Con el cuerpo de Isidoro
Álvarez todavía en la capilla ardiente, Los
Desayunos de TVE ratificaban esta mima mañana la crisis por la que pasa la
empresa que, veinticinco años después de la muerte de su gran impulsor, Ramón
Areces, ha tenido que acabar poniéndose en manos de los bancos. Tanto la conductora
del programa, María Casado, como los tres tertulianos (Anabel Díaz, de El País,
Bieito Rubido, de ABC, y José Luis Pérez, de Cope) hablaron sin eufemismos de
la crisis que sacude al llamado gigante de la distribución comercial en España,
consecuencia no solo de la económica desencadenada en todo el mundo hace casi
ocho años sino de un modelo obsoleto por la falta de adecuación a una
competencia en la que el elemento diferenciador no puede seguir siendo el socorrido
“y si no queda satisfecho le devolvemos
su dinero…”.
Quiero imaginar que en
cuanto pasen algunos días -no demasiados,
porque no hay tiempo que perder-, El Corte Inglés abordará la estrategia
para hacer frente a esa crisis que cada vez se acerca más a la línea de
flotación del gigante, y para la que hasta ahora no se ha encontrado más
respuesta que la constatación de que la competencia (Mercadona, en
alimentación; Inditex, en textil con su marca de bandera Zara multiplicando
aperturas de tiendas en todo el mundo) ha tomado la delantera. Por ello quizás
sorprenden más aún los ditirambos que se están dedicando al hombre que ha
llevado a la situación actual a El Corte Inglés, mientras se ignora que Isidoro
Álvarez recogió hace exactamente veinticinco años una empresa líder en su
sector, de una gran solidez y saneada desde todos los puntos de vista, obra
todo ello de Ramón Areces. Aquel legado se ha visto ampliado en muchos
aspectos, pero también ha tenido que ponerse en manos de los bancos para hacer
frente a una deuda de casi seis mil millones de euros, garantizados con los
edificios más emblemáticos, y ha tenido que vender el 51 por 100 y en
consecuencia la capacidad de decisión de la financiera, en manos ahora del
Banco Santander. Todo ello en las antípodas de la autofinanciación y la
prudencia en la inversión, santo y seña del modelo que dio el éxito a El Corte
Inglés de Ramón Areces.
Así que leer hoy que Isidoro
Álvarez fue el empresario que agrandó el legado de Ramón Areces y el artífice
de la expansión y diversificación del grupo movería a la sorpresa si no
estuviera ya uno curado de todo espanto y no tuviera en cuenta que, con crisis
o sin ella, El Corte Inglés es una de las empresas españolas que más invierte
en publicidad en los medios y en llenar estómagos prestos a agradecer el pienso
con el que la empresa les nutre. Cabría incluso profundizar aún más y pasar una
comprensiva pero fiscalizadora mirada por la relación de destinatarios de
generosas nóminas o desembolsos más o menos justificados por cuenta del gigante.
Y todavía deberíamos correr un tupido velo sobre la macrooperación bancaria de los
más de cinco mil millones, sobre la venta del 51 por 100 de la financiera y por
tanto la pérdida de su control o, por cierto, sobre lo que sugiere en El Confidencial
el siempre bien informado blog de S. McCoy y y el artículo “Menos mal que El Corte Inglés refinanció en noviembre” (http://blogs.elconfidencial.com/economia/valor-anadido/2014-09-08/menos-mal-que-el-corte-ingles-refinancio-en-noviembre_187030/)
en el que, bien es cierto que da pasada, incluso se utiliza el término concurso de acreedores.
Pero en fin, con este final
en su hoja de servicios, convendría
moderar los obituarios, evitando además faltar a la verdad. Porque que uno
sepa, la expansión de El Corte Inglés comenzó con la apertura del que sería su
primer centro en Barcelona en 1962, cuando Ramón Areces tenía unos espléndidos
58 años, y su sobrino Isidoro apenas había cumplido 27. Y que uno sepa, la
diversificación de El Corte Inglés en lo que se refiere a hipermercados se
inició en Sevilla en el año 1980, con un Ramón Areces que definitivamente
marcaba el camino del grupo, del que tanto se ha desviado al final la gestión
de Isidoro Álvarez.
Largo trayecto les queda por
delante a Dimas Gimeno, sobrino de Isidoro Álvarez y director general, y a
Manuel Pizarro, asesor personal de Isidoro Álvarez y ya consejero de El Corte
Inglés, a los que todos señalan como los encargados de una transformación del
gigante de la distribución comercial víctima de la crisis económica, sí, pero
también víctima de la crisis de su propio modelo.
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