sábado, 23 de noviembre de 2013

La "doctrina Bandrés"

En medio del griterío de la brunete mediática, que se lava la conciencia a base de eructos contra el fallo del Tribunal de Estrasburgo declarando ilegal la doctrina Parot, hemos asistido a la que me van a permitir que llame “doctrina Bandrés”, la expresada por ese tan buen vasco como buen jurista y buen demócrata (en la foto, bajo estas líneas), que hace muchos años, cuando el silencio de las pistolas de los asesinos de ETA era una quimera, dijo aquello de “llegará un día en que la sociedad tendrá que ser muy generosa para encontrarse en la calle con el asesino de su padre o de su marido o de su hijo…”


Si Juan Mari Bandrés viviera, seguro que hubiera tenido un hueco en dos actos celebrados en las últimas horas en Euskadi: por un lado, el abrazo de la viuda del sargento de la Ertzaintza Joseba Goikoetxea, asesinado por ETA hace veinte años, con dos etarras arrepentidos de la llamada vía Nanclares, Carmen Gisasola y Andoni Altza, este último detenido en su día precisamente por Goikoetxea, y puestos ambos en libertad antes de la decisión del Tribunal de Estrasburgo; por otro lado, el acto celebrado en Vitoria por la “Fundación Buesa”, que unió en la misma mesa a Iñaki Arrizabalaga, hijo de otra víctima de ETA; el periodista Gorka Landaburu, que sufrió graves lesiones en un mano con un paquete bomba remitido por la banda terrorista, y el arrepentido Iñaki Rekarte, autor, entre otros, de la colocación de un coche bomba en Santander, que produjo tres muertos y decenas de heridos, y que acaba de salir de prisión gracias al fallo del Tribunal de Estrasburgo. Reveladoras sus palabras de descalificación de quienes se niegan a pedir perdón por los crímenes cometidos: “¿Matas a alguien y te cuesta pedir perdón? Es hora de olvidar la política y hacer las cosas de ser humano a ser humano”.

En el acto celebrado en el aniversario del asesinato del sargento, en la Plaza de la Convivencia, de Bilbao, también estuvieron presentes, entre otros, la hija del doctor Brouard, militante de Herri Batasuna asesinado por los GAL, y una hermana de José Ignacio Zabala, uno de los dos etarras secuestrados, torturados y enterrados con cal por cuyos hechos fue procesado y condenado el general de la Guardia Civil Enrique Rodríguez Galindo. Y también acudieron familiares del diputado abertzale Josu Muguruza, asesinado por disparos de la extrema derecha en un hotel de la madrileña calle Alcalá, que estaban codo con codo con los familiares de Francisco Javier Gómez Elósegui, psicólogo de la prisión de Martutene, asesinado por ETA; la viuda de otro ertzaina víctima igualmente de la banda terrorista y un hermano del etarra Txiki Paredes Manot, uno de los cinco últimos fusilados en nuestro país apenas dos meses antes de la muerte del dictador, aquél maldito 27 de septiembre de 1975, que Luis Eduardo Aute narra en su inolvidable “Al Alba…”.

Escribí al comienzo que con su griterío la brunete mediática lava su conciencia, incapaz de reconocer que la llamada Doctrina Parot violaba un principio inamovible de la justicia, el de la no retroactividad de las leyes, e incapaz también de explicar que los sucesivos gobiernos y mayorías parlamentarias no modificaron el Código Penal para que, a partir de su aprobación, los autores de crímenes tan horribles como los de los etarras –estén o no arrepentidos- cumplieran la totalidad de los 40 años de prisión. Su griterío, en fin, les incapacita incluso para transmitir el mensaje inequívoco de que, sin la doctrina Parot, los etarras condenados hubieran salido de prisión uno a uno y no todos a la vez, como está ocurriendo ahora, con la consiguiente alarma social creada no solo por ellos, sino también por el griterío de la brunete mediática, que no puede entender (o acaso no les convenga hacerlo) que, al final, Juan Mari Bandrés llevaba razón al anticipar lo que yo llamo su doctrina. Porque, efectivamente, la sociedad representada ayer en la Plaza de la Convivencia de Bilbao y en la Fundación Buesa de Vitoria mostró una gran generosidad.

