a un hospital de la sanidad pública madrileña, mientras otros opinan que hace bien en someterse a la intervención quirúrgica en un centro privado. La brunete mediática aprovecha para arremeter contra Rubalcaba, a costa de su historial clínico que tiene algunos pasos por la muy prestigiosa Fundación Jiménez Díaz, concretamente para tratarse problemas cardiacos. Olvida la brunete que entre los centros concertados con la Seguridad Social, está la Fundación Jiménez Díaz, de la que, por cierto, yo mismo soy paciente, aunque, como el Rey (y no es por comparar, porque ya sabéis que soy republicano), voy por lo privado… merced a una concierto de la Asociación de la Prensa, a la que pertenezco.



Así que sugiero a la brunete que, más allá de los criterios de seguridad que hay que manejar cuando el paciente es el Jefe del Estado, el Rey podría decir que él está tratado como un madrileño más. O, mejor, como el 5% de los pacientes madrileños intervenidos quirúrgicamente el pasado año en la Comunidad de Madrid, que fueron desviados a centros privados… no por criterios de seguridad, claro, sino para intentar cumplir el compromiso electoral de los 30 días máximos en lista de espera (y ni aún así…). Fueron exactamente 23.019 pacientes. Que sepa la brunete que este año entre los desviados a centros privados, que seguramente serán más que en 2012, está el Jefe del Estado. Aunque con la ventaja de que los gastos no corren a cargo del gobierno regional sino que salen del presupuesto de la Casa del Rey, que para eso da, desde luego.

martes, 30 de julio de 2013

No solo un error humano


La declaración  judicial del maquinista del tren que descarriló poco antes de su llegada a Santiago de Compostela, de una parte, y los primeros datos que se han conocido de las cajas negras, por otra, además de los datos técnicos ya conocidos sobre los sistemas de seguridad en el tramo donde ocurrió la catástrofe, permiten deducir que ésta no se debió solamente a un error humano. En definitiva, no es una excepción en este tipo de accidentes, que en el caso del de Santiago, como en los de la red de alta velocidad, son comparables a los de avión. Quiero decir que cuanto más sofisticado y avanzado es el medio de transporte, el error humano solo es una parte de las causas del accidente. Valdría aquí recordar el principio del Derecho de que la causa de la causa es causa del mal causado.

Porque, conforme avanza la investigación, van apareciendo datos que, al mismo tiempo que ratifican la responsabilidad del maquinista en el accidente, desvelan que el descarrilamiento pudo evitarse y que una llamada telefónica de un controlador de Renfe distrajo la atención del maquinista en el momento que más precisa de ella en todo el recorrido de ese tren. El maquinista tenía la posibilidad de no responder la llamada, pero ésta se produjo y por parte de un controlador de la compañía.

Por otra parte, la instalación del sistema de seguridad ERTMS, del que está dotada  la línea hasta cuatro kilómetros antes de la curva escenario de la catástrofe, hubiera evitado ésta, puesto que habría frenado el convoy en el momento preciso para que tomara la curva a los 80 kilómetros por hora previstos. Ni tampoco existen en el lugar balizas que recuerden al maquinista la necesaria reducción de velocidad, aunque es verdad que sí figura en su libro de ruta. Y aún más: el anuncio de Renfe y Adif de revisión de sus protocolos de seguridad supone en sí mismo el reconocimiento de que un protocolo distinto -y por supuesto un diferente sistema de seguridad- hubiera evitado la catástrofe.

