Lleváis un mes a
vueltas con la exitosa iniciativa y los árboles no os dejan ver el bosque de
las razones de su existencia. Porque Podemos
no es ni las artes de comunicación de Pablo Iglesias, que las tiene;
ni su discurso imposible, que lo transmite en cuanto tiene ocasión; ni
la utilización de la palabra “casta”,
y pronúnciese poniendo contundencia en la “c”
del comienzo y arrastrando la “ese”
hasta golpear a la “t” de manera que
la sílaba tenga un tono de descalificación. Tampoco Podemos es La Sexta y Cuatro, las dos cadenas de televisión que han
lanzado al estrellato la coleta más famosa de los últimos años.
Podemos, no os engañéis, es la respuesta
a la corrupción. Podemos es el molt honorable Jordi Pujol metido a delincuente.
Podemos es el 3 por 100
que Pasqual Maragall citó con gran escándalo en su toma de posesión como
presidente de la Generalitat y que ahora se ve para lo mucho que da. Podemos antes fue Bárcenas y el plasma
de Rajoy y las promesas electorales incumplidas y las obras de la sede del
Partido Popular pagadas con dinero negro y Jaume Matas y el periodista
que escribía sus discursos que luego loaba en las páginas del periódico del que
era corresponsal y todo queda en casa y el ático de lujo de la Costa del Sol y
los jamones ibéricos con experto cortador incluido camino de la vergüenza del relaxing
cup of café con leche in Plaza Mayor y la hija del Rey y su consorte con
más cara que estatura y la ministra que no se entera de que en su plaza de
garaje había un Jaguar ni de quién paga los cañones de confetis de los
cumpleaños de sus hijos y mucho antes la boda de Estado en El Escorial y
las puertas giratorias que van de la Sanidad pública a la sanidad privada o de
la judicatura a El Corte Inglés. Podemos
es la libre interpretación de la encuesta de población activa con el milagro
de los panes y los peces pero al revés: se crea empleo pero se trabaja
menos horas, es decir, venga no nos engañéis destruís empleo y lo sustituís por
contratos basura. Y Podemos es
también la descalificación que de Podemos
hacen los partidos políticos, con el verso suelto de Esperanza Aguirre a la
cabeza (repita, doña Esperanza: “Yo también soy Podemos...)
lunes, 28 de julio de 2014
sábado, 5 de julio de 2014
In memoriam
Nos whatsSappeábamos de vez en cuando. Uno de esos mensajes se lo envié
mientras devoraba literalmente lo que nunca pensé que acabaría formando parte
de su mejor testamento: “Sótano Octavo”, un testimonio valiente de cómo
enfrentarse al cáncer, según proclama la portada.
Lo conservo en mi portátil: “He
leído “Sótano octavo” y siento la necesidad de decirte que he descubierto al
Rafael MARTÍNEZ SIMANCAS más brillante, más irónico, más mordaz, más tierno,
más sensible, más humano, más maduro como escritor que jamás ví. Enhorabuena
por las lecciones que encierran ese libro, y no es la menor la lección de vida
que supone cada frase, cada pinchazo, cada ángel (así llama Rafael a las
enfermeras en el libro) que voy viendo página a página… ¡Cuánta esperanza
transmite “Sótano Octavo” de que pronto podrás dedicármelo pleno tú de salud…!
Gracias, maestro. Un abrazo y besos al Víctor que te ha traído duendes y hadas
en complicidad con su hermana”. Víctor, que es hijo de Rafa y Lidón, que hoy
tiene 12 años y es gemelo de la pequeña Lidón, le había escrito unas frases que
servían de verdadero pórtico a su libro:
“Papá:
sé que lo tuyo es un asunto de hadas, ogros y duendes.
Las
hadas son el sistema inmunológico, tu médula.
Los
ogros son el linfoma que ataca a tu sistema.
Los
duendes son la quimioterapia.
Como
las hadas no pueden con los ogros llaman a los duendes y con ellos luchan para
expulsarlos”.
Me contestó, como hacía
siempre… Con sus gotas de humor, de ironía, también de sabiduría: “Gracias por leer de manera inteligente el
libro. Decían en “Amanece que no es poco”: ¡Cuántos grandes libros se han echado a perder por leerlos mal”.
He querido que fuera literatura, narración periodística y poca
autocompasión porque detrás de un bisturí no hay poesía.
Gracias por comprarlo, eso se notará en las ventas del mes. Un abrazo
y adelante. Nosotros, como Belmonte, en realidad hemos nacido esta mañana”.
En ninguna sala de
quimioterapia de nuestros hospitales debería faltar este “Sótano Octavo” que ya forma parte del testamento -me atrevería a escribir del testamento vital- de un periodista brillante, de un compañero
indispensable, de un amigo leal, de un padre ejemplar… El día que nos
encontremos allá donde esté, seguro que tiene una frase brillante para
disculparse por haberse ido sin dedicarme su libro.
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