sábado, 18 de mayo de 2013

El gran error de Mourinho

Daba anoche Manolo Lama (Tiempo de Juego, Cadena Cope)  la enhorabuena al Real Madrid por quitarse de encima la mayor lacra de su historia, Mourinho, y por la misma razón el inigualable narrador extendía su felicitación al fútbol español. Así que consumado y puesto al descubierto el gran camelo del special number one (la calificación es de él mismo); relatados hasta la saciedad los numerosos errores cometidos (desde el dedo en el ojo al entonces ayudante de Guardiola, Tito Vilanova, hasta los incendios que ha provocado a partir de la eliminación del Real Madrid en semifinales de la Liga de Campeones); con la sospecha de que, a lo peor, Mourinho es sobre todo un producto de marketing; descontada ya su salida por la puerta de atrás del mejor club de fútbol del siglo XX, me permito asegurar que el gran error de Mourinho en sus tres años como entrenador del Real Madrid ha sido el de creerse más importante que el club que le pagaba el mejor salario de la historia del fútbol. O, lo que es lo mismo, desconocer que el Real Madrid ya era mucho antes de su llegada el primer club de la historia entre todos los que han disputado la Liga española y también el primero entre los 454 clubs que han disputado la Copa de Europa o Liga de Campeones.



Se podría argumentar y exhibir el palmarés de Mourinho en el Oporto, el Chelsea y el Inter, los tres equipos que dirigió antes de llegar al Real Madrid. Y es verdad que en el Oporto logró dos Campeoantos de Liga, una Copa y una Supercopa de Portugal y una Liga de Campeones. Y que en el Chelsea consiguió dos campeonatos de Liga, una FA Cup, dos Carling y una Community Shield. Y que, antes de que Florentino Pérez se empeñara en contratarle en su intento de acabar con la hegemonía del Barcelona, en el Inter ganó dos Campeonatos de Liga, una Copa de Italia, una Supercopa de Italia y una Liga de Campeones. Y también es verdad que eso podía impresionar en Portugal, en Italia e incluso en Inglaterra, cuna del fútbol; o, mejor aún, podría deslumbrar en esos clubs, pero en España y más concretamente en el Real Madrid, dice poco o casi nada. Lo explicaré:

En sus 120 años de historia, el Oporto conquistó en el país vecino 26 Campeonatos de Liga, 16 Copas y 1 Superocpa de Portugal, dos Ligas de Campeones, dos Copas Intercontinental, dos Copas de la UEFA y una Supercopa de Europa..

Después de 108 años de historia, el Chelsea luce en sus vitrinas 4 Campeonatos de Liga, 7 FA Cup, 4 Football League Cups, 4 Community Shields, 1 Liga de Campeones, 1 UEFA Europa League, dos Recopas de Europa y 1 Supercopa de Europa.

Y en sus 105 años de historia, el Inter ha conquistado 7 Campeonatos de Liga, 7 Copas de Italia, 5 Supercopas de Italia, 3 Ligas de Campeones, 3 Copas Intercontinental y 3 Copas de la UEFA.

Frente a estas vitrinas, el Madrid exhibe en su Museo del Bernabéu, los siguientes trofeos principales conquistados en sus 111 años de historia: 32 Campeonatos de Liga, 18 Copas de España, 9 Supercopas de España, 1 Copa de la Liga, 9 Ligas de Campeones, 2 Copas de la UEFA, 1 Supercopa Europea y 3 Copas Intercontinental..

Es decir, el Real Madrid, centenario como Oporto, Chelsea e Inter, ha conquistado solo cinco Campeonatos de Liga menos que estos tres clubs juntos y tiene tres Ligas de Campeones más que la suma de las conseguidas por los tres clubs de la inútil comparación.

Y, efectivamente, el gran error de Mourinho fue creerse más importante que el mejor club de la historia. Aunque bien es cierto que a su clamoroso error se unió otro tan monumental como el del miserable entrenador portugués: el de Florentino Pérez al proclamar en demasiadas ocasiones que "tenemos el mejor entrenador del mundo", cuando lo que tenía que haber hecho desde su primera conversación con Mourinho es decirle que "te vas a sentar en el banquillo del mejor club de fútbol de la historia". Probablemente, el resultado deportivo hubiera sido el mismo. Pero el ruido, bastante menos, siempre en el supuesto de que la soberbia de Mourinho le hubiera permitido reconocer que el club en el que trabaja fuera más importante que él.

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