En medios de transporte tan sofisticados como los que hoy existen -ya seas aéreos, ferroviarios o marítimos- difícilmente se encontrará un accidente provocado solo por un error humano. Se trata de máquinas tan perfectas que se precisan un conjunto de circunstancias -y desde luego el error humano entre ellas- para hacer inevitable el accidente. La investigación de cualquier accidente aéreo, sobre los que hay bastante más experiencia que en los de la red ferroviaria de alta velocidad (y ya sé que la línea Madrid-Santiago-Ferrol es un híbrido entre convencional y alta velocidad) siempre concluye con la revelación de varias causas, nunca una sola y nunca solo un error humano.

lunes, 22 de julio de 2013

Cifras para Bretón

Hola, asesino de mierda por dos veces, lee bien estas líneas… Acabo de enterarme de la sentencia que te condena a 40 años de cárcel por el asesinato de los dos hijos de Ruth, porque tuyos dejaron de serlo mucho antes de nacer, aunque luego tú dispusieras de sus vidas casi recién estrenadas para tu miserable venganza. Lee bien las cifras que voy a escribir a partir de ahora y no las pierdas de vista, empezando por la de 25 años, no 40, porque las leyes que dictan los hombres son más benevolentes que la que dictaste tú a partir del 15 de septiembre de 2011, cuando Ruth te comunicó que había decidido poner fin al infierno que para ella suponía vivir a tu lado, y que ejecutaste 22 días después, aquel 8 de octubre de 2011 con la frialdad del ruin psicópata que eres. 22 días, Bretón, machista maltratador, que son exactamente 528 horas y 31.680 minutos, casi dos millones de segundos, en ninguno de los cuales ni siquiera titubeaste, sino que seguiste adelante, hasta el final, con tu venganza. Metódicamente, preparando, además, la coartada que creías perfecta, gilipollas. ¿El combustible…? ¡Claro, para ahorrar…! ¿Los ansiolíticos…? ¡Lógico, después de cómo me ha dejado Ruth con su decisión de separarse de mí, a ver qué se ha creído…! Y luego, al parque… Diré que allí se han pedido… Fíjate que cada vez más creo la teoría de la abogada que te acusó en nombre de Ruth: la hubieras matado también a ella… Hubieras hecho algunas correcciones a la coartada y a tu denuncia falsa, y habrías dicho que ella se fue con los niños y que nada sabías de los tres.

Veinticinco años, taimado cobarde. Exactamente, 9.133 días, de los que te quedan aún 8.490, porque llevas en prisión preventiva 643. Es decir, asesino de mierda por dos veces, te quedan 203.760 horas de celda. Te restan todavía 12.225.600 minutos, y ten por seguro que en muchas de esas horas, en muchos de esos minutos se te aparecerán las sonrisas de Ruth y de José, los hijos de Ruth, cuando los conducías tú al horno crematorio de tu venganza. En muchos de esos doce millones largos de minutos se te aparecerá José saliendo del jardín de infancia, cuando se creía que eras su padre y que podía confiar en ti. En muchos de esos doce millones largos de minutos, especialmente los de la noche, se te aparecerá Ruth pidiéndote agua, como contaste tú en el juicio (“papito, agua…”, escenificaste tú).

Vuelvo al juicio, maldito seas, y te veo en el papel que habías decidido desempeñar hasta el último día… Llegaste a creer, cruel desalmado, que las dudas en la pericia de las cámaras que recogieron tu viaje hacia el parque de Córdoba o en la del teléfono y mucho más la de “los huesos que se fueron de copas” en un insólito acuerdo entre una perito oficial y tu defensor, podrían significar el veredicto de inocencia. ¿Cuántas veces, Bretón, te dijo tu abogado que en la duda siempre se falla a favor del procesado, lo de in dubio pro reo…? Pero nada más regresar días después a la sala del juicio para escuchar el veredicto, tuviste la primera prueba de que había pocas dudas que dilucidar. No sé si tú le diste importancia, pero estoy seguro de que tu abogado lo entendió: por primera vez, el presidente del Tribunal del Jurado no permitía que te quitaran las esposas. Eras culpable ya, Bretón, no había dudas… Y luego, cuando el portavoz del jurado dio lectura al veredicto y a la argumentación que lo sostenía, aquella mirada tuya de frialdad se tornó en mirada de miedo, de pánico, y antes de que los agentes policiales te arrancaran del asiento para conducirte a la cárcel, donde deseo que te pudras, le pediste a tu abogado que te fuera a ver…, en el momento que recoge la fotografía sobre estas líneas. La cobardía, Bretón, tu cobardía…

