Cuando decidí hacer un comentario diario de las sesiones del
juicio del “Caso Bretón”, imaginé que en alguno de ellos no tendría más remedio
que hablar de la condición humana, expresión que, no por recurrente, deja de
ser la única explicación de muchas conductas incompatibles con los mínimos valores que se le
supone a cualquier persona. Pero lo que
nunca pude pensar es que esa expresión acabaría siendo el titular de la sesión
más importante del juicio oral, la que ha establecido que Ruth y
José, de 6 y 2 años, fueron quemados en una hoguera que su padre convirtió en
un horno crematorio. En un magistral informe el doctor Francisco Etxeberría,
llegado al caso prácticamente por casualidad, no solo detalló que los huesos
hallados entre los restos de la hoguera eran humanos y pertenecientes a dos
niños de 6 y 2 años, sino hasta cómo fue colocado el cuerpo de la niña en ese
horno crematorio que alcanzó temperaturas próximas a los mil grados. Un
centenar de folios, fotografías y una exposición en “power point” han formado parte
de la verdadera pieza maestra que ha sido el informe de este antropólogo
forense, reconocido mundialmente como una autoridad en la materia.
Lo que nadie podía esperar es que en una sesión científica
como es esta prueba pericial, con testimonio no solo de Etxeberría sino de
otros médicos conocedores del caso, hubiera que apelar a lo peor de la
condición humana para explicar la increíble intervención de la doctora Josefina
Lamas, autora del primer informe sobre los huesos en el que descartó que
pertenecieran a seres humanos y que, por cierto, retrasó la investigación
judicial casi un año, con el correspondiente dolor para la madre y otros
familiares de los dos niños. Es verdad que en la sesión de hoy reconoció su
error, y no es menos cierto que tampoco en esta ocasión –nunca lo ha hecho-
pidió perdón por el mismo. Pero en una sorprendente intervención desmintió
declaraciones de compañeros policías que aseguraron que nunca se rompió la
cadena de custodia de esos huesos y, lo que es peor, dijo que los restos
–finalmente humanos- hallados en la hoguera salieron de copas en referencia a
que fueron mostrados al doctor Etxeberría en un bar o restaurante.
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