viernes, 12 de julio de 2013

La unanimidad del jurado y... del pueblo

 La unanimidad con la que el jurado del “caso Bretón” ha alcanzado el veredicto de culpabilidad habría necesitado la fórmula estadounidense de “el pueblo contra…” Porque, efectivamente, nunca jurado popular alguno representó tan exactamente el pueblo del que emana la justicia en nuestro país, como dice el Artículo 117 de nuestra Constitución. Quiero decir que la unanimidad con la que el jurado ha resuelto las veintiuna cuestiones planteadas por el Magistrado que lo preside (extraordinaria labor también la de su señoría) y que fundamentan el veredicto de culpabilidad es la unanimidad de todos los ciudadanos de este país, que están convencidos de que el padre de Ruth y José mató a sus dos hijos quemándolos en una hoguera que preparó como un horno crematorio, y en venganza porque su mujer y madre de los niños había decidido divorciarse.

En mi larga trayectoria en la información de tribunales, aun consciente de que se trata de un término estrictamente jurídico, siempre cuidé escrupulosamente la presunción de inocencia, bien entendido que sin abusar del calificativo presunto, con el que muchos de mis colegas salpimientan sus crónicas de sucesos. ¡Cuántas veces oigo o leo lo de “aparece una mujer presuntamente muerta por su marido que permanecía al lado del cadáver con sus ropas llenas de sangre y un cuchillo de grandes proporciones ensangrentado”. Es obvio que la muerte no es presunta si está el cadáver, y que, en el mejor de los casos, tampoco es presunto autor de la misma un hombre sorprendido al lado del cadáver con las ropas manchadas de sangre y el cuchillo ensangrentado. Pero en el “caso Bretón” he renunciado incluso a la tentación de calificar a su autor de presunto y ni siquiera de sospechoso. Se podrá decir que formo parte del linchamiento popular que el defensor de Bretón ha denunciado en alguna ocasión, pero era tan clara la responsabilidad del padre de Ruth y José en la desaparición de sus hijos que resulta imposible sustraerse a ello, mucho más tratándose de unos hechos con unos perfiles tan horribles como los del doble asesinato: su premeditación, su alevosía, sus preparativos, el móvil, las coartadas…

En mi artículo sobre la última sesión del juicio oral, escribí que ni su defensor creía a Bretón, hasta el extremo de que en su informe de conclusiones definitivas el letrado apuntó por primera vez una teoría surrealista, la de que el procesado hubiera entregado a sus hijos a alguien en la carretera y no hubiera vuelto a tener noticia de ellos. Pienso que también los padres y hermanos de Bretón están convencidos de que mató a sus hijos, y por eso guardaron silencio aprovechando el derecho que les asiste a no declarar al ser familiares en primer grado.Y hoy, el jurado popular, ha reflejado la unanimidad del jurado y también la del pueblo al que representa.

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