Rescato nuevamente las cifras: 8.490 días, 203.760 horas, 12.225.600 minutos. A pulso, gilipollas, a pulso en la celda de una prisión… Voy a facilitarte el cálculo, ofreciéndote dos unidades de medida:

La primera de ellas, la de los días que tardaste en urdir y ejecutar tu miserable venganza. Ya te he escrito que mediaron 22 días entre el 15 de septiembre, en que Ruth te comunicó que ponía fin al infierno de su convivencia contigo, y el 8 de octubre, cuando asesinaste a sus hijos. Pues bien, a ti te quedan de cárcel 386 veces esos 22 días.

La segunda unidad de medida son las apenas cuatro horas que estuviste en la finca de tus padres, quemando a Ruth y José, hasta que creíste que de ellos solo quedaban las cenizas. Te restan más de 50.000 “cuatro horas” para recordar cómo se quemaban. 50.000 veces cuatro horas, y además sin poder salir de los muros de una prisión.

Los romanos, creadores del Derecho, acuñaron la expresión “Dura lex, sed lex”, “la ley es dura, pero es la ley…” Fíjate, Bretón, que desde la perspectiva de tu horrible crimen, aun con los cálculos que he hecho, la ley se me antoja demasiado blanda para ti…



viernes, 12 de julio de 2013

La unanimidad del jurado y... del pueblo

 La unanimidad con la que el jurado del “caso Bretón” ha alcanzado el veredicto de culpabilidad habría necesitado la fórmula estadounidense de “el pueblo contra…” Porque, efectivamente, nunca jurado popular alguno representó tan exactamente el pueblo del que emana la justicia en nuestro país, como dice el Artículo 117 de nuestra Constitución. Quiero decir que la unanimidad con la que el jurado ha resuelto las veintiuna cuestiones planteadas por el Magistrado que lo preside (extraordinaria labor también la de su señoría) y que fundamentan el veredicto de culpabilidad es la unanimidad de todos los ciudadanos de este país, que están convencidos de que el padre de Ruth y José mató a sus dos hijos quemándolos en una hoguera que preparó como un horno crematorio, y en venganza porque su mujer y madre de los niños había decidido divorciarse.

En mi larga trayectoria en la información de tribunales, aun consciente de que se trata de un término estrictamente jurídico, siempre cuidé escrupulosamente la presunción de inocencia, bien entendido que sin abusar del calificativo presunto, con el que muchos de mis colegas salpimientan sus crónicas de sucesos. ¡Cuántas veces oigo o leo lo de “aparece una mujer presuntamente muerta por su marido que permanecía al lado del cadáver con sus ropas llenas de sangre y un cuchillo de grandes proporciones ensangrentado”. Es obvio que la muerte no es presunta si está el cadáver, y que, en el mejor de los casos, tampoco es presunto autor de la misma un hombre sorprendido al lado del cadáver con las ropas manchadas de sangre y el cuchillo ensangrentado. Pero en el “caso Bretón” he renunciado incluso a la tentación de calificar a su autor de presunto y ni siquiera de sospechoso. Se podrá decir que formo parte del linchamiento popular que el defensor de Bretón ha denunciado en alguna ocasión, pero era tan clara la responsabilidad del padre de Ruth y José en la desaparición de sus hijos que resulta imposible sustraerse a ello, mucho más tratándose de unos hechos con unos perfiles tan horribles como los del doble asesinato: su premeditación, su alevosía, sus preparativos, el móvil, las coartadas…