jueves, 21 de noviembre de 2013

Los abuelos de Asunta, en la memoria


¿Cuál es el móvil del tremendo crimen de Asunta…?  ¿Qué gravísimo asunto es capaz de promover un acuerdo entre padre y madre para asesinar a su hija? ¿Qué desencadenante es capaz de sostener sólidamente durante más de tres meses hasta terminar ejecutándolo, nada menos que un plan premeditado para asesinar a una niña que todavía no ha cumplido 13 años? ¿Qué gigantesco beneficio obtendrían realmente Rosario Porto y Alfonso Basterra matando a su hija sin que durante los tres meses de premeditación del crimen surgiera en ninguno de ellos el más mínimo arrepentimiento que les hiciera desandar lo andado en el “iter criminis” cuando éste aún no se había consumado? ¿Qué se interpone en el idílico panorama de una pareja con una hija adoptada de gran inteligencia, viviendo en una pequeña ciudad en la que disfruta la familia de una posición económica y social privilegiada, con un patrimonio que les garantiza el futuro de los tres?

Es más que probable que ni la investigación judicial ni el juicio oral den respuesta a ésta y otras muchas preguntas que surgen alrededor del hasta ahora inexplicable -por explicado que esté- asesinato de Asunta Basterra Porto. La respuesta la tienen solamente los dos únicos encarcelados y procesados que hasta ahora vienen negando su autoría por más que indicios y pruebas les señalen como autores del crimen en el grado que los tribunales decidan. Así que la única posibilidad que cabe es una fisura en esa aparente solidez de los dos, porque los dos saben la respuesta.Un destello de sinceridad, de arrepentimiento, de reparación moral de un daño irreparable, que empuje a alguno de los dos a contarlo todo.

Desde algunos foros se dice que en la nueva situación de Rosario y Alfonso, separados hace varios meses, “Asunta les molestaba”. El argumento es tan débil como el de la supuesta superioridad intelectual de la niña que podía haber desencadenado serios enfrentamientos sobre todo con su madre. ¿Hasta el extremo de decidir su asesinato y convencer a su marido de que era lo más “conveniente”? El móvil del terrible crimen tiene que ser mucho más importante, descartado también un trastorno mental –ni transitorio (a ver, psiquiatras: ¿es que hay trastorno transitorio de tres meses?) ni permanente-, que además tendría que haber afectado al mismo tiempo a madre y padre, a los que el auto de procesamiento señala como autora (Rosario Porto) y cooperador necesario (Alfonso Basterra).

Dicho de otra manera y acudiendo al clásico: De las tres incógnitas de todo crimen, la instrucción y el procesamiento de Rosario Porto y Alfonso Basterra solo despejan una, la de la ocasión. Pero hay dos aún sin responder: lo que movió al siniestro acuerdo entre madre y padre, es decir, el móvil, y el beneficio –que no siempre tiene que ser económico- que con el tremendo crimen pensaban obtener (¿o acaso han obtenido ya?) el matrimonio.


Probablemente, los abuelos maternos de Asunta podrían explicarlo mejor…, tan apegada que estaba Asunta a ellos. Pero murieron los dos repentinamente, mientras dormían, con menos de un año de diferencia (diciembre de 2011, la abuela; junio de 2012, el abuelo), y ambos cuerpos fueron incinerados, con lo que el único rastro que queda de ellos es la memoria… ¡Lástima…! ¡Con lo que podrían contar…!

miércoles, 6 de noviembre de 2013

Apartad vuestras manos del periodismo

El anunciado cierre de la televisión pública valenciana hoy, como el salvaje expediente de regulación de empleo en Telemadrid al comienzo de este año no son el fracaso de unos magníficos profesionales, sino el del modelo de gestión de unos políticos empeñados en controlar también la información. Son gentes sin escrúpulos, más próximos al totalitarismo que solo condenan con la boca pequeña que al sistema de libertades del que se les llena la boca en nombre de no sé qué liberalismos (¡que entenderán ellos por liberalismo!). Que ahora el presidente valenciano Fabra diga que no cerraré un colegio o un hospital por una televisión inasumible como que antes su colega madrileño (por cierto, ninguno de los dos están legitimados por las urnas, curiosa coincidencia) amenazara con el cierre de Telemadrid si el Supremo ratifica la sentencia que también cuestiona el Ere que puso en la calle a casi mil profesionales, no son más que estrategias dialécticas en las que estos políticos tienen tan poca eficacia como en gestionar la sanidad o la enseñanza públicas. ¿O quiere Fabra que le recordemos las televisiones públicas que se pueden pagar con la Copa América de Vela, el derroche de la visita de un Papa (y ahí está también la "gürtel"), la Fórmula 1 o, peor, el aeropuerto sin aviones de Castellón?


