domingo, 17 de julio de 2016

Lección de periodismo

Las dos primeras horas de La Sexta Noche del sábado fueron una lección de periodismo a lo que, desgraciadamente, no estamos acostumbrados en los medios de nuestro país y mucho menos en las televisiones. Periodismo, además, en tres de sus variadas manifestaciones: la noticia, el análisis y el debate o, si se prefiere aceptando su primera denominación, la tertulia. Si impecables fueron las conexiones con los enviados especiales a Niza y los resúmenes de lo ocurrido en la noche del jueves en el Paseo de los Ingleses de la capital de la Costa Azul y las reacciones de los políticos españoles y franceses, la calidad del debate alcanzó una altura similar a la de los mejores de las grandes televisiones estadounidenses.

Ignacio Cembrero, experto en comunidades musulmanas; Chema Gil, del Observatorio de Seguridad Internacional; Pedro Rojo, arabista y presidente de Al Fanar, Fundación para el conocimiento árabe; David Garriga, experto en terrorismo yihadista; Cécile Thibaud, corresponsal en España de la revista francesa L’Express, y Manu Marlasca, jefe de investigación de La Sexta, celebraron un debate de gran altura, en el que cada una de las intervenciones aportaba un dato diferente y contrastado; en el que, a diferencia de las tertulias al uso, cada frase tenía el rigor del conocimiento del experto; en el que se deslizaban datos que enriquecían el debate y orientaban al espectador; en el que hasta el lenguaje era de una exquisitez propia de académicos; en el que -¡milagro!- los tertulianos no se interrumpían ni hacían muecas de descalificación de lo que otro exponía; en el que nadie elevaba la voz; en el que no se levantaba el brazo para reclamar un turno por alusiones; en el que, en definitiva, unos expertos hablaban solo de lo que sabían, y verdaderamente era mucho lo que sabían. El debate se completó con una conexión con el coronel Pedro Baños, experto en lucha antiterrorista, y con las opiniones de Jorge Verstrynge profesor universitario, politólogo y geopolítico franco-español.

Frente a tanto opinador de ocasión, frente al simplismo de tertulianos que acuden a los programas con el único afán de “hacer caja”, frente a tanto sectarismo y manipulación, La Sexta Noche del sábado en lo que se refiere al tramo aquí comentado (el programa es un contenedor de casi seis horas) fue una especie de sueño que nos trasladaba al mejor periodismo que uno recuerda en su más de medio siglo de ejercicio del más bello oficio del mundo.

Además, la dirección del programa tuvo el acierto –o acaso fuera la casualidad- de frente a una hora de excelencia que pareció un minuto, llevarnos a antena una segunda tertulia en la que se incorporaron lo peor de los debates de nuestras televisiones: Eduardo Inda, periodista de conspiración, intoxicación y manipulación; Francisco Marhuenda, ex jefe de gabinete de Mariano Rajoy en los ministerios de los que fue titular el hoy presidente en funciones durante los gobiernos de Aznar, y cuyo sectarismo “rajoyista” solo es comparable a su excelente formación; y Javier Sardá, símbolo de la telebasura del pasado, que ahora lava refugiado en las tertulias en las que tiene un atropellado y confuso discurso desde legítimas posiciones de izquierda o, si se prefiere, de antiderecha. A ellos se  sumó también el periodista Ignacio Escolar, director de eldiario.es, que es el permanente contraste del profesional independiente frente a la manipulación y militancia que tanto se lleva ahora en este oficio. Pero Ignacio pudo hablar poco, como siempre, permanentemente interrumpido por las muecas de Marhuenda y los gritos de Inda.

Digo bien que fue un acierto de la dirección del programa incorporar al debate anterior a Marhuenda, Inda y Sardá porque el contraste fue abrumador. Parecía que hubiéramos cambiado de canal sin darnos cuenta… o que volvíamos a lo peor de cada La Sexta Noche:  a la jaula de grillos, al patio de vecindad en que se convierte el plató con estos tertulianos. Ante tanto comentario improvisado, ante tanta falta de rigor, ante tanto desconocimiento, opté por recrearme viendo las caras de Cembrero, de Gil, de Cécile y de Manu. Tengo grabada en la retina la sonrisa de sorpresa y vergüenza ajena (una especie de “pero qué está diciendo éste…”) de la periodista francesa Cécile Thibaud ante una intervención de Sardá... y la mueca de Cembrero cuando Marhuenda tuvo la ocurrencia de calificar a Putin de patriota...

Para completar el abrumador contraste, después de que Marhuenda, Inda y Sardá se liaran con los orígenes de la segunda guerra mundial y lo mala que según Marhuenda dice la izquierda que es la derecha y lo perverso que es Bush (Marhuenda dixit también) y referencias -¡otra vez!- a “los de las Azores” y Hitler y, claro, Irak, volvieron a intervenir Cembrero, Gil, Cécile y Manu aportando datos, cada uno de los cuales por sí solo era una noticia: los lobos solitarios, los yihadistas exprés, el ejemplo de la eficacia policial española en la lucha contra el yihadismo, el número –de 500 a 1.000- de yihadistas que han vuelto de su entrenamiento en el Isis y que viven en Francia, la necesidad de la coordinación de los servicios de inteligencia de Europa, el lamentable papel de las monarquía saudí, lo fácil que para un camionero es atentar  con un camión y lo difícil que para cualquier Estado es parar un camión  como el que mató a 84 personas el pasado jueves en Niza, la estrecha vigilancia (monitorización le llamó Manu) a que están sometidos el par de decenas de yihadistas que viven en España; las nuevas medidas de protección (chalecos antibalas especiales) de la policía española ante las armas que utilizan los yihadistas.Y por primera vez en la historia de La Sexta Noche los Inda, Marhuenda y Sardá callaron no diría yo que respetuosamente, sino más bien avergonzados si es que les queda alguna capacidad de autocrítica de la que quizás algún día tuvieron.

En definitiva, si la primera hora de La Sexta Noche fue una lección de periodismo que nos regalaron a la audiencia quienes debatían sobre lo ocurrido en Niza, la segunda hora fue también una lección para los “tertulianos de fortuna” que si solo hablaran de lo que saben, en las televisiones españolas se produciría un sepulcral silencio.

1 comentario:

  1. Coincido con tu análisis. El programa me dejó idénticas sensaciones. Suscribo ese enorme contraste del que hablas entre el primer y segundo debate: la inclusión de los susodichos tertulianos provocó una significativa pérdida de calidad en la tertulia. Fue muy evidente. La cara de aquellos expertos que permanecieron, lo decía todo. Conscientes de que el status quo ya no era el mismo.
    Para terminar, aprovecho para ver si puedes decirme el nombre de un tertuliano recurrente, experto en la temática sobre oriente medio, que no estuvo presente ayer en el panel de expertos, pero sí en otras ocasiones. Quisiera saber su nombre. Si recuerdo bien, se llama Pedro (pero no Pedro Rojo, sino otro). Desde ya, muchas gracias y a seguir.

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