Cunde el desaliento, la sensación de
derrota en Hermosilla 112, sede del desmoronado Corte Inglés. Y es que los
datos son tozudos: se llenan la red y muchos diarios de noticias sobre la mala
situación de El Corte Inglés -quién te ha
visto y quién te ve, imagen hecha cenizas de la que en otro tiempo fue empresa
de referencia- mientras competidores como la Inditex de Zara aportan día a
día titulares de una trayectoria cada vez más exitosa y más inalcanzable. Si
durante décadas, El Corte Inglés solo era protagonista de noticias positivas,
desde la llegada de Diego Copado a la dirección de Relaciones Externas ni
siquiera se ha diseñado una política informativa que canalizara de distinta
forma la evidente crisis en que Isidoro Álvarez dejó sumida la empresa a su muerte
porque a la económica que sufría Europa se unía la de una gestión errática con
decisiones estratégicas absolutamente equivocadas y una deuda galopante.
La
delicada situación le supuso a El Corte Inglés, para empezar, tener que vender
al Santander la mayoría de la financiera; para seguir, el famoso crédito
sindicado de casi seis mil millones de euros; y para terminar la llegada de un
jeque árabe al Consejo de Administración no como comprador de un 10 por 100 del
capital de la empresa (El Corte Inglés no
cotiza en Bolsa), sino como prestamista a cambio de un paquete de acciones
que le convierte en un consejero decisivo, mucho más con sus antecedentes, que
incluyen la propiedad de los míticos almacenes londinenses Harrods.
Ya no está Diego Copado en Relaciones
Externas (conocido como “pollito
veloz” ha sido tan fulgurante su viaje a
las alturas como su caída en picado hasta la calle), pero su política de “tierra quemada”, su empeño en destruir
el inigualable pasado en vez de construir el futuro tienen como resultado lo
que vemos cada día en las páginas de los periódicos o en los diarios digitales
La típica paz social característica
de una empresa que tuvo más de 100.000 empleados ha sido sustitutida por un
casi “sálvese quien pueda”, con unas
bajas incentivadas en determinadas condiciones de edad y antigüedad, para las
que hay “cola” de candidatos hasta el
punto de que se ha tenido que ampliar el plazo para acogerse al plan de
prejubilaciones,
Y la paz accionarial, santo y seña de
la empresa desde su fundación, en la que el Consejo estaba formado por
familiares de los fundadores, con la incorporación posterior de fieles
ejecutivos, saltó hecha añicos a las pocas horas del entierro de Isidoro
Álvarez, en una guerra en la que se han cruzado expulsiones del consejo,
demandas judiciales, denuncias de acoso laboral y una guerra sin cuartel entre
las conocidas como “las nenas” (las
dos hijas herederas de Isidoro Álvarez) y su primo Dimas Gimeno, también
heredero y presidente ejecutivo de El Corte Inglés. El diario digital
Hispanidad, que suele anticipar muchas informaciones sobre los grandes
almacenes, afirma que Gimeno dedica la mitad de su tiempo a gestionar la
empresa que se va dejando jirones de su prestigio y, lo que es peor, de su
cuenta de resultados, mientras la otra mitad de su jornada lo dedica a sortear
las conspiraciones y los ataques de las dos hermanas, consejeras de la Casa y
de la Fundación Areces por la gracia de su padre adoptivo.
Para colmo la cuenta de resultados
del Inditex de Zara y la de Mercadona, que hablan por sí solas de su exitosa
trayectoria sin endeudamiento alguno y con abundante liquidez, contrasta con
las noticias negativas sobre El Corte Inglés y las tremendas críticas sobre las
decisiones que toman las dos hermanas. Y por si no fuera suficiente el
contraste con la noticia del espectacular aumento de ventas y beneficios de
Inditex y la llegada de Zara a nuevos países, la empresa de Amancio Ortega acaba
de anunciar el nombramiento como consejera de la baronesa Patricia Kingsmill (en la foto), miembro permanente de la
Cámara de los Lores británica, antropóloga y economista por la universidad de Cambridge,
con formación también en Derecho y Políticas, feminista activa, autora de un
estudio sobre la anorexia para el British Fashion Council y, entre otras muchas
actividades, autora de artículos sobre gestión empresarial.
Frente al deslumbrante curriculum de
la nueva consejera de Inditex, El Corte Inglés a duras penas puede rellenar un
par de líneas para explicar el pasado académico y empresarial de las hermanas
Álvarez Guil, que junto a la Fundación Ramón Areces, que también controlan,
suman prácticamente la mayoría del consejo de los grandes almacenes. Marta, la
mayor, es licenciada en Derecho y trabajó en la prestigiosa casa de subastas
Sotheby’s. De Cristina, la pequeña, desconozco si tiene alguna titulación
universitaria; pero con ocasión de su nombramiento como consejera de El Corte
Inglés, la empresa publicó que había trabajado en la empresa de su marido,
Iñaki Álvarez-Valdés, dedicada al intercambio de estudiantes en el extranjero,
antes de incorporarse a un puesto en las oficinas de la empresa en la que ya es
propietaria y consejera.
Entre el resto de consejeros de El Corte
Inglés también resulta imposible encontrar a alguien con la experiencia de la
baronesa Kingsmill, si exceptuamos a Manuel Pizarro, que en teoría prepara la
salida a Bolsa de la empresa y fichado por Isidoro Álvarez un año antes de su
muerte. Y los demás puestos del Consejo están ocupados por un jeque qatarí
prestamista, gestores que gestionan tal que así y se lo siguen llevando crudo a
los ochenta años, las distintas familias Areces a bronca limpia y las dos
herederas que, como se ve, tienen un curriculum algo más limitadito que el de
la baronesa.
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