El modelo de gestión de los entes públicos en Valencia y en Madrid -y me temo que igual ocurre en el resto de los medios públicos en las Autonomías que los tienen- es una indecente copia de la Prensa y Radio del Movimiento del franquismo (una cadena de radio, decenas de periódicos locales y regionales y hasta una agencia de prensa), que las comunidades valencianas y madrileñas y sus principales ayuntamientos completan con unos departamentos de comunicación (prensa y propaganda, se suelen llamar en las dictaduras) refugio de decenas de amigos, familiares y agradecimientos por servicios prestados, en los que el culto al líder (ya sea presidente, consejero, director general o simplemente carguito) es de obligado cumplimiento cada mañana o, mejor, a todas horas.

Con ese modelo de gestión, la audiencia, que no es idiota, cae hasta los extremos que han caído en la televisión y radio públicas de la Comuindad Valenciana y de la Comunidad de Madrid. Y cuando cae la audiencia cae la publicidad. Y si encima llega la crisis económica, los dedos se les hacen huéspedes a los políticos para los que, por otra parte, esos medios públicos han dejado de ser rentables porque nadie los ven ni escuchan o quienes los ven y escuchan son militantes de la causa. Y además, Eres como los de Telemadrid y la RTV valenciana se llevan por delante a esos rojos de mierda que cuestionan  la información que ordenan los sacrificados jefes a los que los políticos se han preocupado de elegir y colocar escrupulosa y estratégicamente con un rico pesebre. ¿O no llama la atención del observador neutral que las reducciones de plantilla nunca afecten a los directivos cuyos sueldos serían insostenibles para cualquier empresa privada con muchas menos pérdidas que las que acumulan los medios públicos de comunicación?

Bastante se ha tratado de confundir a la opinión pública desde la creación de la televisión pública valenciana y desde la llegada de Esperanza Aguirre a la presidencia de la Comunidad de Madrid como para continuar ahora con el engaño. El fracaso de ambas televisiones públicas es el fracaso de sus gestores y el resultado de las manos de los políticos en el delicado material que es el periodismo, que se alimenta de veracidad y objetividad o, si lo preferís, de neutralidad.

El ejemplo más claro, y también el más zafio, lo ha dado Telemadrid, que fue tan insistente en el ataque sistemático a Rodríguez Zapatero durante la presidencia del gobierno de éste, como en la adulación hasta la náusea de Esperanza Aguirre y su gobierno. Cuando la lideresa relevó al director general del Ente, que había sido su director de comunicación en el largo recorrido político de Esperanza Aguirre, lo dejó como presidente, y puso al frente de la dirección general a una ignota licenciada en Derecho. La mujer, que aprovechando su puesto hizo numerosos viajes por la geografía de las televisiones tanto dentro como fuera de España, siempre en clase bussiness, fue relevada a los cuatro años convencida, como a su llegada (la verdad es que la experiencia ni siquiera le dio para aprender algo), que una crónica es una enferma incurable. Pero se fue no sin antes, entre otras lindezas, pretender retransmitir por radio los informativos que emitía Telemadrid, en un intento de uniformar la pluralidad (?) que salía por la televisión pública madrileña, cumpliendo así el mandato recibido de los políticos. Y no sin antes, también, haberse apuntado como enviada especial a los Premios Príncipe de Asturias, no para hacer una enferma incurable, es decir, una crónica, sino para pasear su palmito por el Hotel Reconquista y el Teatro Campoamor de Oviedo. Su relevo le impidió ver in situ uno de los efectos de su eficaz gestión, el Ere que a principios de este año puso en la calle a casi un millar de trabajadores y que ella dejó convenientemente preparado, incluyendo la negativa al diálogo de la dirección con los representantes de los trabajadores para no tener que escuchar así las alternativas que planteaban, bastante menos traumáticas que el despido masivo.

