Cuando tras la primera
victoria electoral de Felipe González (202 diputados el 28 de octubre de 1982),
el presidemte del gobierno pronunció en un áspero debate parlamentario la frase
de “no he recibido ni un duro ni una peseta ni de Flick ni de Flock” desmintiendo
la ayuda que una trama alemana con el nombre del poderoso empresario de ese
país venía haciendo a la financiación del PSOE con millones de marcos, se empezaba a
construir un sistema que ha acabado imponiendo su ley treinta años después: la
corrupción, como sistema de gobierno.
Cuando cuatro años después, en 1986, se elabora la llamada Operación
Roca u Operación Reformista, alentada
desde Catalunya por Convergencia i Unió con Jordi Pujol al frente y Miquel Roca
i Junyent como punta de lanza en
Madrid, y después de una campaña de miles de millones de pesetas no obtiene ni
un solo diputado con menos de un 1 por 100 de votos, se sigue construyendo el
sistema de la corrupción como forma de gobierno, porque ni siquiera se devolvió
el dinero de aquella operación a los bancos, que pagaron religiosamente el impuesto político.
Cuando en el primer
ayuntamiento socialista de la capital de España, dirigido por Tierno Galván,
modelo el viejo profesor de honradez, un concejal socialista denuncia el
escándalo de la recogida de basuras, el sistema empieza a salpicar también las
administraciones locales.
Cuando Luis García Cereceda,
el genial promotor inmobiliario autor de la lujosa urbanización “La Finca ”, en Pozuelo de
Alarcón, y que acabaría siendo conocido como el inmlobiliario amigo de Felipe González, desvela que de vez en
cuando él reunía en su casa a políticos, “como
Adolfo Suárez y Manuel Fraga con colegas inmobiliarios y constructores y al
final de la cena cada uno daba en un sobre lo que podía”, la corrupción se
iba abriendo paso por encima de programas o de gestión honrada de la cosa
pública.
Cuando el mismo Luis García
Cereceda acude al alcalde de Pozuelo de Alarcón para tratar de convencerle de una modificación para su
lujosa promoción, y el alcalde se resiste y le recuerda que “tú alcalde, tienes diez hijos, y yo tengo
para ti diez millones”, y el edil lo acaba echando del despacho, a García
Cereceda ni siquiera le llama el juez, sino que en las siguientes elecciones
municipales el alcalde ya no es candidato y le sustituye Jesús Sepúlveda, hoy
ex marido de la ministra de Sanidad –la que no ve el Jaguar en su plaza de
garaje y no sabe quién paga los excepcionales cumpleaños de sus hijos con
cañones de confetis- que luego acabaría hasta las cejas en la trama Gürtel y, por cierto, viviendo en La Finca durante un tiempo,
cuando se separó ya de hecho de la todavía ministra, continúa avanzando
inexorable la corrupción como sistema de gobierno.
Cuando mucho antes nos
enteramos de que el director general de la Guardia Civil utiliza
los fondos reservados para sus francachelas, viaja a París y se hospeda en el
más lujoso de los hoteles, se compra un apartamento en la capital francesa y
mete mano hasta en las obras de los colegios de huérfanos de la Benemérita parece estar
pasándose cualquier línea roja.
Cuando asistimos a la “boda de
Estado” de la hija de un presidente de gobierno dado a confundir lo
público con lo privado y descubrimos a invitados como “el bigotes”, al que algunos conocíamos como “el chico de los recados” de alguna cadena de emisoras de radio y
que no hacía mucho te lo encontraste con un “Montecristo” especial en la boca, calzado con zapatos
italianos y vestido con un traje de cuidado corte y camisa y corbata de seda
natural, y te había dicho, acompañado de un significativo guiño de ojos, que se dedicaba a organizar los actos del Partido Popular, es inexorable que la corrupción rampa por todos los lugares del país.
