Imagino a
Isidoro Álvarez, el gran continuador de la monumental obra de Ramón Areces, en
la soledad de su despacho (ocurre esto en ocasiones: con más de 90.000
empleados, con una numerosa dirección, pero solo) de las oficinas centrales de
El Corte Inglés, en la calle Hermosilla, leyendo la noticia con la que mandaba
–como decimos en el argot- uno de los confidenciales de la red: “El Corte Inglés
debe ofrecer a los bancos acreedores edificios emblemáticos, como los de
Castellana y Preciados, en garantía para refinanciar su deuda de 5.000
millones”.
Luego, en
el texto de la noticia, en cada párrafo una expresión o varias que durante toda
la existencia de los grandes almacenes santo y seña de la marca España jamás se
utilizaron en referencia a ellos. Reproduzco algunas
expresiones:
Refinanciación
de su deuda, entidades acreedoras, tendrá que ofrecer edificios emblemáticos
como garantía para alargar los plazos de los vencimientos, nunca había tenido
deuda bancaria, hay buena disposición por parte de los acreedores, es la primera
vez que el grupo no logra autofinanciarse con su propia generación de caja, la
banca reclama edificios emblemáticos, han exigido, los acreedores se han
agarrado a la cartera del activos inmobiliarios del grupo, el banco Santander el
más expuesto, El Corte Inglés busca desde hace dos años comprador para la Torre
Titania , levantada sobre el solar del edificio Windsor, sus
beneficios han caído en un 34 por 100…
Auténticas
puñaladas en la imagen de El Corte Inglés, dirigidas a los órganos vitales de
una empresa orgullo de España, de sus trabajadores y de sus
clientes…
¿Qué está
pasando en la empresa del triángulo verde, a la que hoy asaltan los titulares de
los confidenciales con expresiones como las aquí recogidas, cuando durante
décadas ha sido modelo de moderación hasta en su generación de noticias…?
No se me
tache de exagerado si escribo que si algo le falta a la desmoralización de este
país son los perfiles de la noticia que publica hoy un confidencial en la
red.
Y no se
culpe al mensajero, que se hace eco de lo que que estoy seguro de que tiene
perfiles bien distintos al durísimo lenguaje en el que está escrita. Hasta no
hace mucho tiempo, desde el propio El Corte Inglés se explicaban esos perfiles
sin condicionar jamás la posterior redacción de los mismos. El éxito era bien
visible. Desde no hace mucho tiempo, las cosas han cambiado: importan poco los
perfiles… y El Corte Inglés necesita garantías, refinancia deuda, tiene
acreedores…
Pero cuando
ocurre eso, el problema no es que fuera se le ha perdido el respeto a El Corte
Inglés, por cierto uno de los primeros anunciantes de nuestro país; sino que se
le ha perdido el respeto dentro de la propia empresa.
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