Cuando cada sábado me dispongo a ver La Sexta Noche , sin duda uno de
los mejores programas de debate de las televisiones españolas, soy consciente
de que lleva implícito el coste de
soportar a uno de los periodistas que han llevado a esta profesión al descrédito,
por mucho espectáculo que brinde. Y escribo espectáculo porque solo en función
de ello puedo imaginar que una cadena como la Sexta , que da diarias pruebas de independencia y
ética en sus contenidos periodísticos, se siga tragando a este singular individuo, ejemplo vivo de la frase
acuñada por Patrick Randolph Hearst: “No permitas que la realidad te estropee un
buen titular”.
Y es que Eduardo
Inda se presenta cada sábado con su titular bajo el brazo, ya sea en forma de
fotografía de Monedero (dirigente de Podemos)
con un rapero que, entre sus letras incendiarias, tiene varias en las que exalta
el terrorismo; ya sea en forma de la cooperativa de un hermano de Tania
Sánchez, flamante candidata de Izquierda Unida a la presidencia de la Comunidad de Madrid, ya
sea utilizando miserablemente la condición de Tania de novia de Pablo Iglesias,
el líder de Podemos. Quiero decir que
Eduardo Inda es un consumado manipulador, que lleva su titular confeccionado
desde casa y que dure lo que dure el debate y se aclare lo que se aclare no permite
que la realidad –incluso fundamentada en datos incontrovertibles- le estropee
ese titular.
Inda es capaz de
acusar de corrupción –sin aportar una sola prueba- a Tania Sánchez, a Monedero,
a Pablo Iglesias o a quien se le ponga por delante, y cuando se le demuestra
que los hechos no son como él los cuenta sigue sosteniendo la misma acusación
sin más soporte que el del titular que él ha confeccionado.
En el programa
del pasado sábado, en el que volvió a elegir a Tania Sánchez como objetivo de
sus invectivas –e invenciones- la parlamentaria madrileña le recordó a Inda que
en un programa anterior fue entrevistada por tres periodistas, entre ellos el
propio Inda durante cuarenta minutos, “y
solo permitiste que los otros dos periodistas de verdad hicieran un par de
preguntas, porque acaparaste toda le entrevista con tus continuos ataques sin
pruebas”.
Esgrimiendo una
sonrisa que siempre suena a falsa, Eduardo Inda no ejerce como entrevistador,
sino como inquisidor; no hace una entrevista, sino que realiza un interrogatorio,
pero no para obtener la verdad sino para justificar el titular que se ha
llevado al programa.
Me consta que
éste es el parecer de muchos compañeros, entre ellos algunos de los que
comparten programa con el mismo Inda. Pero a lo que se ve, el espectáculo debe
continuar, seguro los responsables de