Las audiencias caen, he escrito líneas arriba, lo que convierte a los medios públicos de información en insostenibles o, en todo caso, no justifican los contratos programa que requieren, eufemismo del dinero que las administraciones públicas tienen que aportar para subsanar los déficits de explotación. Y quede constancia de que los millonarios déficits de explotación son fruto de la gestión de los políticos y no del trabajo de los profesionales. ¿O son capaces esos mismos políticos de contar la verdad sobre sus relaciones -y no sé si también comisiones- con productoras y sobre contrataciones no solo de personas, sino de programas o series?

Sin embargo, unos medios públicos de información sin la intervención, las consignas y la manipulación de los políticos sí son posibles. Porque los rojos de mierda que se vieron en la calle a centenares a comienzos de año en Madrid, el millar largo a los que les ocurrió lo mismo en Valencia y los que ahora se sumarán con el drástico cierre de la radiotelevisión valenciana son profesionales como la copa de un pino que saben hacer información en radio y televisión sin necesidad de que la longa manu de los políticos intervenga a través de los comisarios (llámense directores, redactores jefes, jefes de sección o presentadores) convertidos en mercenarios del poder y que seguirán teniendo trabajo y una buena soldada al abrigo de estos políticos tan liberales ellos, que deben de una vez apartar sus manos del periodismo.

martes, 5 de noviembre de 2013

La cara dura de Wert


Todos los gobiernos tienen su muñeco de pim-pam-pum, y en el primer Ejecutivo de Mariano Rajoy le ha tocado a José Ignacio Wert ese papelón... Por méritos propios, desde luego. Este licenciado en Derecho y sociólogo entró en el ministerio como un elefante en una cacharrería, procedente de una tertulia de radio y de una empresa de sondeos. Su Ley de Educación pasará a la historia como el mayor acuerdo que ha habido nunca entre enseñantes, alumnos, padres de alumnos y el resto de la entera sociedad... para oponerse a la misma. La subida del IVA a la Cultura ha hundido aún más en la crisis al cine y al teatro, entre otras manifestaciones culturales. Su incontinencia verbal le ha llevado a situaciones surreralistas. Le dan la espalda y la niegan la mano los premios extraordinarios, que visten camisetas verdes reivindicativas de una mínima igualdad en la enseñanza. En el Teatro Real, y a pesar de la solemnidad del homenaje a nuestra mezzosoprano Teresa Berganza, con asistencia de los Príncipes de Asturias, el ministro fue recibido con una pitada. Aunque las competencias de Educación están transferidas a las Autonomías, será difícil olvidar que durante su etapa como titular del ministerio, las tasas universitarias subieron hasta límites intolerables. Las becas han sido reducidas al mínimo, y la amenaza de que estudien solo los que puedan pagárselo ha dejado de ser un fantasma, convertido en realidad. Es frecuente escuchar en emisoras de radio a estudiantes que se han matriculado en algunas asignaturas, porque  no pueden hacer frente a las tasas de todas las que componen el curso y a quienes se han ido al extranjero a cuidar niños o a limpiar servicios para tener dinero con que hacer frente al coste de sus propios estudios. Paso un tupido velo de discreción con otros asuntos del ministerio y su titular que andan más cerca de la crónica rosa que de la tragedia que es hoy la Educación en nuestro país (aprovecho, por cierto, la ocasión para escribir que hace muchos años que aprendí que la intimidad es lo que hay de cintura para abajo y de piel hacia dentro). Su última metedura de pata ha llegado hasta la Comisión Europea, que le ha reprochado al ministro español de Educación el recorte en pleno curso de las becas  Erasmus, uno de los programas educativos europeos más exitosos y que está permitiendo que miles de universitarios españoles realicen cursos de sus estudios en universidades de cualquiera de los países de la Unión Europea, con lo que tiene de maravillosa experiencia. Y ante el escándalo producido también en nuestro propio país, no ha tenido más remedio que rectificar, imagino que ante la orden de Mariano Rajoy y su vicetoda, Soraya Saenz de Santamaría que, sin duda, antes habían aprobado el recorte del escándalo. Y tiene el ministro Wert la caradura de decir que es una iniciativa suya, después de haber justificado hoy mismo la reducción de la beca.

Si tuviera un mínimo de decencia política, José Ignacio Wert hace tiempo que hubiera dimitido. Pero en nuestro país se cuentan con los dedos de una mano los ministros que dimitieron...