Empieza a urgir una
explicación de Ciudadanos sobre su inflexible actitud en las negociaciones con
Cristina Cifuentes para alcanzar un pacto para la presidencia de la Comunidad de Madrid. La
inflexibilidad del partido de Alberto Rivera, su expresión de permanente
sospecha sobre la fiabilidad de la candidata del Partido Popular o, lo que es
peor, sobre su debilidad, esa especie de
órdagos que se van sucediendo sin solución de continuidad dan la impresión de
que lo que el presidente de Ciudadanos busca es la excusa que le permita
cumplir un compromiso adquirido, que solo puede ser un acuerdo ya alcanzado con
la candidatura socialista de Ángel Gabilondo.
Porque si con su
trayectoria no fuera suficiente, Cristina Cifuentes viene demostrando que nada tiene
que ver con la corrupción que se había instalado poco menos que como sistema de
gobierno en la Comunidad
de Esperanza Aguirre y sus herederos. Pretender ahora que, como prueba de
compromiso, las condiciones que impone Ciudadanos para apoyar a Cifuentes sean
firmadas por Esperanza Aguirre suena más a excusa que a desconfianza. De sobra
sabe Rivera que la todavía presidenta de los populares madrileños no va a
facilitar el camino a la que primero despreció como compañera de ticket electoral
y de la que sabe que, después de haber sacado más votos que ella en la ciudad
de Madrid, es una sólida candidata a encabezar la refundación y/o la regeneración
del Partido Popular.
Ni siquiera haría falta
que Esperanza Aguirre firme el compromiso que exige Alberto Rivera. A mi juicio
bastaría con que, por fin, la autoproclamada lideresa le preste un servicio a
su partido al que, por cierto, debe buena parte de lo que ha sido (lo que es se
lo ha ganado a pulso) y presente su dimisión irrevocable y se marche incluso a
su casa, sin necesidad siquiera de hacer la “parada” al frente de la oposición
en el Ayuntamiento de Madrid. Creo que su partido, los madrileños y Cristina
Cifuentes se lo agradecerían.
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