En mi artículo sobre la última sesión del juicio oral, escribí que ni su defensor creía a Bretón, hasta el extremo de que en su informe de conclusiones definitivas el letrado apuntó por primera vez una teoría surrealista, la de que el procesado hubiera entregado a sus hijos a alguien en la carretera y no hubiera vuelto a tener noticia de ellos. Pienso que también los padres y hermanos de Bretón están convencidos de que mató a sus hijos, y por eso guardaron silencio aprovechando el derecho que les asiste a no declarar al ser familiares en primer grado.Y hoy, el jurado popular, ha reflejado la unanimidad del jurado y también la del pueblo al que representa.

miércoles, 10 de julio de 2013

Periodismo con mayúscula

Más de dos horas de Periodismo con mayúscula. Ocho palabras que resumen el especial de Espejo Público en Antena 3 esta madrugada. Tres periodistas: Alfonso Egea y Albert Castillón, como conductores del programa complementándose perfectamente, y Manu Marlasca, que ha seguido in situ el juicio oral, experto reportero de sucesos y jefe de investigación de La Sexta. Una abogada penalista y criminóloga, Beatriz de Vicente, amiga además de Josefina Lamas, la perito policial responsable del gran borrón de la investigación, al identificar los huesos encontrados en la hoguera de Las Quemadillas como pertenecientes a roedores, cuando se corresponden con los de dos menores de dos y seis años, las edades de Ruth y José, los hijos de Bretón. Dos policías: Serafín Castro, ya jubilado y que dirigió la investigación del caso, y José María Benito, del Sindicato Unificado de Policía. Un antiguo jefe de Josefina Lamas, Juan López Palafox, antropólogo, al que la doctora llamó para que ratificara su erróneo informe, a lo que se negó, porque él también identificó los huesos como pertenecientes a niños. Luis Aviar, director de la empresa Condor Georadar, encargada de buscar restos humanos en Las Quemadillas y que fue el que, en un encuentro casual con el antropólogo Etxeberría, habló con él de los huesos hallados donde Bretón había hecho la hoguera en la que, presumiblemente, quemó a sus hijos. Y dos reporteras: Toñi Portillo, a las puertas de la Audiencia de Córdoba, en cuyo interior delibera el jurado para emitir el veredicto; y Silvia González, cerca del lugar donde Ruth, la madre de los niños, y su familia esperan para escuchar en directo el veredicto del jurado.


Analizó el programa lo que en uno de mis artículos sobre el juicio he titulado Caso Lamas, en referencia no ya al error de identificación de los huesos, sino al sorprendente testimonio de la antropóloga policial que la ha convertido en perito de parte cuando su participación en el procedimiento es de una perito técnica, perteneciente nada menos que a la Policía.Y me refiero a su famosa frase de “los huesos se fueron de copas”, en el sentido de que se les mostró al doctor Etxeberría en un bar o restaurante. El mejor mentís a esta declaración formó parte del Periodismo con mayúscula que destilaba el programa por sus cuatro costados: las imágenes de Etxeberría analizando los huesos que saca de una caja precintada en dependencias policiales, en las que también aparece un calendario del mes de agosto.

El debate entre Serafín Castro y José María Benito sobre el famoso rumor de “los huesos se fueron de copas”; la explicación de Manu Marlasca sobre lo que calificó de error de la abogada de la acusación particular que interrogó a Josefina Lamas como si fuera una procesada en lugar de una perito; las revelaciones de López Palafox sobre la conversación con la doctora, cuyo error comprendió y razonó; la valoración de las preguntas que el magistrado que preside el juicio ha hecho al jurado para fundamentar su veredicto, que hizo la penalista y criminóloga Beatriz de Vicente; y la conducción y dirección del programa, con unos totales, como se dice en el argot, que ilustraban e hilvanaban sólidamente todo el “especial”. Excepcional también la reacción de los presentadores revelando los insultos que participantes en el programa estaban recibiendo en las redes sociales por parte de José Manuel Sánchez Forner, un policía que ha vivido décadas no de su trabajo de investigación en la calle sino de su representación sindical. ¡Hasta se facilitó el teléfono del programa al que Sánchez Forner podía llamar para mostrar sus discrepancias con lo que se estaba diciendo, lo que no hizo porque tampoco el ejercicio de la valentía está entre las virtudes –no sé si escasas- del policía sindicalista.

