martes, 30 de julio de 2013

No solo un error humano


La declaración  judicial del maquinista del tren que descarriló poco antes de su llegada a Santiago de Compostela, de una parte, y los primeros datos que se han conocido de las cajas negras, por otra, además de los datos técnicos ya conocidos sobre los sistemas de seguridad en el tramo donde ocurrió la catástrofe, permiten deducir que ésta no se debió solamente a un error humano. En definitiva, no es una excepción en este tipo de accidentes, que en el caso del de Santiago, como en los de la red de alta velocidad, son comparables a los de avión. Quiero decir que cuanto más sofisticado y avanzado es el medio de transporte, el error humano solo es una parte de las causas del accidente. Valdría aquí recordar el principio del Derecho de que la causa de la causa es causa del mal causado.

Porque, conforme avanza la investigación, van apareciendo datos que, al mismo tiempo que ratifican la responsabilidad del maquinista en el accidente, desvelan que el descarrilamiento pudo evitarse y que una llamada telefónica de un controlador de Renfe distrajo la atención del maquinista en el momento que más precisa de ella en todo el recorrido de ese tren. El maquinista tenía la posibilidad de no responder la llamada, pero ésta se produjo y por parte de un controlador de la compañía.

Por otra parte, la instalación del sistema de seguridad ERTMS, del que está dotada  la línea hasta cuatro kilómetros antes de la curva escenario de la catástrofe, hubiera evitado ésta, puesto que habría frenado el convoy en el momento preciso para que tomara la curva a los 80 kilómetros por hora previstos. Ni tampoco existen en el lugar balizas que recuerden al maquinista la necesaria reducción de velocidad, aunque es verdad que sí figura en su libro de ruta. Y aún más: el anuncio de Renfe y Adif de revisión de sus protocolos de seguridad supone en sí mismo el reconocimiento de que un protocolo distinto -y por supuesto un diferente sistema de seguridad- hubiera evitado la catástrofe.

En medios de transporte tan sofisticados como los que hoy existen -ya seas aéreos, ferroviarios o marítimos- difícilmente se encontrará un accidente provocado solo por un error humano. Se trata de máquinas tan perfectas que se precisan un conjunto de circunstancias -y desde luego el error humano entre ellas- para hacer inevitable el accidente. La investigación de cualquier accidente aéreo, sobre los que hay bastante más experiencia que en los de la red ferroviaria de alta velocidad (y ya sé que la línea Madrid-Santiago-Ferrol es un híbrido entre convencional y alta velocidad) siempre concluye con la revelación de varias causas, nunca una sola y nunca solo un error humano.

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