¿Cuál es el móvil del tremendo crimen de Asunta…? ¿Qué gravísimo asunto es capaz de promover un
acuerdo entre padre y madre para asesinar a su hija? ¿Qué desencadenante es
capaz de sostener sólidamente durante más de tres meses hasta terminar
ejecutándolo, nada menos que un plan premeditado para asesinar a una niña que
todavía no ha cumplido 13 años? ¿Qué gigantesco beneficio obtendrían realmente
Rosario Porto y Alfonso Basterra matando a su hija sin que durante los tres
meses de premeditación del crimen surgiera en ninguno de ellos el más mínimo
arrepentimiento que les hiciera desandar lo andado en el “iter criminis” cuando
éste aún no se había consumado? ¿Qué se interpone en el idílico panorama de una
pareja con una hija adoptada de gran inteligencia, viviendo en una pequeña
ciudad en la que disfruta la familia de una posición económica y social
privilegiada, con un patrimonio que les garantiza el futuro de los tres?
Es más que probable que ni la investigación judicial ni el
juicio oral den respuesta a ésta y otras muchas preguntas que surgen alrededor
del hasta ahora inexplicable -por explicado que esté- asesinato de Asunta Basterra
Porto. La respuesta la tienen solamente los dos únicos encarcelados y
procesados que hasta ahora vienen negando su autoría por más que
indicios y pruebas les señalen como autores del crimen en el grado que los
tribunales decidan. Así que la única posibilidad que cabe es una fisura en esa
aparente solidez de los dos, porque los dos saben la respuesta.Un destello de sinceridad, de arrepentimiento, de reparación moral de un daño irreparable, que empuje a alguno de los dos a contarlo todo.
Desde algunos foros se dice que en la nueva situación de
Rosario y Alfonso, separados hace varios meses, “Asunta les molestaba”. El
argumento es tan débil como el de la supuesta superioridad intelectual de la
niña que podía haber desencadenado serios enfrentamientos sobre todo con su
madre. ¿Hasta el extremo de decidir su asesinato y convencer a su marido de que
era lo más “conveniente”? El móvil del terrible crimen tiene que ser mucho más
importante, descartado también un trastorno mental –ni transitorio (a ver, psiquiatras: ¿es que hay trastorno transitorio de tres meses?) ni
permanente-, que además tendría que haber afectado al mismo tiempo a madre y
padre, a los que el auto de procesamiento señala como autora (Rosario Porto) y
cooperador necesario (Alfonso Basterra).
Dicho de otra manera y acudiendo al clásico: De las tres
incógnitas de todo crimen, la instrucción y el procesamiento de Rosario Porto y
Alfonso Basterra solo despejan una, la de la ocasión. Pero hay dos aún sin
responder: lo que movió al siniestro acuerdo entre madre y padre, es decir, el
móvil, y el beneficio –que no siempre tiene que ser económico- que con el
tremendo crimen pensaban obtener (¿o acaso han obtenido ya?) el matrimonio.
Probablemente, los abuelos maternos de Asunta podrían
explicarlo mejor…, tan apegada que estaba Asunta a ellos. Pero murieron los dos repentinamente, mientras dormían, con menos
de un año de diferencia (diciembre de 2011, la abuela; junio de 2012, el
abuelo), y ambos cuerpos fueron incinerados, con lo que el único rastro que
queda de ellos es la memoria… ¡Lástima…! ¡Con lo que podrían contar…!
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