martes, 28 de enero de 2014

Es la democracia, estúpido...

La renuncia del gobierno de la Comunidad de Madrid a la privatización de la Sanidad como antes la del ayuntamiento de Burgos a la zona peatonal y el aparcamiento subterráneo de Gamonal son no solo la victoria de los ciudadanos frente a la prepotencia de los políticos sino, sobre todo, la victoria de la democracia frente a la apropiación que de la misma han hecho nuestros políticos. Porque no hay mayor expresión democrática que la resistencia de los ciudadanos a que sus representantes hagan mal uso de la soberanía que han depositado en ellos, que en muchos casos es incluso una traición.


Pero hay alguna lección más que sacar de estos hechos. Y la primera es el abuso que de las mayorías absolutas se está haciendo en esta legislatura, como se hizo también en la segunda legislatura de José María Aznar. La mayoría absoluta no es una patente de corso para traicionar el mandato que le han dado los ciudadanos a quienes la obtienen, empezando por el clamoroso incumplimiento del programa electoral con el que han llegado al poder. Antes al contrario, es el imperativo categórico para cumplir escrupulosamente los compromisos adquiridos, empezando por el tan manoseado diálogo que, en términos políticos queda expresado con el concepto “respeto a las minorías”. Y a quienes no lo entiendan –empezando por los propios políticos- les remito a numerosas sentencias del Tribunal Constitucional en las que aparece ese concepto meridianamente claro. Reproduzco de una de ellas, la 990-92: “El respeto a las minorías es un principio fundamental de nuestro ordenamiento constitucional, que proviene del concepto mismo de "democracia", entendiendo que la nuestra se basa sobre un continuo contraste de opiniones organizadas que concreta el principio:  "gobierno de la mayoría con participación de la minoría, dentro de un régimen de libertad e igualdad".  

Para colmo, en ambos casos había no pocas sombras de sospecha: En el de Burgos tiene el nombre de Méndez Pozo, el Ciudadano Kane burgalés condenado a siete años de cárcel por el “caso de la construcción” hace algo más de 20 años; y en la pretendida privatización de la Sanidad madrileña tiene el nombre de algunos políticos que han atravesado las puertas giratorias que conducen a la iniciativa privada en el sector sanitario

Cuando todo el colectivo de trabajadores de la Sanidad madrileña, al que se suman muchos ciudadanos, toman las calles contra el proyecto de privatización y un gobierno, el de la Comunidad de Madrid, hace oídos sordos; cuando las ventanas y balcones de Madrid se llenan de artesanales pancartas con el lema la Sanidad no se vende; se defiende”; y cuando las minorías en la Asamblea de Madrid se oponen una y otra vez al proyecto de la mayoría, se está haciendo democracia. Cuando los vecinos de un barrio burgalés se manifiestas en contra de un proyecto que pretende reformar su entorno, porque un gobierno –el del Ayuntamiento de Burgos- hace oídos sordos a las reivindicaciones ciudadanas y de las minorías del Pleno municipal se está haciendo democracia.

Y que no se inquieten los políticos, sino que, en vez de ello, se dediquen a hacer política de verdad. Y que renuncien a la tentación de acudir al lugar común de que “los ciudadanos si quieren hacer política, que se presenten a las elecciones” (caso Gamonal) o al de “ahora resulta que son los jueces los que van a decidir la política que se hace” (caso privatización de la Sanidad madrileña). Porque, como queda escrito, uno y otro caso no son más que expresiones de la democracia. 

Parafraseando al presidente Clinton (campaña electoral de 1992), es la democracia, estúpido, es la democracia. 

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