Ojalá el programa haya sido visto por los modernos gurús del periodismo que despotrican del tratamiento que se está dando al “Caso Bretón” en los medios informativos, que ha sido impecable. Aunque quizás lo primero que tendrían que aprender estos gurús es que noticia es que un niño muerda a un perro, no que un perro muerda a un niño… Pero es verdad que los gurús no han dado una noticia en su vida… Supongo que no les interesa ver el programa; así que no para ellos –que también- sino para quienes lean estas líneas y quieran verlo, les dejo la dirección en la que lo encontrarán: http://www.antena3.com/videos/espejo-publico/2013-julio-9-2013071000003.html




lunes, 8 de julio de 2013

A Bretón no le cree ni su abogado


Es la hora del jurado popular, que ha de dar respuesta a las 22 preguntas planteadas por el magistrado presidente del tribunal para fundamentar así su veredicto de culpabilidad o de inocencia.

Pero la última sesión del juicio, la de los informes de las partes (ministerio público, acusación particular y defensa) y la de la última palabra del procesado, ha deparado la relativa sorpresa de comprobar que ni siquiera su abogado defensor cree a Bretón. Solo así puede entenderse la excéntrica hipótesis que el letrado ha transmitido al jurado de que su defendido “pudo haber drogado a sus hijos con tranquilizantes pero luego los habría entregado a una tercera persona en la autovía…”  Si además el letrado se ha empeñado en mantener que los huesos hallados en la hoguera fueron los que la perito de la policía identificó como de animales, pero que luego fueron cambiados por restos humanos y entregados al antropólogo Etxebarría y los demás peritos, que los señalaron como pertenecientes a niños de dos y seis años –las edades de los hijos desaparecidos de Bretón-, todo ello configura el informe de un abogado que no cree la versión de su cliente, prescindiendo de lo que éste le haya confesado, que forma parte del secreto profesional, y del sagrado derecho que todo procesado tiene a su defensa.

Aun con todo ello, no tengo más remedio que hacerme eco de la falta de sensibilidad del abogado defensor, incluso el mal gusto y desde luego la inoportunidad, porque poco añade a la defensa de su representado, de un par de frases de su informe: “Tiene el mismo valor probatorio decir que los niños fueron adormecidos previamente por la ingesta de tranquilizantes que pensar que murieron como consecuencia de un "golpe de calor" sufrido mientras dormían la siesta en el coche bajo un chamizo en la parcela familiar”, dijo el abogado. Y en otra parte de su informe dijo que  "un niño, por muy dormido que esté, se le pone encima de una candela de estas características y llegan los gritos a Sevilla". Para colmo, terminó con un lugar común en el Derecho Penal: “Mejor mil culpables en la calle que un inocente en la cárcel”. Lo tenía difícil el letrado Sánchez de Puerta, pero a mí me ha decepcionado su informe final.

Menos sorpresas nos ha deparado la “ultima palabra” de Bretón, que ha vuelto a hacer un alarde de cinismo. Ha elegido una de las tres posibilidades que tenía: el silencio, el reconocimiento de la autoría de los hechos o la mentira. Fiel a así mismo ha optado por la mentira, que no cree ni su propio abogado.



viernes, 5 de julio de 2013

Bretón sabe lo que hace, pero no siente lo que hace

Después de las tres semanas de vista oral; elevadas a definitivas las conclusiones provisionales de las distintas partes en el proceso (ministerio público o fiscal, acusación particular y defensa), reiterada en consecuencia la petición de 40 años de prisión de un lado y la absolución del otro, a la espera tan solo de sus informes y de si finalmente José Bretón hará uso del derecho que le asiste de pronunciar la última palabra, podría decirse que son muchos los indicios que han aflorado en el juicio y que todos ellos señalan al procesado como único responsable de la desaparición de sus hijos a los que, con toda probabilidad, quemó en una hoguera que convirtió en un auténtico horno crematorio.

