Lo último de la lideresa es
Esperanza en estado puro. Ésa es la verdadera Esperanza Aguirre tal cual es,
como algunos la hemos visto siempre, mientras otros prefieren jalearla o
temerla, y aquellos a quienes ha conseguido engañar incluso admirarla. Como escribí
ayer en facebook, ésa es la
Esperanza de “soy liberal… y no sabe usted con quién está
hablando”, que anda más cerca del autoritarismo que de los padres de la Constitución de 1812,
con las dosis precisas de populismo para componer una imagen que nada tiene que
ver con lo que ella es, pero con la que ha hecho una buena fortuna política, sobre todo
después de la nunca explicada traición de los socialistas Tamayo y Sáez en la
frustrada investidura de Rafael Simancas como presidente de la Comunidad.
Es la Esperanza Aguirre
que lo mismo capitaliza salir ilesa de un accidente de helicóptero (y, por
cierto, todo hay que decirlo, con más temple que su compañero de vuelo, Mariano
Rajoy) que verse en medio de un atentado terrorista en la India de donde volvió para
presentarse ante los periodistas con calcetines de vuelo (había pasado la noche
en el avión en el que regresó a España), aunque en su despacho de la Puerta del Sol tenía un
vestuario completo para toda ocasión que se terciara.
Es la Esperanza Aguirre
que se lamenta en su biografía de que con su sueldo no le llega para pagar el
recibo de la luz… de la espléndida casa del barrio de Malasaña donde vive.
Es la misma que se apuesta
la presidencia de la
Comunidad a su compromiso de reducir a 30 días la espera para que un madrileño sea intervenido en los hospitales de Madrid y lo que hace es cambiar los
criterios para el cálculo del tiempo, con lo que parece que, en efecto, se han
reducido, lo que obliga al ministerio de Sanidad a excluir a Madrid de esa
contabilidad.
Pero la Esperanza Aguirre
más auténtica, en estado puro, es la de ayer en la
Gran Vía con los agentes de movilidad. La
que se da a la fuga (que es el no saben
ustedes con quien están hablando), la que arrolla la moto de uno de los
agentes y ni siquiera frena para ver lo que ha pasado, la que no quiere salir a
la puerta de su casa cuando llegan hasta ella los agentes y envía a los
guardias civiles que tiene como protección para que propongan un pacto
amistoso. Y sobre todo es la de la incontenible verborrea en todos los medios
de comunicación explicando el incidente y su mantra de “mentira, prepotencia y machismo”
o, peor, argumentando que los agentes de movilidad querían “la foto para que apareciera
luego en “Al Jazzera” o el “New York
Times” (sic) con la amenaza (también
ahí genio y figura) de que “estudiaré a ver si hubo retención ilegal
por parte de los agentes de movilidad”.
Es la Esperanza Aguirre
que cesó a Germán Yanke, el conductor de un informativo en Telemadrid (o sea, en Tele-espe), que le hizo una
tensa entrevista, porque la lideresa estaba empeñada en que el periodista le
preguntara lo que ella quería y Germán le preguntaba lo que él pensaba que
debía preguntarle. A los pocos días, el periodista se fue de Telemadrid “por intromisión por motivos políticos en mi
trabajo”.
Es la Esperanza Aguirre
de la tensa entrevista con Ana Pastor en Los
Desayunos de TVE1, cuando la periodista le tuvo que decir a la entonces
presidenta de la Comunidad
de Madrid que “aquí las preguntas no las
decide usted, sino que las decidimos nosotros”, y ante la queja de que “es que me hace usted unas preguntas, doña
Ana…”, la conductora del programa le dijo: ”Ya sé que le gustaría a usted hacer las preguntas y las respuestas,
pero la periodista soy yo y usted es la invitada”.
Es la Esperanza Aguirre ,
a la que Iñaki Gabilondo tuvo que explicarle: “Discúlpeme, Esperanza, este es un género muy viejo, se llama
entrevista y consiste en que yo le pregunte sobre lo que se supone que
interesa”.
Es, en fin, la Esperanza
Aguirre a la que José Antonio Zarzalejos, que fue director de
ABC, retrató con las siguientes frases: "Nunca
he tenido como director de un periódico presiones tan fuertes como las de
Aguirre, una persona que se define como liberal y que siempre tiene la palabra
libertad en la boca. No conozco a ningún personaje político, con poder político
o económico que tenga un comportamiento
más alejado de algunas prácticas democráticas respecto de
los medios de comunicación que Esperanza Aguirre. Una persona que, sobre todo, es
vanidosa. Después, creo que es bastante ignorante, le faltan unas cuantas lecturas, por no decir
muchas. Y finalmente es una persona miserable, con una ambición poco
controlada y un entorno de colaboradores que me voy a limitar a calificar como
complicado.”
Ésta es la Esperanza Aguirre
a la que estamos escuchando hoy explicando el incidente con los agentes de
movilidad en plena Gran Vía madrileña, sin dejar hablar al periodista que la
entrevista, sobre todo si no es colaboracionista,
que de todo hay…
Alguien podrá decir que la alcaldesa Ana Botella, que es, como la lideresa, del Partido Popular, ya ha explicado que
la ley es igual para todos y que los agentes de movilidad tienen la presunción
de veracidad, que es tanto como decir que Esperanza Aguirre miente. Pero no os
fiéis… Las dos están enfrentadas porque las elecciones municipales son el año
que viene y está en juego la candidatura a la alcaldía de la capital… pero que Dios
nos libre de la una y de la otra al frente de cualquier cosa, aunque sea de una
procesión de Semana Santa.
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