Cuando Florentino Pérez, hoy
flamante y exitoso empresario, como ayer era ingeniero de Caminos en paro, pasa
de una concejalía del último ayuntamiento dedocrático de Madrid (el de Juan de
Arespacochaga) a las listas electorales de UCD (la de José Luis Álvarez), recorre otros puestos de segundo nivel, se queda por cierto al frente del llamado
Partido Reformista después del fracaso de 1986 y reaparece comprando pequeñas
empresas desde las que construye su imperio después de aprender el modus operandi de las concesiones, todos
sospechamos qué es lo que está pasando.
Cuando de pronto empiezan a filtrarse
llamadas telefónicas de “te quiero un
huevo”, “¿te ha gustado lo que te he mandado?”, aprendemos que Louis
Vuitton es sinónimo de exquisitez, que hay relojes de decenas de miles de
euros, que se puede vivir en Arturo Soria en un chalé con ascensor dedicándose
a la política con un salario de apenas 80.000 euros al año, que los políticos
gastan trajes a medida con pretinas italianas y que es posible pagar diez veces
el valor de cualquier servicio para meter en el bolsillo propio nueve de ellas,
parece ya tarde para evitar que la corrupción se apodere definitivamente del
sistema de gobierno.
Cuando al tesorero de un partido le encuentran decenas de millones de euros en paraísos
fiscales, se descubre que las obras de la sede se paga con dinero negro, un
juez concluye que hay caja B en el principal partido del país, el presidente le
envía a su tesorero sms pidiéndole que aguante, no queda duda alguna.
Cuando se mezcla la empresa
y la política, los dúplex de lujo en la Costa del Sol a precio de ganga y la esposa de un
presidente autonómico con salario multimillonario en una patronal y el en otro
tiempo simple licenciado en derecho y funcionario cambia de casa a un
“casoplón” y sus hijas van a universidades privadas y tiene un matrimonio de
servicio y varios coches en la puerta para que las niñas no tengan que coger el
autobús, nos tememos que la política paga algo más que las comidas…
Cuando en un debate
parlamentario en Catalunya el líder de la oposición les dice a quienes han
gobernado durante más de veinte años que “su
problema es el 3 por 100” ,
y todos sabemos lo que quiere decir, pero el autor de la frase tiene que
rectificar y retirarla al día siguiente, sabemos lo que está pasando.
Y los medios callan, porque
la publicidad institucional es el precio; y hay órdenes de arriba para que no se toque el gobierno de la Comunidad de Madrid; e
Ignacio González llama pins a los
millones que nos cuesta la “telesperanza”
o “telemadrid” o como se llame, y se
entremezclan empresarios y políticos, y al presidente de la Ceim , Arturito “el deudas”, le llaman “el
ministro sin cartera” de Esperanza Aguirre, y el ex presidente de la patronal,
Gerardo Díaz-Ferrán, cuando todavía creía que era impune, señalaba a la lideresa y decía “esta tía es cojonuda”
y Esperanza Aguirre se hinchaba y se hinchaba y se iba a bailar un chotis a un
centro de la tercera edad o a decir la chorrada esa de “a mí no me tiembla el pulso para cesar a los corruptos…” que se
han corrompido, por cierto, a su lado.
Y luego llega Pujol y los
hijos de Pujol y las propiedades de Pujol y el parque automovilístico de los
Pujol y, peor, las pólizas de seguro de los deportivos y los coches de lujo de
los Pujol –apenas el precio del seguro de una vespa-, y tiene la cara de decir
que no tiene nada que ver con el proceso soberanista. ¿Y qué ha financiado
entonces la escalada hacia el independentismo, las manifestaciones, las convocatorias,
los anuncios, la parafernalia, quién y como se ha creado ese perverso sistema…?
Pero hay algo mucho más grave…Todos
los políticos –con responsabilidades en los partidos- saben sobradamente lo que
pasa. Todos los políticos saben que con el dinero de los militantes no se paga
ni los mecheros que se repartían en aquellas campañas electorales ni tampoco
con lo que paga el Estado por voto y por diputado…
Pero el problema ya no es el
tres por ciento. El problema ahora es el ciento por ciento de corrupción y el
cero por ciento de política. Ése es el problema.
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