Muchos se preguntarán cuál es el mecanismo que se pone en marcha en la mente de un ser humano para ser capaz de quemar a sus hijos, de seis y dos años de edad, para vengarse así de su mujer, que le ha anunciado apenas tres semanas antes que se divorciaba. Y se hace mucho más difícil de entender si se acude al anuario del Centro Reina Sofía para el Estudio de la Violencia, con sede en Valencia, que desvela que en el año 2010 murieron en España 23 menores a manos de sus progenitores; pero la diferencia con Bretón es que todos los casos fueron a consecuencia de enajenación mental de los autores que confesaron el parricidio o se suicidaron inmediatamente después de cometerlo. No hay ningún caso registrado con la maldad y perversión del de Córdoba y que, además, el supuesto responsable del mismo niegue su autoría.

En un magnífico reportaje publicado en el Diario Córdoba el pasado septiembre con la firma de Juan Fernández, se recogen opiniones de reputados criminólogos y psicólogos sobre la personalidad de José Bretón; entre otros Vicente Garrido Genovés, profesor de criminología de la Universidad de Valencia, autor del libro “El secreto de Bretón”, que mantiene que “(Bretón) encaja en el perfil del psicópata integrado, alguien que no tiene historial criminal, pero que alberga los rasgos de ese trastorno y que, probablemente, nunca hubiera sido detectado si no hubiera cometido este acto”.


Recordaba yo todo esto y otros casos de psicópatas escuchando las llamadas telefónicas que Bretón hizo poco antes de su detención, mientras España entera buscaba a sus hijos, y que han sido reproducidas en la sesión del juicio de hoy. En la primera llamada, Bretón prometía devolverle sus hijos a Ruth, su esposa, “tarde más o tarde menos, porque he sido yo quien los ha perdido y debo ser yo quien los devuelva”. Pero un minuto después realiza una llamada a una antigua conocida con la que conversa en un tono distendido y de “flirteo”. ¿Cómo se pueden entender las dos llamadas con sesenta segundos de diferencia y a los diez días de que los niños hubieran desaparecido? La única respuesta posible es que se puede entender de la misma manera que las conversaciones distendidas con la policía horas después de la desaparición de Ruth y José o la propuesta de sacar una guitarra o abrir unas botellas de vino o preparar una cena para todos o narrar sus hazañas de alcoba (más bien violaciones) con su esposa o en cualquiera de los prostíbulos a los que acudía.

Y la respuesta hay que hallarla en ese psicópata integrado del que habla el profesor Garrido y cuya decisión de deshacerse de sus hijos en la hoguera explica muy bien el psicólogo criminalista Jiménez Serrano: “Dice José Bretón que encendió la hoguera para quemar cartas y vestidos de su mujer. Visto así, parecería que hablamos de alguien que quiere cortar con su pasado, por lo que quema todo lo que le ata con su anterior relación, y para él quemar a sus hijos equivalía a quemar unas fotografías”.

