viernes, 22 de marzo de 2013

El afán de notoriedad de Garzón


Vaya por Dios, ¿cómo no se nos ocurrió antes...? ¿Cómo no preguntamos por Baltasar Garzón durante el cónclave o antes incluso, cuando el Papa Ratzinger decidió retirarse? ¿Cómo no denunciamos la falta de delicadeza de las autoridades vaticanas al no invitar al "superjuez", estrella de todos los foros, a la Misa de proclamación del Papa Francisco qué menos que junto a los Príncipes de Asturias o, en su defecto, junto a Cristina Kirchner, esa nueva "Evita" de la demagogia y el populismo, cuyo hijo Máximo comanda las juventudes "Cámpora", el nombre del presidente argentino que dimitió para que Perón, a su vuelta del exilio en España, tomara de nuevo el poder. Vaya por Dios, ¿cómo podemos dejar pasar tanto tiempo y tantos acontecimientos en el mundo mundial sin este juez que dejó de serlo por sentencia judicial, aunque es cierto que antes también dejó de serlo por voluntad propia para presentarse a unas elecciones generales como número 2 de las listas socialistas, detrás del mismísimo Felipe González, y cabreado porque no le dieron la cartera de Interior en la crisis de Roldán se volvió al Juzgado de la Audiencia Nacional y recuperó los papeles para reactivar la causa judicial contra los Gal, la guerra sucia del Estado contra ETA, que jamás debió dejar en el cajón, cayera quien cayera? Al fin, Dios sea loado, reaparece este juez cuya lucha contra ETA, el crimen organizado y el tráfico de drogas es directamente proporcional en su dedicación y también en su éxito al afán de notoriedad que padece. No debía estar a gusto en Argentina mientras el Papa argentino ocupaba las primeras páginas (la "tapa", como dicen allá) de todos los periódicos y las cabeceras de todas las cadenas de televisión. Así que ha decidido sumarse a quienes, a pesar de desmentidos (entre otros el del Nobel de la Paz Pérez Esquivel), intentan relacionar al Sumo Pontífice con la dictadura argentina y sus horribles crímenes.


Reconozco los méritos de Baltasar Garzón y condena los crímenes de la dictadura argentina y la chilena desde los tiempos en que Videla y sus cómplices y Pinochet y los suyos  llegaron al poder, condenado hoy el primero a pasar el resto de sus días en la cárcel, y muerto el segundo en Chile (en cada aniversario de su muerte, yo maldigo su memoria mientras escucho las canciones de Víctor Jara, víctima de los crímenes del dictador), pero después de que, por cierto y gracias a Garzón, se viera perseguido por la justicia universal y detenido en Londres por orden del juez español. Reconocidos los méritos de Garzón, el afán de notoriedad del juez condenado por prevaricación le puede llevar a pedir el certificado de defunción de Francisco Franco (al que matamos de muerte natural en un hospital de la Seguridad Social) o a sugerir que el nuevo Papa abra los archivos vaticanos para investigar los crímenes de la dictadura argentina. Y ¡ojo! porque es capaz de presentarse cualquier día en Roma y... bueno, prefiero no imaginármelo...

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