Pero no se trata de la obra de un loco. Como explica muy bien el canadiense Robert D. Hare, probablemente la mayor autoridad en el estudio de las psicopatías, creador de una auténtica escuela en el diagnóstico de esta alteración de conducta, “en la psicopatía no hay nada que curar. Es un comportamiento con anomalías neurológicas. Pero  no hay pacientes que pidan ayuda, que sufran. Ellos están perfectos y se sienten perfectos. Nunca podrán sentir empatía, ponerse en el lugar de otra persona, tener sentimientos hacia alguien. Ni siquiera por los seres más próximos, padres, hermanos, pareja, hijos… Los psicópatas no tienen emociones y no es posible enseñárselas”…


El profesor Robert D. Hare define en muy pocas palabras al psicópata: “Sabe lo que hace pero no siente lo que hace”. Repasando el comportamiento de Bretón solo durante las sesiones del juicio, se llega también a esa conclusión: “Bretón sabe lo que hace, pero no siente lo que hace”. 

jueves, 4 de julio de 2013

El "Caso Lamas"

El programa “Más Vale Tarde” (La Sexta), sin duda el de mejor, más fiable y más rigurosa información del “caso Bretón”, ha llamado la atención hoy sobre un hecho que a mí me parece gravísimo: lo que bien podría ser calificado de acuerdo entre el defensor de Bretón y nada menos que la antropóloga forense de la Policía que confundió con huesos de roedores los restos encontrados en la hoguera encendida por el hoy acusado de un doble asesinato. La declaración de la doctora Josefina Lamas asegurando que en la Policía se comentaba que los “huesos se fueron de copas”, en referencia a que fueron sacados de dependencias policiales y llevados a un bar o restaurante para mostrárselos al doctor Etxeberría (que los identificó como humanos y pertenecientes a dos niños de 2 y 6 años, las edades de los hijos de Bretón), no fue espontánea, sino la respuesta a la pregunta del defensor de Bretón: “¿Ha oído usted decir –le preguntó a la antropóloga, que comparecía como perita forense- que la muestra número ocho (uno de los huesos) se fue de copas?” Y la doctora Lamas contestó: “Lo que yo oí es que los huesos se fueron de copas”.

La abogada Beatriz de Vicente, que comenta en “Más Vale Tarde” desde el punto de vista del Derecho Penal las sesiones del juicio, ha detallado hoy la gravedad de esta manifestación: En primer lugar, porque no es espontánea y, en consecuencia, supone un acuerdo entre el abogado y la perito, que, por cierto, no es de parte; en segundo lugar porque a lo largo de toda la instrucción, jamás la doctora Lamas dijo que había escuchado que “los huesos se fueron de copas”, a pesar de que precisamente por su condición y la responsabilidad que tiene estaba obligada a comunicárselo a sus superiores, que se lo harían llegar al juez instructor; en tercer lugar porque, de ser cierta su manifestación, la prueba de los huesos tendría que ser invalidada y el doctor Etxeberría así como los agentes policiales que han manifestado que jamás se rompió la cadena de custodia de los huesos incurrirían en responsabilidad penal ; y por último porque, de no ser cierto lo manifestado por la doctora con toda probabilidad con el acuerdo previo con el abogado de Bretón, no solo ha puesto fin a su carrera (por otra parte muy brillante), sino que tendrá que responder penalmente por lo dicho (recuérdese que el presidente del Tribunal dedujo testimonio de sus manifestaciones).

Escribí ayer de la condición humana, y con esta expresión titulé mi comentario. Hoy, tras la información de “Más Vale Tarde” y los comentarios de la penalista De Vicente, hay que volver a la condición humana como única explicación de la actitud de la doctora Lamas. No me extraña la poca atención que ha merecido la sesión de hoy, a pesar del testimonio del experto que analizó el teléfono móvil de Bretón, identificó todas sus llamadas a partir del 15 de septiembre, cuando la esposa del procesado le anunció su decisión de divorciarse, y que ha desvelado el borrado del teléfono que hizo el procesado el domingo que los niños desaparecieron y la desconexión durante las cuatro horas en las que se sitúa el asesinato de los dos pequeños. Y aunque el experto ha deshecho otra parte de la coartada de Bretón, en la Sala de la Audiencia de Córdoba seguían resonando las palabras de la doctora Lamas del día anterior. Más pareciera que el “caso Bretón” se hubiera convertido por unas horas en el “caso Lamas”.